Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Soto, J. 2000. Tres principios para la configuración de una psicología de lo complejo. Cinta moebio 8: 159-168

PDF


Tres principios para la configuración de una psicología de lo complejo

Three principles for the configuration of a complex psychology

Juan Soto Ramírez. Magíster en Psicología Social (Universidad Nacional Autónoma de México). Académico UAM Iztapalapa, México.

Abstract

The dialogical principle, the organizational recursivity principle and the hologramatical principle, are the three principles can help us to think the complexity. The first one allows us to think how the duality can stay in the breast of the unit. The second lead us to the understanding of how the products and the effects are, at the same time, causes and products of what produces them. The third, and perhaps the most beautiful of three, refers that the part itself is not only in the everything but rather the everything is also in the part. Three images can help us to clarify these principles: first, the process of mating of the hens produces hens, which produces the process of mating of the hens; second, the hens put eggs of where to come out more hens than put more eggs; third, a hen egg is a hen in potential. The configuration of a psychology of complexity is related with the application of this principles for the analysis of the social reality in several addresses: a) to win complexity in the explanatory and descriptive environments, opening diverse ways of thinking and novel investigation lines, accepting that the theories of the complexity have been related inevitably with the sciences of the behavior; b) to understand that the daily life can be studied from four optics that deserve recognition in the epistemological level of the social psychology: fuzzyness, catastrophic, fractal and chaotic; c) to recognize that reality demands scientific explanations complex and leave the simplicity; d) to renovate the psychology from their base and not from the obedience and the academic subjection.

Key words: psychology of complexity, system theory, dialogical principle.

Introducción

Mientras más matemáticas meta un autor en un problema, menos lo entenderá su auditorio y más lo respetará. Tu habilidad lógica y matemática te pone en tu sitio en la jerarquía de la ciencia.
Kosko (1993:22).

Una palomita es un grano de maíz que se abre al tostarlo. Una palomita jamás es igual a otra. Aunque guardan cierto parecido entre sí no hay dos iguales en el mundo, sea por su sabor, color, textura, sonido, olor o todo a la vez. La psicología, vista como un todo, como una forma completa, es como una bolsa repleta de palomitas de maíz que uno puede disfrutar cuando mira cualquier escena de la vida cotidiana. Es decir, mientras uno mira el desenvolvimiento de la vida en general, degusta trocitos de psicología que come de su bolsa para tratar de entender qué es lo que está mirando. Hay quienes las comen a puños, pero esos son los más irreverentes, los más recatados lo hacen una a una. Cada palomita dentro de la bolsa, es como cada especialidad de la psicología, todas diferentes y parecidas entre sí. Después de todo las palomitas vienen de los granos de maíz y las múltiples psicologías, de la psicología en general. La psicología, al igual que las bolsas de las palomitas, cuenta con diferentes tipos de presentación y varía según tamaño, desde las presentaciones maxi hasta las mini; pero también por la simplicidad de la bolsita cuya distinción se da gracias a los colores con que se le decora (por ello hay presentaciones alegres, tristes, simpáticas, aburridas, etc.); y así sucesivamente. También hay psicologías caseras porque cualquiera las puede cocinar desde la comodidad de su hogar, aunque también las hay de importación. Las sofisticadas psicologías son aquellas cuya forma de elaboración es compleja, pero cuyo sabor es demasiado simple. Mientras los psicólogos objetivistas tratan empecinadamente de materializar la gran palomita de maíz, los subjetivistas imaginan las fórmulas para lograrla.

Si quisiéramos distinguir las múltiples psicologías por su sabor podríamos decir que las hay dulces (como las interpretativas), saladas (como las empiristas), picantes (como las críticas), o tal vez combinadas (como las de tipo radical). Existen tantas psicologías como palomitas de maíz puede contener una bolsa. Lo cierto es que la crisis de la psicología se hace evidente porque bien sabemos que los psicólogos aún no logramos ponernos de acuerdo en determinar cuál es el objeto de estudio para la disciplina. Al tratar de liberar esas tensiones esenciales, se diversifican sabores, colores, texturas, sonidos, olores o todo a la vez, en la construcción del conocimiento psicológico. Es decir, fuera de los laboratorios científicos (aislados del estímulo extraño así como también de ideas desagradables), un nuevo conjunto de dramas intelectuales se ha estado desplegando lentamente (Gergen 1991:101), invitación pertinente para construir una mirada que nos lleve a tomar una actitud nueva para analizar la realidad con distintos brotes de inspiración.

Siendo sensatos, podemos afirmar que la psicología no ha podido ofrecer soluciones concretas a problemáticas sociales específicas pues día con día, más y más gente entra en crisis. La paradoja parece apuntar a que mientras más personas caen en las garras de las crisis personales, la psicología no puede resolver la propia. El consumo de psicología se parece demasiado al de las palomitas de maíz pues tal parece que la psicología, más que dividirse en géneros, ramas o campos de especialización, se rompe en gustos. Mientras las psicologías contemporáneas han intentado ofrecer un sabor a punto de tueste, otras muchas, sobre todo las clásicas, se han quemado o no han podido abrirse para conocer su compleja forma. El problema de las palomitas de maíz y el de la psicología se mueven en un continuo que conecta y desconecta simplicidad y complejidad a la vez, sin embargo los psicólogos ortodoxos, al poner más matemáticas y menos discurso en sus estudios y experimentos (que elegantemente llaman investigaciones), la han simplificado por suponer que la realidad psicológica que han acuñado puede reducirse a un sistema de variables que desencaja con la realidad cotidiana. Otros, tratamos de poner más discurso y menos matemáticas al análisis de la realidad social porque, en efecto, comemos palomitas de maíz a puños, pero no por ser irreverentes negamos lo que se ha hecho hasta el momento al interior de la disciplina ni nos perdemos en la configuración de una poética psicológica, es simplemente que desde hace algunos años hemos entendido que de lo que se trata es ganar complejidad y perder simplicidad.

La complejidad aparece en la vida cotidiana y no en los laboratorios. El pensamiento simplificador puede concebir lo uno (reduccionismo) o lo múltiple (holismo), pero no puede ni se atreve a mirar lo que puede ser las dos cosas al mismo tiempo. El pensamiento complejo intenta romper con esa perspectiva dicotómica y excluyente. A cambio, invita y obliga a razonar con emoción. El principio de simplicidad que por muchos años guió y orientó el pensamiento psicológico, bien dividió para analizar o unificó para sintetizar, pero difícilmente logró complejizar. Tradicionalmente se ha pensado que la psicología maneja conceptos precisos cuando en realidad sucede todo lo contrario. Las ciencias humanas se confrontaron desde su origen con fenómenos imprecisos y conceptos que era necesario tratar como tales. Debieron por ello, desarrollar una epistemología y una lógica de lo probable y lo impreciso […] y aprender a servirse de ellas con rigor, lo que jamás excluyó todos los riesgos que, intrínsecamente, contiene esta manera de proceder (Moles 1990:396).

La psicología, al igual que muchas otras disciplinas, es una ciencia de lo fragmentario en tanto que sus hallazgos sólo van configurando pedazos de verdad que duran sólo por un tiempo y luego se desvanecen. La cantidad de presupuestos que hay en ella es innumerable, pero esto sucede en muchos otros sistemas de pensamiento (para estudiar geometría euclidiana se debe aceptar que la suma de los ángulos internos de un triángulo es igual a 180°, por ejemplo).

En este caso particular, son dos los presupuestos que guían la construcción del conocimiento psicológico: uno, el que sostiene que todo comportamiento puede predecirse o inferirse a partir de un conjunto de premisas; y dos, aquel que sostiene que todo comportamiento es susceptible de ser interpretado, es decir, que todo comportamiento lleva dentro, por así decirlo, un mensaje oculto. No obstante, ninguno de estos dos presupuestos es verdadero al ciento por ciento.

Esa noción de secuencia que encontramos dentro del primer presupuesto admite sólo cadenas lógicas de desenvolvimiento: A implica sólo B y jamás se profundiza sobre la multiplicidad de posibilidades que puede implicar A. Esto porque los escenarios disponibles de experiencia en torno a A sólo desembocan en B y nunca en medianamente B o medianamente C. La psicología, al pensar en escenarios predefinidos, hace a un lado los escenarios alternativos que puede implicar A. Pensando linealmente se puede afirmar que se puede llorar de alegría o tristeza, pero no de las dos cosas al mismo tiempo (lo cual es posible en la realidad). Se puede llorar sin estar triste o alegre al ciento por ciento porque existen sentimientos enrarecidos como la nostalgia o la melancolía. Se puede amar y odiar al mismo tiempo porque existen los celos. Se puede reír de alegría, nervios, simpatía, burla, etc., sin que esto quiera decir que B se encuentre determinado por un solo A o que A sólo desemboque en un solo B, pero a la psicología, desafortunadamente, le gusta conducirse de esa manera: esperando que cada comportamiento pueda predecirse o inferirse a partir de un sistema de premisas.

El conocimiento psicológico se ha construido sobre una base en donde lo imprevisible no tiene relevancia y, muy por el contrario, debe controlarse. Se le ahuyenta con unidades de medida tendientes a ganar precisión. Y en efecto se gana precisión en términos estadísticos, pero no en el plano de lo real. Un comportamiento siempre es imprevisible en su totalidad, aleatorio en ocasiones y en múltiples ocasiones inmanejable situacionalmente. Esta psicología ha excluido de su sistema de pensamiento lo desdeñable, lo infinitesimalmente pequeño como para considerarlo dentro del sistema de premisas. De esta manera se ha logrado analizar situaciones breves espaciotemporalmente, pero que fuera del hábito científico que han generado no significan absolutamente nada.

Así como todo comportamiento es imprevisible en su totalidad, también es in-interpretable como unidad. Del comportamiento se han analizado sólo fragmentos. Algunos se han centrado en el análisis del lenguaje, otros en análisis de los sueños y muchos más en el análisis de las fantasías, pero nadie admite que la psicología es un cuento de nunca acabar. Baste poner los ojos en cualquier ínfimo detalle del comportamiento para suponer que todo lo que venga de este es interpretable, sin embargo eso es demasiada petulancia de quienes pretenden no sólo hacerlo sino lograrlo. El comportamiento, afortunadamente, no es consciente o inconsciente en su totalidad por lo que cada interpretación que de este se haga, siempre es una interpretación a medias. La psicología cuenta con infinidad de puntos ciegos: tendemos a vivir un mundo de certidumbre, de solidez perceptual indisputada, donde nuestras convicciones prueban que las cosas sólo son de la manera que las vemos, y lo que nos parece cierto no puede tener otra alternativa (Maturana & Varela 1984:5).

Sea en un bando o en otro, existen comunidades de psicólogos ingenuos que siguen creyendo en ese mundo de presupuestos con el que se conducen. Esto, más que favorecer una actitud científica que aliente la construcción del conocimiento psicológico hace que la psicología se convierta en cosa de fe. Baste seleccionar la corriente o especialización de su preferencia para tragarse los dogmas que habrá de practicar. La necesidad de la configuración de una psicología de lo complejo responde a una necesidad básica de la disciplina para el análisis de la realidad social bajo tres principios que trataré de explicar.

I. Principio Dialógico

Orden y desorden son dos enemigos: uno suprime al otro pero, al mismo tiempo, en ciertos casos, colaboran y producen la organización y la complejidad. El principio dialógico nos permite mantener la dualidad en el seno de la unidad. Asocia dos términos a la vez complementarios y antagonistas.
Morin (1990:106)

La realidad, convencionalmente, ha sido concebida por los científicos como un mundo de dualidades que se contraponen en vez de complementarse. Al orden se le ha separado del desorden; a la identidad de la alteridad; a lo objetivo de lo subjetivo; a lo simple de lo complejo; a lo verdadero de lo erróneo; a lo científico del sentido común; y así sucesivamente. De tal suerte que se fueron construyendo planos de realidad que jugaban a la exclusión mutua, aspectos que fijaron los referentes para que los conservadurismos cognitivos y los hábitos científicos pudieran subsistir espaciotemporalmente dentro de eso mismo que construyeron, de alguna manera debían legitimarse. Quienes se dedican a la ciencia eluden el problema de la bivalencia, dan por sentado lo que implica, suben por la escalera bivalente y se olvidan de que están en ella. Esta forma de proceder se parece mucho más a la religión que a la ciencia (Kosko 1993:27).

La producción del conocimiento científico admitió, por mucho tiempo, una premisa básica dentro de su lógica de diseño: si sucede A no puede suceder no A, simplemente porque analíticamente es improbable, aunque sea posible. De alguna manera la ceguera intelectual de millares de científicos y su fascinación por la objetividad les hizo olvidar que la probabilidad cero no es sinónimo de imposibilidad. Aspecto que admite la ocurrencia de A y no A al mismo tiempo: una verdad, es siempre una verdad a medias. Mientras la lógica lineal admite sólo un valor de verdad, la lógica multivalente admite más de uno, pero comprender eso es atentar contra los buenos modales del pensamiento científico que se sigue rigiendo por el paradigma de la simplicidad. Todo se puede desmoronar si nos negamos a aceptar las interpretaciones convencionales (Collins 1994:290).

El principio dialógico nos lleva a pensar que los antagónicos también son complementarios. Lo que hace posible la diferencia es la repetición y viceversa, no existe lo uno sin lo otro y cada cual lleva dentro su antagónico. Aquello que se pensaba contrapuesto en el pensamiento simplificador, bajo la perspectiva dialógica es complementario. No es fortuito que los polos de un imán aparezcan unidos justo en su punto medio y que las partículas con cargas opuestas tiendan a la atracción.

Si admitimos que dentro del conocimiento psicológico existe una serie interminable de conservadurirsmos cognitivos, entonces será fácil apreciar que es difícil promover la idea de que la mente no está dentro de los individuos sino fuera de ellos. Pero trate el lector de explicar esta idea a cualquier psicólogo de cabeza dura y conocerá la fachada iracunda de las más ocultas facciones de su rostro. Es simple y complejo a la vez: los procesos mentales producen mentes que producen procesos mentales. Los procesos anímicos producen estados de ánimo que producen procesos anímicos. Más aún, la psicología produce psicólogos que producen psicología. ¿Dónde encontramos entonces el antagonismo que resulta ser complementario? Tomemos por caso el presente texto de psicología que se opone a las perspectivas convencionales de la psicología y que se inscribe en la psicología misma porque se supone, hace psicología: produce aquello a lo cual, supuestamente, se presenta como antagónico. Sin embargo, y es triste decirlo, a los psicólogos tradicionales se les ha olvidado ser críticos con ellos mismos, pero a su vez a los críticos de la psicología se les ha olvidado ser autocríticos de tal suerte que se ha caído en una suerte de ceguera epistemológica: mientras los unos niegan a los otros no han caído en la cuenta de que son víctimas de su propia negación.

La necesidad de aplicar el principio dialógico para la configuración de una psicología de lo complejo aparece cuando las explicaciones lineales comienzan a fracturarse o no sirven más para dar cuenta de aquello que se pensaba estable. Cuando los procesos aparecen como productores de eso mismo que los produce. Cuando la lógica multivalente se presenta como la mejor estrategia para aprehender la incertidumbre que se había querido dominar por medio de la probabilidad máxima. Hay un ejemplo sencillo para tratar de comprender todo lo anterior: aquellos que obedecen se niegan a ellos mismos haciendo lo que no quieren hacer y niegan al que manda adscribiéndole a él o ella, como una propiedad, una condición de superioridad que es constituida como una relación subordinada a través de su obediencia (Maturana 1996:63). Aún así, resulta incomprensible por qué los psicólogos ortodoxos se aferran a tratar de ver todo de manera lineal. La psicología no es una cuestión de obediencia sino de irreverencia, irreverencia que no niega sino acepta las contradicciones básicas de la propia disciplina.

II. Principio de Recursividad Organizacional

Un proceso recursivo es aquél en el cual los productos y los efectos son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello que les produce.
Morin (1990:106)

Cuando uno entristece de pronto sin saber por qué, se convierte en el producto de la tristeza que produce tristeza. La causa deviene efecto y viceversa. Los productos son productores de eso que les produce. Un bello ejemplo de esto es el del huevo y la gallina. Gallinas que ponen huevos de los cuales nacen gallinas que ponen más huevos. Para analizar un fenómeno, los científicos han insistido en descomponer todo en términos de causas y efectos de cuyo seno, el sentido de irreversibilidad, queda excluido. Los psicólogos son expertos en hacer esto porque suponen que del odio no puede nacer el amor cuando entre estos hay solamente un paso. De alguna manera han creído que la realidad es lineal y que, de cierto modo, se apega a relaciones convencionales que ellos creen traducir en sistemas de variables perfectamente identificables, manejables, estables, etc. Afortunadamente la realidad jamás se presenta como la simulan en un laboratorio porque es naturalmente compleja. Incómodamente podríamos preguntarnos: hasta qué punto la naturaleza está ordenada en el dominio de lo pequeño (Böhme 1992:76). Aquí aparece un aspecto interesante: mientras el estudio de la naturaleza se ha dejado en manos de las descripciones nomotéticas, los ámbitos de lo humano y lo histórico se han relegado al plano de las descripciones idiográficas. La psicología ha jugado a ser dura sin saber que era blanda por naturaleza.

La mayoría de los psicólogos, al perseguir la supuesta objetividad o las verdades científicas, han quedado atrapados en dos tipos de delirio: el de la incoherencia y/o el de la coherencia absolutas. De alguna manera han utilizado recursos azarosos para demostrar lo que piensan, tratando de erradicar el azar de su propio sistema de pensamiento. Tanto las psicologías objetivistas como subjetivistas han caído en el mismo error: mientras unas han tomado a la predicción como estandarte, las otras han optado por la inferencia como baluarte. Se han perdido en el intento de ahuyentar las contradicciones con sistemas de variables (a veces interminables), provenientes de la lógica convencional. Así, pareciera que la idea de lo preciso se encuentra más en nuestra mente que dentro de la naturaleza de las cosas (Moles 1990:10). No obstante eso es un defecto natural del espíritu humano que tiende a descartar de él aquello que lo va a contradecir porque es más cómodo así. Es mucho más confortable vivir en un mundo de falsas certezas que en uno plagado de incómodas incertidumbres. La complejidad es la aceptación de las contradicciones.

Muy a pesar de muchos, la psicología se fue encerrando en una práxis occidental: antropocéntrica, etnocéntrica, egocéntrica, etc., pero siempre requirió de cambiar su basamento epistemológico que se atascó en la verificación. Se ha hecho énfasis en buscar las verdades objetivas sin indagar las actividades subjetivas de la mente, únicas a partir de las cuales se constituye el sentido óntico del mundo de la vida (C.f. Schutz 1962:135-136). Dirigir la mirada hacia otro sitio que no sean las correlaciones de los < < hechos sociales > > en busca de los mecanismos causales y las condiciones operativas cuya referencia es necesaria para explicar la actividad social, no es una forma de idealismo (Harré 1979:23). Postura que embona con la de perspectividad (C.f. Schutz 1972), ya que un segmento de algo, por ejemplo un pastel o la biografía de cualquier individuo, pueden mostrar el todo, dependiendo de los ojos que lo miren.

La psicología no es una ciencia descubridora de verdades sino constructora de consensos, al igual que muchas de las denominadas ciencias sociales, pero pensarla así es renunciar a la simplicidad que le dio origen. Los fenómenos psicológicos son más complejos de lo que se les ha imaginado, no obstante la epistemología psicológica siempre ha tomado partido por una perspectiva simplificadora de la realidad. Sea por conservadurismo o negligencia intelectual ha tratado de excluir la complejidad de lo que estudia creando métodos y técnicas sofisticadas para el análisis del pensamiento y la conducta, haciendo a un lado no sólo el principio de recursividad organizacional sino otros tantos que guían el pensamiento complejo. La psicología se ha dedicado a aislar partículas (individuos), mientras la sociología aislaba ondas (sociedades), sin percatarse que lo uno no existe sin lo múltiple y viceversa. Lo psicológico tiene siempre un fundamento sociológico, biológico, antropológico, etc. Renunciar a esta idea, produce ceguera intelectual.

El sujeto congelado que por muchos años creyó analizar la psicología siempre fue parte de la sociedad, de la vida, de lo simbólico y viceversa. La aplicación del principio de recursividad organizacional para una psicología de lo complejo nos lleva a pensar que los individuos producen sociedades que producen a los individuos, pero tradicionalmente la construcción del conocimiento psicológico en general, se ha negado a admitir esta posibilidad. Los conservadores han olvidado que la psicología no puede ser una ciencia basada en el descubrimiento de las causas y sus efectos y su mejor trabajo tampoco puede tener pretensiones especiales de universalidad (Harré; Clarke & De Carlo 1984:11). Incomodidades a parte, los vicios heredados por el cientificismo, individualismo, universalismo y causalismo, no han sido superados por lo que la necesidad de un re-posicionamiento psicológico es inminente. Este posicionamiento se relaciona directamente con la posibilidad de reconocer varios aspectos: a) que la psicología es un trozo de pensamiento que estudia pensamiento; b) que la producción del conocimiento siempre se da en un contexto lleno de imprecisiones (C.f. Ibáñez 1997:27) y que las afirmaciones psicológicas, en consecuencia, son siempre imprecisas; c) que los procesos mentales como la memoria, el olvido, etc., pueden y deben ser tratados como textualidad (C.f. Parker 1997:487) y no como procesos cerebrales; y d) que tanto las estructuras sociales como las de roles son una narrativa desarrollada de manera conjunta (C.f. Davies & Harré 1990:227).

III. Principio Hologramático

En un holograma físico, el menor punto de la imagen del holograma contiene la casi totalidad de la información del objeto representado. No solamente la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte. El principio hologramático está presente en el mundo biológico y en el mundo sociológico.
Morin (1990:107)

Si tratamos entonces de dar continuidad a las ideas anteriores, se puede decir que cada frase de cualquier texto, incluso el presente, puede leerse como un texto completo. La parte en el todo y el todo en la parte. Ese es el principio hologramático, el que nos ayuda a pensar que la realidad no está hecha de partes, como lo suponen los reduccionistas, ni tampoco de totalidades, como siguen creyendo los holistas. El todo no puede concebirse sin las partes ni las partes sin el todo: un muñeco de nieve sin cabeza o una cabeza sin muñeco de nieve en estricto, no son un muñeco de nieve. El todo (muñeco de nieve), necesita de ambos elementos (cuerpo y cabeza), para ser reconocido como tal. Y claro, debemos hacer dos precisiones: la primera es que en general la parte es distinta del todo, pero siempre lo contiene parcialmente; la segunda es que la parte no contiene del todo al todo a no ser que la parte sea igual al todo (C.f. Kosko 1993:67-68). Por tal motivo uno puede reconocer las partes del todo, pero siempre estableciendo una relación de dependencia entre ambos. En las exclamaciones: mira, un muñeco de nieve sin cabeza y mira, allá está la cabeza del muñeco, esto se ve claramente.

La carencia de este principio en psicología ha provocado la aparición de múltiples psicologías que parecen contraponerse o, en el mejor de los casos, agruparse en forma de corrientes que jamás se relacionan entre sí. No es fortuito que se hable de psicología colectiva por un lado y psicología individual por otro; de individuo y sociedad; de psicología social sociológica y psicología social individual; de macropsicología y micropsicología; etc. Incluso es bastante ingenuo y rudimentario seguir pensando que existen niveles de explicación para la psicología cuando lo individual sólo es posible a partir de lo colectivo y viceversa. Sin embargo muchos psicólogos, sobre todo los de corte social ortodoxo y positivista, siguen creyendo que los supuestos descubrimientos a los que llegaron explicaban el universo mientras sólo organizaban su experiencia. Las verdades sólo se construyen, jamás se descubren. Las verdades, incluso las científicas, son una faceta de la armonía en forma de conciencia colectiva.

En psicología se ha jugado bastante mal con el principio de causalidad. Gran parte de la psicología moderna ha supuesto simplemente que la forma causal de explicación es la correcta (Harré; Clarke & De Carlo 1984:21), porque se ha tendido un puente entre la constatación de una serie de proposiciones y la experiencia. Se ha creído demasiado en la noción de regularidad, lo cual ha hecho posible la formulación de leyes del comportamiento e incluso del pensamiento, pero tanto los principios como las leyes de la psicología sólo están en los libros, jamás en la vida cotidiana. La psicología, una y otra vez, se ha convertido en una disciplina que en vez de manipular hechos, maneja sólo palabras.

Los vicios de los cuales hablábamos anteriormente, han liberado ciertos imperativos que han derivado en un afán de querer traducir todo a relaciones entre variables, hábito que ha arraigado profundamente en psicología, pero se ha olvidado que es el observador quien construye esas relaciones y no la naturaleza la que las determina. ¿No es cierto que el hilo conductor de cualquier historia es el resultado de un acto interpretativo? A pesar de todo a la psicología le falta bastante para darse cuenta de ello. La aplicación del principio hologramático para la configuración de una psicología de lo complejo resulta necesario para volver a unir lo que muchos separaron. Así como la memoria está en los recuerdos, los recuerdos están en la memoria; la tristeza está en el llanto como el llanto en la tristeza; la razón en el pensamiento como el pensamiento en la razón y así sucesivamente. Los psicólogos de rueca no pueden seguir particularizando la realidad y estudiando las partes sin entender el todo (postura reduccionista ingenua), mucho menos estudiar el todo sin entender las partes que lo componen (postura holista ingenua). De alguna manera hace falta entender que la realidad se presenta como todo y parte a la vez y que lo uno contiene a lo otro. Lo único está en lo múltiple y lo múltiple está en lo único. Parece simple juego de palabras, pero yo, siempre es otro.

Debe quedar claro que los tres principios para la configuración de una psicología de lo complejo se encuentran estrechamente relacionados. El dialógico conecta con el de recursividad organizacional y éste con el hologramático que lleva al principio que sirvió como punto de partida. Tomar un punto de partida, para este caso, sólo se convierte en un pretexto en tal sentido que el principio es el final y viceversa. Es decir, un final siempre es un nuevo principio y un principio siempre es un final anunciado. La psicología no es posible sin metáforas e imágenes, por lo que es irreductible a la transfiguración de relaciones en leyes y quien siga pensando que la psicología estudia sólo pensamiento o comportamiento por separado debe seguir ejercitando su apagada epistemología con viejas y conocidas técnicas de adoctrinamiento psicológico. Después de todo, todos llevamos algo de psicólogos dentro.

Conclusiones

Primera

Requerimos de diversos modos de mirar y pensar la realidad y abrir (diversificando quizá), múltiples frentes para el análisis.

tabla

Segunda

Para ganar profundidad el análisis, el encuentro con una realidad compleja nos lleva a diversas perspectivas insospechadas:

a) Un mundo de conceptos que aparece como un mundo impregnado de borrosidad (Munné 1995:3), es decir, de conjuntos borrosos (C.f. Zadeh 1965) y pensamiento borroso (C.f. Kosko 1994).

b) Un mundo cuyo espectáculo consiste en un movimiento incesante de nacimiento, de desarrollo y de destrucción de las formas: en donde el sujeto es el actuante que sobrevive a las catástrofes (C.f. Thom 1972).

c) Un mundo donde la forma original (gran escala), es reproducida por otra (pequeña escala), que se le parece (C.f. Mandelbrot 1982). Donde la parte reproduce al todo viceversa.

d) Un mundo donde las mínimas causas engendran grandes efectos (C.f. Lorenz 1993). Condición necesaria para la construcción de teorías nuevas, de los que la mecánica cuántica y la teoría microscópica de la irreversibilidad nos dan ejemplos brillantes (Prigogine 1983:188).

Tercera

Asistimos pues al encuentro con la complejidad, abandonando las postura clásicas que suponer que la vida se estudia en abstracto porque es necesario entender que la vida se estudia desde la vida misma (C.f. Morin 1980); renunciando a la suposición de que somos un trozo congelado de naturaleza estudiando la naturaleza (Op. cit. 1977); y aceptando que somos una parcela de pensamiento que estudia pensamiento (Op. cit. 1986); o simplemente un derivado de la abstracción que se abstrae (Op. cit. 1991). La configuración de una psicología de lo complejo obliga. Y obliga a aceptar que a la noción de verdad de falta una dimensión temporal ligada al término "hasta ahora" para relativizar dicha noción al patrimonio de registros que hemos estado en condiciones de acumular (Geymonat 1985:101), de tal suerte que las perspectivas convencionales de mirar la realidad tienen que renovarse en tanto que la realidad se desdobla continuamente y eso que parecía (a los ojos del espectador y el aficionado) unidimensional (analógico), se convierte (a los ojos del fanático), en multudimensional (digital).

Cuarta

Debemos reconocer que nos enfrentamos ante diversos puntos críticos que cuestionan nuestro quehacer como profesionales, pero sobre todo que nuestra disputa no es con el mundo de lo complejo sino con la complejidad del mundo que hemos configurado:

  • Más y más gente entra en crisis por múltiples razones mientras que los psicólogos no logran ponerse de acuerdo en qué constituye la materia de la disciplina (Gergen 1991:99-100);
  • Un gran porcentaje de la población se muere de hambre mientras los nutriólogos se enriquecen dictando dietas a personas que no quieren comer lo que podrían compartir;
  • Desarrollos vanguardistas de la ingeniería química se destinan a la fabricación de armas o drogas de síntesis que aniquilan personas en vez de mantenerlas vivas;
  • Las ciudades se vuelven inhabitables porque la administración y diseño del espacio queda fuera del alcance de las manos de los urbanistas y arquitectos quienes se dedican a construir centros turísticos, comerciales o culturales;
  • Las capacidades lingüísticas de expresión de las emociones se pierden mientras los comunicólogos perfeccionan sus técnicas para vender programas de televisión o videos que alejan al público de sus propios sentimientos, pensamientos y sensaciones;
  • Múltiples miedos (el miedo al Otro, a la exclusión y al sinsentido), toman las riendas de la vida cotidiana mientras los políticos siguen llenando el futuro con promesas (Lechner 1998:181 y 196); etcétera.

De ahí que la psicología de lo complejo no sea una solución sino simplemente una alternativa de investigación.

Quinta

La complejidad ha sido tratada como un constructo científico integrador, con valor paradigmático (Munné 1993), aunque no se disponga de una definición precisa y que goce de amplia aceptación entre las diversas comunidades de "científicos". El interés epistemológico por la complejidad constituye un enfoque natural de la realidad y tomar la postura soberbia de negarlo, es negar la compleja naturaleza de la realidad. No es que la realidad sea desordenada sino que debemos desordenar la mirada que ordenamos para entenderla mejor.

Sexta

La psicología no es una cuestión de obediencia sino de irreverencia y todo lo anterior, quiero remarcarlo, es una invitación a comer palomitas a puños y no escrupulosamente como se enseña en las universidades.

Nota Editorial: Conferencia dictada el 2 de diciembre de 1999 en la UAM-I en la Mesa Redonda Psicología y Complejidad. La presente versión fue modificada y ajustada para su publicación.

Referencias

Böhme, G (1992), "Perspectivas de una filosofía de la naturaleza de orientación ecológica" en Fischer, H.R.; Retzer, A. & Schweizer, J El final de los grandes proyectos, Gedisa, Barcelona, 1997, pp. 71-83.

Collins, R (1994) Cuatro tradiciones sociológicas, UAM-I, México, 1996.

Davies, B & Harré, R (1990) "Posicionamiento la producción discursiva de la identidad" en Sociológica, 39, ene-abr, 1999, pp.215-239.

Gergen, K (1991) "Hacia una psicología posmoderna" en Investigación Psicológica, vol.1, México, pp. 97-109.

Geymonat, L (1985) Límites actuales de la filosofía de la ciencia, Barcelona, Gedisa, 1993.

Harré, R. (1979) El ser social, Alianza, Madrid.

Harré, R; Clarke, D & De Carlo, N (1984) Motivos y Mecanismos, Paidós, Barcelona, 1989.

Ibáñez, T (1997) "Why a Critical Social Psychology?" en Ibáñez, T & Iñiguez, L., Critical Social Psychology, SAGE Publications, London, pp.27-41.

Kosko, B. (1993) Pensamiento Borroso, Crítica, Barcelona, 1995.

Lechner, N. (1998) "Nuestros miedos" en Perfiles latinoamericanos, #13, FLACSO, México, pp.179-198.

Lorenz, E. (1993) La esencia del caos, Debate Pensamiento, Madrid, 1995.

Mandelbrot, B. (1982) The fractal Geometry of Nature, W.H. Freeman, San Francisco.

Maturana, H & Varela, F (1984) El árbol del conocimiento, Editorial Universitaria, Santiago de Chile.

Maturana, H (1996) La objetividad, un argumento para obligar, Dolmen, Santiago de Chile.

Moles, A. (1990) Las ciencias de lo impreciso, UAM-A - Porrúa, México, 1995.

Morin, E. (1977) "El método", t.1, La naturaleza de la naturaleza, Cátedra, Madrid, 1981.

Morin, E. (1980) "El método", t.2, La vida de la vida, Cátedra, Madrid, 1983.

Morin, E. (1986) "El método", t.3, El conocimiento del conocimiento, Cátedra, Madrid, 1988.

Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1994.

Morin, E. (1991) "El método", t.4, Las ideas, Cátedra, Madrid, 1992.

Munné, F (1993) "La teoría del caos y la psicología social" en Fernández, I & Martínez, F (comps), Epistemología y procesos psicosociales básicos, Sevilla Eudema.

Munné, F (1995) "Las teorías de la complejidad y sus implicaciones en las ciencias del comportamiento" en Revista Interamericana de psicología, vol. 29, # 1, pp.1-12.

Parker, I (1997) "Discourse analysis and psychoanalysis" en British Journal of Psychology, Great Britain, pp.479-495.

Prigogine, I. (1983) El tiempo y el devenir, Gedisa, Barcelona.

Schutz, A (1962) El problema de la realidad social, Amorrortu, Buenos Aires, 1974

Schutz, A (1972) La fenomenología del mundo social, Paidos, Buenos Aires.

Thom, R. (1972) Stabilité structurelle et morphogénèse, InterEditions, Paris.

Zadeh, L. (1965) "Fuzzy Sets" en Information and Control, #8, pp.338-353.

Home | Indice | Números Completos | Instrucción para Autores
Cinta de Moebio
Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X