Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales Gibert, J. 2005. Formalismo, sistemismo y explicación: comentarios a la teoría sociopoiética. Cinta moebio 22: 83-99 Formalismo, sistemismo y explicación: comentarios a la teoría sociopoiética Formalism, sistemism and explanation: comments on sociopoietic theory Jorge Gibert Galassi (jgibert@uvm.cl) Doctor en Filosofía. Académico de la Universidad de Viña del Mar (Chile) Abstract This essay discusses three axioms of sociopoietic theory from the point of view of philosophy of social science. The first axiom, its de-ontologised character, it is associated to theory formalism and it allows to question the validity of a factual theory that do not presuppose the reality. The second one, allow to discuss the pertinence of the social system concept adopted by the sociopoietic view. Finally, argue that a theory about something it is not possible without having an explanation about this "something", and it is asked how an epistemology of the event can acquired content excluding the radical determinism and including the problem of the agent in its whereabouts. Key words: philosophy of science, sistemism, explanation, sociopoiesis Resumen El trabajo discute tres postulados de la teoría de la sociopoiésis desde el punto de vista de la filosofía de las ciencias sociales. El primer postulado, su carácter desontologizado, se asocia al formalismo de la teoría y permite cuestionar la validez de una teoría factual que no presupone la realidad. El segundo, incita a discutir la pertinencia del concepto de sistema social adoptado por la óptica sociopoiética. Finalmente, enuncia que una teoría sobre algo no es posible sin tener una explicación sobre ese "algo", y se pregunta cómo una epistemología del suceso puede adquirir contenido excluyendo el determinismo radical e incluyendo la problemática del agente en sus consideraciones. Palabras clave: filosofía de la ciencia, sistemismo, explicación, sociopoiesis Recibido el 01-Dic-2004 Introducción(1) La teoría de la sociopoiésis (que me imagino podría traducirse por "organización de lo social") o teoría de la autopoiésis aplicada a la sociedad, es una mezcla entre ideas tales como autorreferencia (o sea, la propiedad de los sistemas de sentido de interpretar el mundo exclusivamente desde su óptica), la autoproducción (o la propiedad de ciertas estructuras de producir procesos cuyos productos son los elementos de esos mismos procesos) y autoorganización (o la idea que la dinámica de todo sistema tiende a un orden de manera espontánea a través del tiempo). Sus orígenes podemos encontrarlos en las ideas de Humberto Maturana, Francisco Varela y otros científicos, americanos y europeos. Pero el cuerpo central de la teoría lo constituye sin duda la teoría de sistemas sociales de Niklas Luhmann, de gran popularidad desde fines de los años ochenta. En los últimos años, la sociopoiésis ha conectado también con las ideas del campo de investigación denominado caoplejidad, neologismo que relaciona las ideas del caos con la teoría de la complejidad o sistemas complejos. El presente trabajo es una discusión sobre la teoría sociopoiética, pues, dada la naturaleza de lo social: ¿Cómo avalar una postura que trata de una realidad plural emergente si partimos de una teoría estática, que postula estructuras a la vez cerradas y discretas, fundada en una epistemología que construye la realidad del mundo en vez de "suponerlo" (aunque no lo niegue)? Tal parece ser el desafío de la óptica sociopoiética ó teoría de la autopoiesis aplicada a los fenómenos de la realidad social. Mi interés principal es el análisis de importantes postulados de la teoría sociopoiética, desde la filosofía de las ciencias sociales. Crítica al formalismo Un punto especialmente problemático de toda teoría científica es que la investigación de estructuras reales debe tener un punto de inicio, siempre parcial y aproximado: una hipótesis. La precariedad de todo inicio ha hecho pensar a los irracionalistas que la ciencia es de una arbitrariedad máxima y, de algún modo, una empresa trivial. Los datos habitualmente confunden en vez de aclarar y las leyes más bien se esconden tras el material empírico acumulado. Por ello es que toda realidad debe ser en principio presupuesta en el marco de ciertas estructuras y formas capaces de acoger las hipótesis correspondientes. Tales estructuras son creadas. El enfoque sociopoiético, como cualquier otro, adopta una teoría estática, una arquitectura lógica. Una proposición fundamental de ella es que no supone una realidad objetiva y se vanagloria de ser una teoría desontologizada. El hecho que las teorías estáticas son creadas ha llevado al enfoque sociopoiético a postular la impertinencia de suponer una realidad objetiva y con ello a defender la idea que es una teoría desontologizada. Sin embargo, como primer argumento crítico de esta idea, habría que decir que aunque Luhmann rechaza el supuesto que existe una determinación ontológica, curiosamente, acepta complaciente la suposición de que existen sistemas de sentido reales, en tanto sistemas de observación (o trazadores de distinciones). Ello induce a pensar que acepta una suerte de determinismo epistemológico (puesto que conocer es imposible sin observar). La ciencia es una empresa cuyo único objetivo es conocer verdaderamente la realidad, por lo que postular la existencia de una realidad objetiva, aún cuando no supongamos nada sobre ella, y rechazar, al mismo tiempo, la teoría de la correspondencia, que implica la posibilidad de describir más o menos fielmente el mundo externo, es un contrasentido máximo. Otra cosa es aceptar que la realidad es escurridiza, heterogénea y compleja, pero esto sólo hace más loable la empresa científica. La pureza, por otro lado, está asociada al ideal científico de la universalidad. Evidentemente, la sociología aspira a una sola teoría de la sociedad, y la teoría sociopoiética comparte con otras esa pretensión de universalidad (Luhmann 1991). Desafortunadamente, Luhmann parece haber confundido esto con la búsqueda de un único principio formal que permita derivar toda la teoría de la sociedad. En un afán hegeliano, ha reducido la acción a la comunicación y ésta a la notificación de la diferencia sistema entorno, que el sistema hace y comunica al entorno. Pero allí es donde la clausura operacional, es decir, su idea que la función de cada sistema social es producir comunicaciones de una forma "cerrada", no nos permite acceder a la idea de comprensión y a validar la posibilidad de la comprensión. Posiblemente, se argumente que no comprendo la autorreferencialidad de los sistemas sociales, esto es, la idea que el sistema surge en la distinción respecto al entorno y no tiene un carácter ontológico, "lo que significa que se refiere a si mismo tanto en la constitución de sus elementos como en sus operaciones fundamentales... y utiliza esta diferencia sistema/entorno como principio orientador y generador de información" (Arnold y Rodríguez 1991:87). Sin embargo, que yo sepa, los únicos que hacemos distinciones somos los seres humanos, que son parte del entorno. Efectivamente, dejar al agente "fuera" genera una profilaxis teórica interesante y permite centrarse en los problemas propios de los sistemas sociales. Pero este es un triunfo cuestionable. Elegante y fútil, tal parece ser la arquitectura de la teoría sociopoiética. Pero allí es donde aparecen los "problemas de heterogeneidad", constitutivos a toda realidad compleja. El principio de la diferencia, aparece como menesteroso para tal análisis. Si pensamos en el conjunto de las sociedades humanas o grupos sociales, ciertamente constatamos una gran heterogeneidad. Cada sociedad es particular, pero de allí a pensar que, por eso, es imposible indagar sobre su sentido profundo, es una falsedad absoluta. Se ha argumentado (Hollis 1998) respecto del problema de la racionalidad y el relativismo, que cada sociedad tiene su "urdimbre de creencias", donde cada hilo depende del otro hilo, de tal forma que cada participante de esa cultura no le es permitido escaparse de las redes de esos significados porque es el único mundo que conoce. Dice Hollis, sobre los miembros de una comunidad, "la urdimbre no es una estructura externa en la que está atrapado. Es la textura de su pensamiento, y no puede pensar que su pensamiento sea falso" (Hollis 1998:268). Sin embargo, no puede ser verdad que una cultura, por muy especial que parezca, sea absolutamente cerrada. De ser así, las traducciones del alemán al español o del inglés al japonés, serían "imposibles" y, aún cuando sabemos que hay matices semánticos que es difícil entender, todos damos por sentado que "realmente" entendemos lo que las traducciones nos indican. Caso contrario, toda la industria editorial sería un fraude a nivel planetario y pensar en que tamaño fraude es posible, es un absurdo. Luego, hay razones no sólo filosóficas para rechazar el relativismo hermenéutico radical. Es curioso que tal claudicación y pureza no haya impedido lidiar a los teóricos de la sociopoiésis con el difícil problema de la reflexividad. Sin duda, la teoría de la sociedad de Luhmann implica una lectura de la realidad que incluya esa misma lectura como parte de la realidad misma. Es la pretensión autorreflexiva de la teoría. Una forma de resolver esto es formalmente, usando la teoría de las distinciones (Spencer-Brown 1977). Las tesis a la base de este enfoque podrían resumirse, siguiendo el prefacio a la edición de "Sistemas sociales" de Luhmann, así: 1) el análisis versa sobre la diferencia entre sistema y entorno; 2) supone la existencia real de los sistemas; 3) afirmando que los sistemas se vuelven sistemas iterando sus operaciones y reproduciendo su diferencia con el entorno, esto es, autopoiéticos; 4) es una teoría que se observa a si misma como sistema, para poder observar su observación; 5) afirma que la teoría de la acción es insuficiente y que debe ser reemplazada por una teoría de la comunicación si quiere utilizar el concepto de sistema y analizar los sistemas sociales como clausurados operativamente. El planteo epistémico es de naturaleza circular ontológica. Remitiéndonos a la formulación de 3), cuando el entorno E se expresa como función del sistema: E = f (S) y el sistema S se expresa como S = f´(E) podemos sustituir E en la segunda expresión como S = f´[ f (S)] El sistema se ha convertido en una recursión autorreferencial de si mismo, lo cual rompe la lógica de la concomitancia (Durkheim) o el planteo dialéctico o interactivo de Giddens y Bourdieu. Para Arnold y Rodríguez (1991), una lógica no estática tiene un componente temporal y esto se demuestra puesto que los sistemas observadores (y la sociedad es el conjunto de tales sistemas, además de un objeto semántico que todos los sistemas procesan como tema) necesitan trazar una distinción entre ellos y su entorno para hacer una indicación. Para ellos, "esta distinción debe reingresar en lo distinguido mediante ella. Por lo tanto, aparece duplicada como forma que permite la indicación y como forma en la forma. Allí se produce una paradoja, pues se trata de la misma y no de la misma distinción. Es por ello que esta lógica de Spencer-Brown puede comprenderse como un cálculo para el procesamiento de una paradoja" (Arnold y Rodríguez: pág. 92). Si hemos de creer en la historia del profundo impacto que dicha solución causó a Russell, a propósito de su teoría de los tipos lógicos, habría que precisar si tal solución a las paradojas semánticas, tiene o no algo de provechoso para la construcción de la teoría o si sólo es un buen instrumento anticonceptivo de posiciones absolutistas en teoría sociológica. La razón por la cual las Laws of form (1977) de George Spencer-Brown es tan importante para la teoría de sistemas sociales es debido a que la "distinción" nos informa sobre la indeterminación de toda distinción, respecto del lado indicado y respecto de la distinción misma. Es decir, en palabras simples, nos informa sobre la unilateralidad de todo acto de distinción, donde esta indica un lado y al hacerlo define un entorno. Pero habría que ver si la solución que nos provee la teoría de las distinciones es un caso límite de la teoría, aplicable sólo a la dimensión reflexiva de los sistemas de sentido y de que modo. Lo que se plantea a nivel lógico es que los sistemas sociales reales, los sistemas de comunicación, son autorreferentes, pues incluyen la diferencia sistema entorno como parte de su proceso interno de autorreferencialidad. Sin embargo, más allá de la ganancia consistente en poder analizar afirmaciones paradojales como "decidir no decidir", que también podría ser analizada como ausencia de decisión, en el marco de sistemas decisorios, no vemos contribución alguna. El trabajo de Spencer-Brown no aplica en el caso de una ciencia factual. Otros argumentos en torno al rechazo de la tesis de la desontologización de la teoría pueden encontrarse en varios otros lugares (Zolo 1986; Wagner 1997; Viskovatoff 1999). Este formalismo de la teoría nos hace pensar, como lo indica el profesor Nafarrate en el prólogo de "Sistemas Sociales" (1991), que la teoría de sistemas sociales es un instrumento o una forma de pensar y razonar. Pero cabe preguntarse si tal teoría lo es strictu sensu, debido a su ambigüedad dinámica (o de contenido), pues aunque parezca pasado de moda, toda teoría tiene contenido factual o hace afirmaciones sobre la realidad, pudiendo ser refutada o verificada –al menos criticada– factualmente o a partir del material empírico que ofrece como evidencia o heurística. Tener una teoría es tener explicaciones sobre el modo de ser de un objeto conceptual referido a entidades (cosas), propiedades y relaciones. Sin explicación no hay disciplina. Determinismo y reduccionismo sociológico El segundo problema, epistemológico y asociado a la ontología, se deriva de la tercera antinomia Kantiana, entre libertad y determinismo. ¿Pueden las explicaciones sociológicas de Luhmann, adoptar una forma tal que haga compatibles la libertad individual con el determinismo o, por el contrario, ambas posturas son incompatibles? Respecto de estas posiciones filosóficas, nuestra postura inicial es que, primero, siendo el determinismo la hipótesis filosófica necesaria e ineludible para trabajar en ciencia, debemos suponer que podemos encontrar leyes sociales y elaborar explicaciones. Tales leyes sociales pueden tener formas elegantes matemática o estadísticamente (del tipo Paretiano) o lógicas y genéricas, del tipo "las sociedades nómades son ganaderas". El que tales leyes deban tener muchos supuestos para que "funcionen" (como en los modelos econométricos) carece de importancia. El que la mayoría de las leyes sociales no tengan validez universal, atemporal y ageográfica, sino que funcionen para cierto contexto o bajo ciertos parámetros, carece de importancia. Todo lo anterior no afecta, de manera, alguna la tesis que existen leyes sociales y podemos conocerlas. En segundo lugar que, asumiendo como verdad lo primero, ello no implica negar que la voluntad humana individual, con enérgica expresión en los grupos y organizaciones, juegue un rol en la historia humana. El "ruido" estadístico (la suma de las libertades individuales y sus consecuencias prácticas) de las ecuaciones sociológicas puede transformarse, a través del tiempo, en ruido "sistemático" y, por ende, en una nueva variable explicatoria. Por otra parte, el complot, la colaboración y el consenso son factibles y son mecanismos eficientes para modificar todos los cursos de la historia. No importa la fuerza de la legalidad, siempre es posible establecer nuevas reglas del juego. El determinismo es la tesis que todos nuestros estados mentales y actos, incluidos nuestras decisiones y acciones, son efectos necesarios precedidos de causas. Así, nuestros futuros están de hecho mezclados e inalterables, en el mismo sentido que lo está el pasado. La verdad o falsedad de esta tesis depende de nuestra naturaleza, incluyendo la física y biológica; y no de nuestros deseos, esperanzas u otros sentimientos. La doctrina afirma que: i) todo lo que pasa esta determinado por el evento precedente. Dada una completa información del mundo al tiempo t, los deterministas creen que el estado del mundo en un tiempo t + 1 puede ser deducido, ii) nada es creado ex – nihilo, y, iii) todo evento es una instancia de la operación de las leyes de la naturaleza. La historia del determinismo es la de Newton y sus ecuaciones que permiten predecir la posición de una partícula si existe la información suficiente. Los logros de tal filosofía permitieron pensar, erróneamente, que los seres humanos son sistemas predecibles de la misma manera que lo son los sistemas físicos. Si la ciencia moderna postula el determinismo ontológico, esto es, la hipótesis que todos los acontecimientos son según leyes y que nada nace de la nada ni se sume en ella: ¿existe, entonces, la libertad humana? ¿En qué consiste la libertad humana, cuáles son sus propiedades y cómo se conecta con el determinismo? A ello, se suma el debate epistemológico: podemos determinar conceptualmente (conocer) los hechos y las estructuras de la realidad, pero ¿cómo podemos determinar "hechos de libertad" (procesos artificialmente inducidos o construidos por obra de una voluntad maquiavélica, efímera y contingente; ajenos a la legalidad o a la regularidad)? Todo lo cual se resume en la paradoja que, si la realidad humana está determinada, podríamos explicarla y predecirla, pero al hacerlo ¿quién no se vería tentado a modificarla, a "hacer uso de su libre albedrío" y, finalmente, a invalidar toda posibilidad de conocimiento de los asuntos humanos? El caso de la teoría de Luhmann es sintomático del determinismo en sociología. Aunque dudo que el autor hubiera estado de acuerdo con esta proposición, creo que su propuesta intenta formalizar e, inclusive, axiomatizar, un elevado número de proposiciones bajo la forma de leyes generales, de tal modo de poder afirmar una teoría sociológica compatible con la lógica moderna y la matemática discreta. Es decir, un modelo nomológico determinista en lo formal, luego con pretensión de universalidad, cuyo objeto son los sistemas cerrados y, por ende, lo que la convierte en una teoría altamente predictiva. Sin embargo, ¿cómo podría serlo sí sistemáticamente evita la confirmación empírica, impide la elaboración de modelos testeables y dogmáticamente insiste en la pobreza de la teoría? Además, este modelo nomológico formal se construyó en base a la idea que lo social se explica por lo social, o sea, bajo la égida de los parámetros del reduccionismo sociológico convencional. Demasiado conservador, Luhmann crea una teoría exactamente en el mismo sentido de los clásicos (Durkheim, Weber y en un sentido restringido también Parsons) que sólo explica o pretende explicar lo social por lo social. Habría que decir que, desde ese punto de vista, su teoría es muy parcial. El mejor ejemplo de su purismo teórico es la prescindencia del sujeto en la explicación de los fenómenos sociales, lo que hace que su teoría, epistemológicamente, sea idealista. En eso, establece una línea de continuidad con la idea que los fenómenos sociales se explican por los fenómenos sociales, y ello ocurre en un mismo nivel; idea fecunda pero que ha mostrado dificultades en los desarrollos de las teorías sociales recientes, siendo reemplazada por la idea de teorías económicas de nivel intermedio, que articulan los niveles macro y micro (Solow 1993) y la idea de la transdisciplinariedad e interdisciplina. Según Luhmann, la libertad del individuo no tiene nada que decir respecto de la libertad o indeterminismo social. Salva el impasse trasladando al individuo al entorno y desde allí, a través del axioma de la apertura comunicacional, le otorga un rol en la evolución social y en la transformación de los sistemas. Pero, seamos francos, es un rol anecdótico y de mínima importancia, con lo cual quedan sin cubrir todos los tópicos de la microsociología desde el punto de vista de la explicación de la génesis del cambio. La solución de Luhmann es formal. Según Luhmann, el rol de la libertad en la evolución no existe. Sólo existe indeterminación y contingencia (además, ubicada en el entorno). La evolución se verá siempre desde el ángulo que la vemos, uno más y arbitrario como cualquier otro, pura semántica, es decir, conexión de estructura social con ciertos "modus operandi" de los medios de comunicación generalizados. La individualidad, el yo, es un asunto del sistema social "de todo lo que sociológicamente sabemos y suponemos sobre la génesis social de la individualidad a nivel personal, no nos es posible deducir que la necesidad de alcanzar dicha individualidad personal y la posibilidad de objetivarse a sí mismo y a los demás pueda ser aclarada mediante constantes antropológicas. Tal necesidad y su posibilidad de expresión y reconocimiento en el campo de las relaciones comunicativas se corresponden, más bien, con la complejidad y la tipología diferenciada del sistema social" (Luhmann 1985:15). La psicología no es más que el discurso sobre el individuo desde el punto de vista de los códigos del sistema ciencia. Nosotros, que adherimos a la idea que si existen ciertas cosas de cierto modo, independientemente de cómo discutamos sobre ellas, no podemos estar de acuerdo en esta posición. Ello no impide aceptar que –tesis externalista– entre las "verdades" de la ciencia, siempre existe o es factible detectar algo de semántica social, por ejemplo, sobre lo que es el individuo o la individualidad. Pero la libertad consiste en tomar riesgos optando por una alternativa –que es lo único que se puede hacer, desechando el resto de alternativas– consiste en actuar (homo faber) construyendo la realidad y el futuro, no en un sentido constructivista, sino real, con modificación de situaciones concretas al interior de un sistema concreto, "sucio-empírico" y no "elegante-ideal", que habitualmente interconecta diversos niveles de realidad. Luhmann rechaza esta posibilidad, dejándola en el entorno. La libertad, hasta donde sabemos, sólo es concebida como producto sociológico discursivo o representación social en la obra de Luhmann. Las instituciones semánticas hacen que ciertas comunicaciones improbables sean probables. La libertad, sociológicamente hablando, consiste en la plausibilización de que ciertos temas puedan ser comunicados socialmente, esto es, que sean seleccionados, comprendidos y re-estabilizados en función de un código sistémico, de algún sistema social, antiguo o nuevo. Es decir, que se transformen en un medio de comunicación generalizado. La responsabilidad de que ello ocurra, Luhmann, la deja en el entorno, en los individuos, que escriben cartas, opinan, editan libros o aparecen en los medios masivos de comunicación social, lo que posibilita un aumento de las probabilidades evolutivas, históricamente consideradas. Postulo que el compatibilismo es el enfoque correcto sobre el determinismo y la libertad, ya que indica que eventualmente somos libres y moralmente responsables, aún cuando todos los eventos están determinados causalmente. El compatibilismo defiende su posición diciendo que el contrario de libertad no es causa o determinismo sino coacción u obligación. Un acto libre es un acto de un agente hecho de cierta manera, escogido respecto de otros bajo un cierto respecto y en ese acto el agente es moralmente responsable aún cuando este determinado. Filósofos compatibilistas niegan que el determinismo tiene algún efecto sobre la libertad y la responsabilidad moral. Libertad y determinismo son compatibles. Esto es así, en parte, porque "condensa" la argumentación respecto del problema sociológico general de "cómo es que la sociedad –mediante sus normas y costumbres– está internalizada en el individuo; y de cómo es que el individuo –mediante su innovación y libre albedrío– recrea a la sociedad". En efecto, cada vez que interactuamos entre individuos, utilizamos a veces las pautas preestablecidas o creamos pautas originales de relación, que pueden convertirse en pautas preestablecidas más tarde. Es decir, en una interacción social se activan mecanismos resolutivos del problema sociológico general antes mencionado. ¿Cómo es posible que dos seres humanos (o más), se relacionen y construyan un sistema "social", de orden superior, compuesto por elementos, con propiedades constitutivas o emergentes, que son y no son respectivamente, atribuibles a los individuos que constituyen tal sistema? Esto nos conecta con nuestro tercer problema: el concepto de sistema. Sistemismo y teorías sociológicas Este problema consiste en que, ontológicamente, la fenomenología de lo social reconoce ciertas categorías de hechos (matters of facts) como más importantes que otros. Desde mi perspectiva, los "sistemas" son más importantes que los "procesos", y éstos, a su vez, más importantes que los "sucesos". Obviamente que todos los hechos cuentan, pero la categoría central de la arquitectura filosófica de las ciencias sociales es el concepto de sistema. Ello no se condice con lo planteado por Luhmann, pues el concepto de sistema sólo es relevante semánticamente, desde cierta teoría aplicada, pero cuya filosofía es una "ontología del suceso" o de la contingencia de la "operación" (draw a distinction). Al desontologizar los sistemas, los hace teóricamente irrelevantes. Afortunadamente, un interesante debate se ha abierto en los últimos años sobre el concepto de sistema social desde la filosofía de las ciencias sociales anglosajona. El concepto de sistema ha tenido un tratamiento sistemático desde una óptica absolutamente distinta, que releva el papel de los mecanismos y de la emergencia en la comprensión y explicación de los sistemas sociales. El precursor del enfoque sistémico de la sociedad fue Parsons (1937); mientras que el primero en realizar un tratamiento explícito del fenómeno de los mecanismos sociales fue Merton (1948) en su ensayo "funciones manifiestas y latentes" del volumen "Teoría y estructuras sociales". Pero sólo en 1990, aparecieron discusiones metateóricas sustantivas sobre la óptica sistémica y los mecanismos sociales. Diez autores colaboraron en Social Mechanisms: An analytical approach to social theory (Hedström y Swedberg 1998), incluyendo a Raymond Boudon, J. Elster y Arthur Stinchcombe, además de los editores del volumen, Peter Hedström y Richard Swedberg. En 1997, Mario Bunge publicó el artículo "Social Mechanisms" en la prestigiosa revista Philosophy of the Social Sciences, y en los últimos dos volúmenes del 2004, Andreas Pickel, Charles Tilly, Renate Mayntz, Keith Sawyer, S. Sadovnikov y el propio Bunge discutieron sobre la aproximación sistémica y el estudio de los mecanismos sociales. Una característica de esos desarrollos es su insistencia en una epistemología realista y su rechazo del constructivismo y el irracionalismo. La concepción inicial de sistema de Bunge fue la siguiente (1997): Definición 1: La terna ordenada n = < C (s), M (s), E (s) > representa un sistema concreto "s", sí y sólo si C (s), llamada la composición de s, es el conjunto de los elementos de s; M (s), llamado el medio de s, es el conjunto de los elementos, diferentes de los elementos de s, que se relacionan y vinculan con éstos; y E (s), llamada la estructura de s, es el conjunto de las relaciones y vínculos entre elementos de s, o elementos de s y elementos del medio de s. Definición 2: Sea P una propiedad de bulto de un sistema s (o sea, una propiedad de s como un todo), entonces: P es una propiedad resultante de s si y sólo si P es también poseída por alguno de los elementos de s; De lo contrario, P es una propiedad emergente (o gestalt) de s. La crítica que recibió básicamente consiste en que su posición no es algo que difiera mucho del individualismo metodológico clásico, que adopta la metodología de las ciencias sociales. Desde ese punto de vista, es mucho más interesante, sociológicamente hablando, la postura de Luhmann. Como afirma Raymond Boudon en el prólogo del libro de Bunge "La conexión entre sociología y filosofía" (1999), esa postura es sólo otro nombre para el "individualismo metodológico contextual" (del mismo Boudon) o el "individualismo metodológico" de Weber. De hecho, los elementos del sistemismo de Bunge siguen siendo los individuos, no la doble contingencia de las expectativas, como ha defendido la teoría sociológica y como se postula aquí. Sin embargo, hay un conjunto de avances en su propuesta. El primero, es el carácter ontologizado de su visión, realista. El segundo, su distinción entre exoestructura y endoestructura, que resuelve la solución idealista formal de Luhmann respecto de la frontera entre sistema y entorno. El tercer avance es la distinción entre propiedades emergentes y resultantes, al interior de las propiedades de bulto. Habría que agregar, que tal confirmación sólo puede provenir de la indagación empírica, lo cual resta dogmatismo al enfoque, a diferencia de Luhmann. Cuarto, su concepción sistémica mecanísmica hace eco y se enlaza con una vasta tradición sociológica, tanto teórica como empírica. De allí, el uso de ejemplos (y no metáforas) sociológicamente relevantes, tales como los agregados (multitud, clase, ciencia) y los sistemas (escuela, empresa, pandilla), los roles (profesor, padre de familia, juez), mecanismos sociales (socialización, control, integración), propiedades emergentes (cohesión, estructura, mecanismos) y muchos otros; que dista mucho de un lenguaje con tintes biologicistas (acoplamiento estructural, mecanismos simbióticos), cibernéticos (operación, programa, código, re-entry) y formales (la diferencia de la diferencia y cosas por el estilo), que sólo aumenta las sospechas de que su visión del objeto es fenomenológicamente confusa. Finalmente, el quinto avance lo constituye su formulación unívoca de al menos dos propiedades emergentes universales de todos los sistemas, cuales son la que todo sistema surge de procesos que se interconectan (y se desarrolla en la medida que tales procesos desarrollan tal conectividad) y la que todo sistema tiende a la desintegración como resultado de conflictos internos o choques externos; además de sus formulaciones específicas, tales como que las propiedades emergentes de sistemas como el ejercito, son la jerarquía, la cadena de mando y otros. Estos y otros avances permiten una concepción no sólo epistemológicamente convincente, sino también útil (Bunge 1999, 2001, 2004a y 2004b). Sin embargo, el rechazo absoluto de Bunge a la perspectiva de la Verstehen o comprensión, le impide ver que tal óptica es compatible con la búsqueda de patrones, mecanismos y sistemas. Mi propuesta es que el lenguaje pretende descubrir lo subyacente a nuestras motivaciones, valoraciones y todos los demás fenómenos cualitativos... Pero ese intento se orienta a descubrir "Patrones": "(la cultura) denota un patrón históricamente transmitido de significados incorporados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en forma simbólica por medio de los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento para y actitudes hacia la vida" (Clifford Geertz 1973). Comprensión y explicación no son conceptos ni métodos antitéticos, pues ambos se orientan a la búsqueda de patrones o regularidades. Desde mi visión, los elementos de los sistemas sociales básicos son las dobles contingencias de las expectativas individuales, que no es la suma o necesariamente la reciprocidad de las expectativas individuales. Las dobles contingencias son estados (como forma) con contenido (intencionalidad), por ejemplo la forma "confrontación" con el contenido "por cuotas de poder". Tal doble contingencia, cuando se realiza, puede dar pie a un sistema social superior, por ejemplo, un grupo, donde un tercero añadido (otro individuo), hará emerger una propiedad social nueva, que es el poder bajo la forma de una alianza real (activa) entre dos individuos con expectativas recíprocas en función de un objetivo de futuro en detrimento de las expectativas del individuo que queda aislado. Una alianza no tiene sentido sin la existencia de un tercero y es este tercero el que explica la asimetría de poder y, finalmente, la emergencia de un líder y los seguidores o subordinados. Es decir, el tercero no es un mero elemento del medio de s, que de acuerdo a Bunge participaría de la estructura del sistema, que adoptaría una forma exoestructural yuxtapuesta a otra forma endoestructural del sistema considerando sólo a dos individuos vinculados. Tal planteamiento impide explicar la emergencia de los sistemas sociales superiores y finalmente se obtiene una visión de la sociedad como conjunto de multiplicidad de parejas y tribus. La escasa sensibilidad sociológica de Bunge le impide tener un enfoque que apunte a una genuina fenomenología de los sistemas sociales. Por el contrario, focalizando a las dobles contingencias como los elementos básicos, obtenemos una visión que permite identificar el paso o la transición desde un sistema interactivo a uno grupal, caracterizado por triples contingencias y un estado de negociación más o menos permanente. Estas transiciones, a su vez, permitirían sustentar un modelo de estructura social de varios niveles y explicar, su identidad y cambio. Por otro lado, Hollis (1998) ha abierto un interesante debate, sintetizando la situación filosófica de las ciencias sociales a partir del siguiente cuadro: CUADRO Nº 1: La síntesis de Hollis, enfoques y métodos
La celdilla "sistemas" apunta al hecho que las estructuras sociales son sistemas externos y previos a las acciones que la determinan. Es la sociedad sedimentada a través de la historia y que, a no dudarlo, ejerce constricción sobre los individuos. Son los medios de Durkheim. La celdilla "agentes" apunta al hecho de que los individuos configuran su acción racionalmente, en función de sus propios intereses, y cuyas interacciones permiten edificar las estructuras de los sistemas. Pero estos agentes son, al decir de Hollis, "extrañamente mecánicos. ¿Acaso no interpretan su situación creativamente moldeando sus preferencias y controlando sus representaciones?" (Hollis 1998:273). Lo que nos lleva a la celdilla "actores", concebidos como individuos subjetivamente dotados y ampliando enormemente el significado del concepto de racionalidad. Finalmente, cuando indagamos sobre esos significados subjetivos, habitualmente ellos nos conectan a ciertos esquemas normativos externos a los actores. En la celdilla "juegos", por tanto, se apunta a la idea de un orden social intersubjetivo. Toda arquitectura teórica debería refundar filosóficamente el esquema de Hollis, o al menos postular relaciones reales entre las celdillas. De paso, habría que desarrollar (¡mucho más!) la idea de reemplazar el holismo y el individualismo por un enfoque sistémico. Ontología y estructura explicativa en sociología Vamos a centrarnos en dos temas, el objeto de la disciplina y la estructura explicativa de las ciencias sociales, con la intención de avanzar hacia una reconsideración epistemológica de la teoría sociológica actual. Una adecuada fenomenología de lo social debería rechazar, al menos, la metáfora cibernética, la metáfora biologicista y la metáfora fisicalista. La primera porque reduce el espectro de respuestas a 0 y 1, reduciendo el amplio repertorio con que funcionan los sistemas sociales; la segunda porque enfatiza la respuesta adaptativa, en detrimento de las respuestas de quiebre o creativas; la tercera porque explica sólo en función de fuerzas inanimadas y porque todas ellas olvidan el rol de la creatividad y la intencionalidad individual en la constitución del mundo social. El objeto de la disciplina es, a la vez, acción y sentido; mientras que el desempeño del objeto es, a la vez, libre y determinado. El objeto conceptual específico es la doble contingencia de las expectativas: este es el átomo de la teoría sociológica. La realidad definida por la doble contingencia de las expectativas constituye el objeto disciplinar de las ciencias sociales. La estructura de expectativas tiene un desempeño determinístico en un nivel determinado, pero tales expectativas emergen (desde niveles inferiores hacia arriba) o se imponen (desde niveles superiores hacia abajo en la estructura social) direccionando o modificando los determinismos en los otros niveles, expresando así la libertad social humana. Se afirma que lo social posee una estructura de al menos tres niveles sistémicos: interacción, grupo y organización. Por otro lado, la filosofía de las ciencias sociales ha desestimado el papel de la causación en sociología y demás ciencias sociales. Habría que afirmar, simplemente, que nada se genera de la nada y que, obviamente, existe un nexo generativo entre acciones y entre significados, además de entre acciones y significados y viceversa. En esa perspectiva, la distinción determinación teleológica vs. determinación causal o la distinción materia – significado son, ambas, falsas: Toda producción implica una intención de producir y finalidad implica una intención de logro. El sentido es transversal a toda acción social, pero ello no significa demarcar radicalmente (falsamente) a las ciencias sociales de las naturales o resolver de modo idealista falsas antinomias. Finalmente, en tanto esa generación o producción contenga innovación o creación respecto de un estado anterior, podemos hablar de libertad o libre albedrío. Luhmann postula que los sistemas sociales son sistemas de sentido y que, en tanto teoría desontologizada, sus afirmaciones siempre dependen del lado de la distinción desde la cual se formulan. La consecuencia es que la sociedad no tiene un centro. Pero su crítica a la primacía de un sistema social sobre otro (cuya respuesta es histórica), su tesis de la sociedad sin un centro único sino policéntrica, es formal. Dado que su teoría no tiene ontología, no tiene sentido verificarla empíricamente y por ende no avanza al estadio lógico siguiente de construcción teórico, que consiste en postular una realidad multi-niveles no reductiva, y, por tanto, una realidad de múltiples sistemas de sentido enlazados exo-estructuralmente, donde cada nivel se define por ciertas propiedades emergentes o sistémicas irreductibles. La modalidad cómo están conectados los sistemas de interacción, los sistemas grupales y los sistemas organizacionales es el tema del siguiente desarrollo. Mi punto de partida son dos afirmaciones radicales: 1. Las ciencias sociales y la sociología hasta hoy han predicho eventos en circunstancias muy específicas. Hay un déficit predictivo sustancial en las ciencias sociales. Pensamos que tal déficit es debido a una epistemología errónea en cuanto a la estructura lógica que debe adoptar la explicación en ciencias sociales y sociología. 2. La única forma de conocer en rigor los fenómenos sociales, particularmente en su génesis y en cuanto a las posibilidades de intervención, es incorporando la variable innovación individual con impacto en sistemas superiores, pero basado en un diseño estratégico de intervención que en virtud de las reglas operativas de ese nivel sistémico permita que éstos sean orientados adecuadamente. Ello parte de la consideración que la explicación de los fenómenos sociales es siempre inter-nivel y no reductiva a lo meramente social. A manera de resumen, la primera afirmación es que existen leyes sociales, y su fisonomía nos debería ser indiferente (estadísticas o funcionales; universales o no–universales; restringidas o no–restringidas), siempre y cuando expresen de algún modo confirmable, que se corresponden con ciertas regularidades reales. La segunda es que, "debido" a lo primero, podemos justificar la existencia de algo así como la "voluntad humana", cuya operatoria supone un marco referencial que le permite direccionarse en términos de certeza o probabilidad. Además, y por lo mismo, en la ontología social la fuerza de la legalidad sólo es secundariamente importante, pues siempre es posible establecer nuevas reglas del juego. La tercera es que, siendo la primera y la segunda afirmaciones verdaderas, sucede que el alcance y status de las leyes sociales varían bastante. Por un lado, tenemos las leyes estables (como la triste realidad de que los gobernantes siempre quieren más poder y los gobiernos lo único que buscan es seguir en el poder o la ley que los mercados libres o cuasilibres siempre generan desigualdades) y por otro lado las leyes menos estables y de algún modo intercambiables, por ejemplo las reglas del juego político (que varían si el régimen es parlamentario, totalitario o aristocrático). A estas últimas leyes deberíamos llamarlas "reglas" y trabajarlas como cuasileyes o leyes no universales emergentes. En otras palabras, las leyes estables operan y son el océano social, mientras los complots son las reglas que pretenden imponer ciertos grupos o elites, olas que modifican la quietud del océano llamado historia durante algún período dado, que es lo que se demora en fraguar un nuevo complot. Pero no es un problema de gradualidad, sino ontológico: dos tipos de condicionamientos sociales diferentes. Con esto, refutamos la idea de las "sumatorias de buenas voluntades individuales", las que todas juntas y al unísono, generan los grandes cambios históricos. La cuarta cuestión es que la variabilidad histórica y social la explican los individuos y grupos, por lo que las ciencias sociales son disciplinas intelectuales que deberían conectarse de alguna forma con la psicología y más aún con la neurofisiología, en especial en el análisis del fenómeno del liderazgo. Establecer simples modelos de input-output sociológicos y econométricos no significa mucho: la caja negra es demasiado grande. La psicología social (o el estudio de grupos) sigue siendo un sincretismo sin mayor status en la clasificación de las ciencias, lo que no se condice con su eventual rol en la explicación concreta de la mayoría de los fenómenos sociales. La psicología es el enlace entre la biología y sus leyes y las ciencias sociales y sus leyes. La última cuestión es que los descubrimientos científicos sobre la sociedad se vuelven herramientas para modificar esa misma realidad y las consecuencias empiezan a tomar la forma de dilemas éticos. Por ejemplo, al plantear la existencia de un determinismo social cualquiera, un abogado podría invocar la doctrina del determinismo genético para exculpar al acusado y en el caso que la estrategia fuera exitosa, ello "promovería" aquella conducta, haciendo imposible todo intento de hacer valer aquella otra doctrina de la responsabilidad moral (la que es claramente beneficiosa para aquella parte de la humanidad que sigue las reglas que se derivan de ello). Ya hemos afirmado que, a toda fraseología y metaepistemología, oponemos estas ideas para el desarrollo de una filosofía de las ciencias sociales "sistémica realista". Ella se fundamenta en especial en la idea de que las cosas particulares están conectadas en algún sentido o medida con el todo (sea lo que ello signifique), luego, la legalidad existe, pero también existe la libertad, que equivale a la desconexión intencionada, en alguna medida o respecto, de las cosas particulares con el todo. Ello es posible porque la realidad posee estructura ontológica multinivel. Cuando explicamos y precedimos correctamente, es porque los elementos que introducen creación, innovación o quiebre en los diversos niveles de la estructura social no han actuado suficientemente o se encuentran en un estado germinal, y, por lo tanto, han primado las inercias intersistémicas. Analizando los niveles sistémicos, de interacción, grupal y organizacional; nuestro principio indicaría, entonces, lo siguiente: El determinismo social opera de manera más intensiva y menos extensa en la cúspide de lo social (los sistemas organizacionales); mientras que opera menos intensivamente pero más extensamente en la base, los sistemas de interacción. En el borde, el individuo puede ser visto como una maquina determinada biológicamente y como un ser síquico libre "de pensar lo que quiera". En el primer nivel social, la más simple interacción, determinismo y libertad actúan al unísono y en un grado de influencia similar. Sin embargo, todo sistema interactivo al definir referencias sistémicas mayores, por ejemplo, organizacionales o del nivel grupal, abre dos situaciones: a) los actores optan a la determinación de ciertas reglas organizacionales o grupales (por ejemplo a acatar cierta norma) o, b) a ejercer su libertad como sistema interactivo que opta por desacatar dichas determinaciones. Más aún, pueden optar por definir referencias sistémicas de un nivel distinto, el psicológico por ejemplo, y constituir una ecuación del tipo "estamos juntos, en un mismo espacio y tiempo, pero cada quien hace lo que quiere". Cada sistema está determinado según su referencia sistémica, pero puede ejercer su libertad según referencia sistémica también. Lo anterior funciona horizontal y verticalmente. Horizontalmente, la libertad funciona como relaciones con sistemas de un mismo nivel (entre países, al firmar un tratado comercial, por ejemplo); mientras que verticalmente, la libertad de un sistema funciona como entorno del determinismo de un sistema superior (cuando una organización quiebra -mediante la innovación- con la práctica dominante de la economía, por ejemplo, sin que ello signifique que cambie la economía), así como también cuando un sistema libremente impone por su dinámica un nuevo determinismo hacia en los niveles inferiores (cuando una organización redefine los estándares de desempeño en los grupos o equipos de trabajo que la constituyen, lo cual significa que cambia la dinámica de ese sistema inferior, por ejemplo, existe menos tiempo para "compartir" entre los empleados). Los individuos poseen mayor libertad mientras más grande sea el agregado que los cobija como miembros. Pero, para ser cobijados en ese agregado, deben resolver la coordinación acatando reglas determinísticas (que mientras más grande es el agregado más simples y menos son), lo que permite hacer funcionar la coordinación del agregado. Pero la libertad de los individuos se restringe mientras más pequeño sea el agregado que los cobija, pues más determinados están por sus propias psicologías individuales. Para ejercer la libertad, es necesario que el individuo tenga a la mano suficientes alternativas o modelos o diferentes posibilidades de acción y pensamiento. La determinación es más fuerte en los agregados a medida que estos son mayores, pues las reglas deben ser más simples, pero por lo mismo más rígidas. Ello no significa que la libertad individual sea menor, en tanto elementos de ese sistema mayor. Pero la propiedad emergente implica que el agregado de individualidades se rige por tales reglas emergentes de manera determinística. La coordinación social (diferenciación/integración) se realiza mediante reglas. Las reglas condensan en un nivel dado las características que adopta la libertad y el determinismo social. La libertad no existe en abstracto. Siempre es función del tipo de elemento incorporado en un cierto nivel de la estructura social. La libertad individual en el nivel grupal es función de la aceptación o rechazo de las reglas imperantes en un sistema de ese nivel. Puede ser libre en toda conducta menos en aquellas asociadas a tales reglas. Como individuo social, está determinado por tales reglas. En el momento que deja de acatarlas, deja de ser individuo social y se convierte en una individualidad. Una de las confusiones respecto del tema de la libertad es la carencia de esta distinción, entre individualidad e individuo social; mientras que el primero es libre siempre y cuando no atente contra las reglas del agregado social, el segundo sólo tiene libertad individual en la medida que se rige por las reglas asociadas al agregado. Nunca somos libres de modo absoluto, ni en sociedad ni en "estado natural". La contraparte de ello es que nunca estamos determinados absolutamente como individuos en sociedad, pues en un intercambio económico tenemos libertad de escoger el lugar y el tiempo, el lenguaje de nuestra interacción, los gestos que ocuparemos y muchos detalles más, a excepción del hecho que, finalmente, "pagaremos y recibiremos algo a cambio": eso es inevitable y está determinado. No se puede exportar la libertad de un nivel inferior a un nivel superior de la estructura social. Sólo se puede condicionar, preparar el terreno, generar precedentes para situaciones futuras. La presión desde arriba siempre es grande. Por eso, sólo pueden romperla los "grandes líderes". Finalmente, la forma más compleja de conceptualizar los niveles de la estructura social, sería conceptualizando las relaciones hacia arriba y hacia abajo entre los distintos niveles y las relaciones horizontales entre subsistemas de cada nivel. Es en este esquema donde aparece la libertad, como: i) creación – innovación – quiebre de las reglas de un cierto sistema de cierto nivel, producto de la difusión de la creación – innovación – quiebre de las reglas de un sistema inferior hacia arriba; y, ii) creación – innovación – quiebre de las reglas de un sistema inferior debido a la imposición de la creación – innovación – quiebre de las reglas del sistema superior. Las consecuencias claves de lo anterior son que: i) un sistema inferior no puede imponer reglas hacia arriba (no existen los recursos para ello) y ii) un sistema superior no puede difundir seducir hacia abajo nuevas reglas (no existe el tiempo para ello). Ahora bien, desde la distinción elemento – agregado (estructura que emerge de las relaciones entre los elementos), podemos hacer algunas afirmaciones: 1. Mientras mayor sea el número de elementos (unidades sociales) de un nivel, mayor libertad tendrán tales elementos en el dominio del agregado (pues es imposible que generen vínculos significativos con todos y las posibilidades de romper relaciones y reemplazarlas son más probables). 2. Mientras mayor sea el número de elementos más difícil es la coordinación "en todos los respectos" y más fácil la coordinación estricta en "un solo respecto determinístico" a nivel agregado. 3. A menor número de elementos en un nivel, menor libertad de los elementos en el dominio del agregado. 4. Mientras menor sea el número de elementos más fácil es la coordinación en todos los respectos y más difícil es la coordinación estricta a base de reglas inviolables (la cercanía, la familiaridad y los aspectos idiosincráticos permiten el reemplazo de reglas y las consideraciones de excepción) en el nivel agregado. Podemos conceptualizar a la sociedad como una estructura compuesta de tres niveles con reglas propias: interactivo (dos individuos); grupal (tres o más: la importancia del número es la configuración del poder, donde existe un tercero que puede eventualmente romper "empates" adhiriendo a la posición de uno de los dos restantes miembros del grupo); y, organizacional (normas y grupos). En cada uno de estos niveles, la conexión libertad - determinismo se comporta de acuerdo con las afirmaciones hechas anteriormente. Ahora bien, el que cada nivel defina reglas de constitución y operación sistémicas, puede ser un problema teórico, pero también empírico. Es decir, cabe la pregunta si acaso tienen los sistemas sociales de todos los niveles un "modo de ser" único (que es una pregunta, diferente a la obviedad de que todos los sistemas sociales tienen algo en común). Dicho de modo más directo, ¿serán todos los sistemas sociales "autorreferidos y autopoiéticos"? Ni el mismo Luhmann plantea el sistema interactivo como autárquico, de modo que no vemos la razón de ser en su insistencia de que todo sistema social es autopoiético. Tampoco vemos argumentos en su teoría para rechazar la existencia de sistemas sociales no–autopoiéticos, particularmente debido a su estructura multinivel, que quizás habría que re-especificar bajo modalidades diferenciadas. De hecho, quizás uno de los malentendidos que le impide plantearse el problema de la transición desde el individuo hacia lo social es su definición de lo propiamente social en términos de propiedad emergente, en este caso, las comunicaciones; sin percatarse que desde un punto de vista formal, un sistema está compuesto tanto por las propiedades resultantes (constitutivas tanto de los componentes del sistema como del sistema, en este caso, la estructura de expectativas) como por las propiedades emergentes o de gestalt. Una de las consecuencias que habría que explorar, a mi juicio, es la posibilidad de reconceptualizar el esquema de Hollis –cuya forma es discreta– en términos de un esquema gradualístico o continuo. El intento de Richard Münch (1991) es un buen ejemplo de cómo podría hacerse esto. Por último, la relevancia del concepto de sistema tiene implicancias, como hemos intentado demostrar (Gibert 2003), debido a que los sistemas sociales son sistemas de expectativas y los sistemas de expectativas son la materia prima para dilucidar la potencialidad predictiva de una nueva estructura de explicación científica social. La idea que el "conocimiento" de las expectativas de desempeño futuro propio y del entorno, explica en parte el presente, es una de las intuiciones básicas de nuestro realismo sistémico. La idea no es nueva, pues la psicología social y el management habitualmente hablan de expectativas; mientras que los estudios prospectivos hablan de imagen y visión de futuro, construidas también a base de expectativas. Y a pesar que la doble contingencia es un punto central de la teoría de Luhmann, su formalismo sistémico le impide apostar por modelos empíricos y avanzar en el desarrollo, ya no de una forma de pensar, sino de una teoría factual (Gibert y Correa 2001), debido a los factores "claudicación y pureza", que comenté al principio del trabajo. Ya hemos dicho que el objeto elemental de la disciplina es la doble contingencia de las expectativas y que éstas son un fenómeno psicosocial (de allí que afirmamos que una teoría sin agente sea una teoría formal y no factual). No existen expectativas "sociales" de manera llana, sino que, más bien, las expectativas pertenecen y se generan entre los agentes o, si se prefiere, entre grupos con intereses diversos. La colaboración o la indiferencia es un juego mutuo de palabras y actos de unos respecto a otros. Las expectativas generales de los agentes son creadas de acuerdo a cómo cada cual "proyecta" lo que hará el otro y él mismo. Así, las expectativas son de dos tipos: expectativas de resultados y expectativas de desempeño propio (Brief y Aldag 1981). Las primeras, constituyen perspectivas y creencias respecto a la evolución de los acontecimientos objetivos. Es una apuesta respecto a la modalidad y ritmo de la evolución de tales acontecimientos. Las segundas, constituyen las esperanzas del propio desempeño futuro. Aquí juegan un importante papel las hipótesis mínimas y máximas, es decir, cual podría ser mi peor o mejor rendimiento para el logro de mis metas. Obviamente, ambos tipos de expectativas se conjugan y estructuran el conjunto de expectativas generales. Las expectativas de resultados generan "evidencia" psicosocial respecto a la validez de las hipótesis mínimas y máximas de mis expectativas de desempeño propio. Al revés, mis expectativas de desempeño propio afectan la apreciación de los hechos y, en consecuencia, moldean mis expectativas de resultados, de manera optimista, pesimista o neutra. Pero aunque las expectativas son el material concreto de la libertad humana, la disposición de éstas en la arena social las distorsiona, ya que la comunicación de tales expectativas por parte de los agentes condiciona la evolución de las expectativas mismas y, por tanto, la evolución de los acontecimientos. Los problemas predictivos de las ciencias sociales son insolubles en virtud de que las expectativas son cambiantes, pero principalmente, porque es usual que estén ocultas. Ello arroja variabilidad a cualquier esquema explicativo o predictivo. El cuadro Nº 2 de la siguiente página refleja lo anterior: CUADRO N° 2: Estructura tradicional de la explicación y rasgo de los enunciados
Pero: ¿Cómo es posible que "Estabilidad" + "Estabilidad" à "Variabilidad o inestabilidad"? Lo más lógico es pensar que hay un elemento oculto en esta estructura, un elemento que le da variabilidad al explanandum. Ese elemento es la doble contingencia de expectativas. Según nuestra hipótesis, tenemos en el cuadro Nº 3 que: CUADRO N° 3: Estructura propuesta de la explicación y rasgo de los enunciados
Es decir: "Estabilidad" + "Estabilidad" + "Inestabilidad" à "Variabilidad o inestabilidad". Ahora bien, en el caso de que las predicciones sean correctas, quiere decir que, como indicaba Parsons, "existen expectativas recíprocas" y por lo tanto el sistema de acción es suficientemente estable como para predecirlo. Las expectativas son transparentes y han sedimentado en hábito. Es decir, la razón porqué las predicciones en ciencias sociales aciertan con poca frecuencia (además del hecho de que el desacierto es fácil de identificar y calificar como tal, a diferencia de otras disciplinas cuyo formalismo y sofisticación artificial hace difícil tal identificación) es debido a que las expectativas ocultas, aparecen a último minuto, modificando la fisonomía del explanandum. La variabilidad de las explicaciones sociológicas nada tiene que ver, como lo plantea Luhmann, con el hecho de que un observador indica un lado de la distinción y el otro observador, el lado opuesto. Recapitulación a modo de conclusión Si partimos del supuesto que el modelo nomológico es el más fructífero, que las ciencias sociales son distintas a las ciencias naturales, y que el modelo nomológico debe complementarse o completarse de alguna forma; finalmente, podemos darle una oportunidad a nuestra idea y ver que tipo de contraargumentaciones teóricas o fácticas podría crear. En otras palabras, se expresa la convicción de que las ciencias sociales deben retomar ese camino, el único fructífero y que, entre otras externalidades, podría devolver a éstas su credibilidad y utilidad. Una crítica que hemos expuesto es sobre la objetividad y el requerimiento hacia la teoría Luhmanniana de "contenido". Por ejemplo, siguiendo a Bertalanffy (1993:136) en un sistema cerrado alguna función de los elementos es por definición constante (lo que es bien distinto y no debería ser confundido con tautologías del tipo "la economía comunica economía" o "la función del sistema es seguir siendo sistema"). Lo anterior implicaría la negación del punto de vista de la equivalencia funcional estricta, válida para todos los elementos del sistema y, ciertamente, cuestiona la ontología de la contingencia o del suceso que sustenta la teoría de sistemas sociales de Luhmann, donde la operación de distinción es formal y no permite postular "realidades": todo podría ser como no podría ser. De lo dicho hasta ahora, creo plausible desprender tres reglas sobre lo que "no debe hacerse" y varias sugerencias que podrían ser útiles para una filosofía de la sociología que aspira a superar las limitaciones del constructivismo de la perspectiva sociopoiética. Primera regla: El "ismo", cualquiera que este sea, que no opera a base de la hipótesis de que existe un mundo real, allá afuera, independiente de mi conciencia es anticientífico o, si se quiere, teóricamente débil (no olvidar que la sociología es una ciencia factual). Segunda regla: El "ismo" que no opera a base de la hipótesis que conocer es trazar una distinción es anticientífico o, si se quiere, ingenuo, pueril, jurásico o algo similar. Tercera regla: El "ismo" que deduce que al aceptar la segunda regla se infiere la negación de la primera regla es anticientífico o, si se quiere, tiene problemas de "pensamiento precoz" o apresurado. Lo que propongo como sugerencias útiles son las siguientes: Primera sugerencia: La distinción es inevitable en toda observación científica. Así, cuando observamos, tenemos varias estrategias disponibles. Por ejemplo, cuando queremos ampliar o detallar una teoría, intentaremos hacerlo desde las distinciones genéricas que recomienda esa teoría, pero buscando nuevas distinciones a partir de aquellas. El caso contrario, cuando queremos refutar una teoría, se intenta hacerlo desde las distinciones que permitan encontrar evidencia en contra de ella, por ejemplo preguntando ¿qué evidencias refutan estas tesis o cuáles la apoyan?, ¿cuáles podrían ser concluyentes y cuáles podrían tener más de una interpretación? Segunda sugerencia: La distinción es inevitable en toda exposición científica. La reflexión sobre las distinciones iniciales es, de hecho, práctica recurrente en las comunicaciones filosóficas. Pero el rol que cumple la distinción en una exposición también depende de los objetivos comunicacionales de la exposición. Si buscamos "prender el auditorio", utilizaremos distinciones adecuadas para tal fin. Si buscamos problematizar, se utilizarán distinciones "hacia atrás", en reversa, para intentar focalizar la atención en los pasos previos, explicitados o no, que pueden ser problemáticos o no concluyentes y que puedan sugerir una solución distinta al tema. Acá estamos en el plano del discurso, que puede ser dramático, objetivo, demagógico o cualquier otro. Todo es válido en tanto no exceda los límites del discurso. Podemos decir que hay elefantes voladores y, en tanto discurso "fantástico", por ejemplo, será aceptado sin lugar a dudas. Tercera sugerencia: Es decir, el uso de distinciones es inevitable tanto en la observación como en la exposición, pero cumplen roles distintos y se deben a diferentes exigencias según sean los objetivos de una u otra. Por ejemplo, la distinción en una exposición es una reconstrucción de lo real mediante cierta lógica argumentativa fundada en tales o cuales distinciones arbitrarias. Sin embargo, la distinción en la observación tiene un fundamento sustantivo. No distinguimos si existen elefantes que vuelan y elefantes que no lo hacen, distinguimos entre elefantes que viven en Asia y otros que lo hacen en África, por ejemplo. Esto nos lleva a la última sugerencia. Cuarta sugerencia: La ciencia busca u orienta su actividad hacia el descubrimiento y uso de distinciones sustantivas, reales, que permitan enriquecer, también, el contenido fáctico de los enunciados sobre la realidad objetiva, y sean refutables o verificables de algún modo. Cualquier distinción no es útil. Sólo lo es aquélla que sea compatible o pueda serlo con el requisito de describir, explicar y predecir eficientemente, entre otros varios requisitos que la comunidad científica exige a las distinciones usadas por los investigadores. Nota 1. A lo largo del trabajo, hablaré indistintamente de Luhmann y sociopoiésis, aún cuando concedo que no todos los sociopoiéticos están de acuerdo con todas las tesis de Luhmann. Por otra parte, partiré del supuesto que se conoce la teoría. El texto adopta un formato tipo "discusión crítica", que postula alternativas, orientadas a debatir algunas bondades e inconveniencias de este enfoque. Bibliografía ARNOLD, M. Y RODRÍGUEZ, D. 1991. Sociedad y teoría de sistemas. Santiago: Editorial universitaria. BERTALANFFY, L. 1993. Teoría general de los sistemas. México: FCE. BRIEF, A. Y ALDAG, R. 1981. "El yo en las organizaciones: Una revisión conceptual". Academy of Management Review, Vol 6, Nº 1 (75 - 88). Traducción Juan Manso, Estudios de Comportamiento Organizacional, Universidad de Concepción, 1999. BUNGE, M. 1997. Epistemología. México: Siglo XXI. BUNGE, M. 1999. The sociology-philosophy connection. New Brunswick: Transaction publishing. BUNGE, M. 2001. 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Cinta de Moebio Revista de Epistemología de Ciencias Sociales ISSN 0717-554X |