Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Toledo-Nickles, U. 2008. El esquema metateórico de Ritzer desde la metodología de los programas de investigación. Cinta moebio 33: 204-218. doi: 10.4067/S0717-554X2008000300004

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El esquema metateórico de Ritzer desde la metodología de los programas de investigación

Ritzer’s metatheory model from research programme methodology

Dr. Ulises Toledo-Nickels (utoledo@uss.cl) Facultad de Ciencias Sociales. Universidad San Sebastián (Concepción, Chile)

Abstract

This essay argues that research programme methodology helps to clarify social scientific knowledge rationality showing theories plural characteristics. Each research programme progress if develops more theoretical and empirical content that its competitors, according to the methodological rules from the philosophical core that gives its identity and heuristic power to that specific research programme. The research programme methodology (RPM) gives assessment criteria to theory sets, allowing the formal solution to incommensurability. Therefore, RPM presents heuristic advantages that suggest considering sociology as a multi programme field.

Key words: metatheory, paradigm, research programme methodology, Ritzer.

Resumen

El presente artículo postula que la Metodología de los Programas de Investigación esclarece la racionalidad del conocimiento científico-social dando cuenta adecuada del carácter plural de las teorías. Cada programa de investigación progresa si desarrolla más contenido teórico y empírico que sus competidores según reglas metodológicas emanadas del núcleo filosófico que le da identidad y poder heurístico al específico programa de investigación. Además, el esquema MPI aporta criterios evaluativos para conjuntos de teorías, posibilitando la superación formal de la inconmensurabilidad. En consecuencia, la MPI presenta ventajas heurísticas que hacen recomendable considerar el campo de la sociología como multi-programático.

Palabras clave: metateoría, paradigma, programa de investigación, Ritzer

1. Metateoría Sociológica

La metateoría que promueve Ritzer constituye un tercer orden de análisis que se ocupa de examinar críticamente los corpus de conocimiento que los científicos sociales han logrado articular en el segundo orden de análisis y construcción de categorías que es el locus desde donde se generan las teorías explicativas y/o comprensivas del mundo fáctico. Por su parte el primer orden de análisis se activa en la investigación científica propiamente tal, mediante la observación de las acciones sociales en el plano microsocial o el funcionamiento de las estructuras en el nivel macrosocial. La metateoría, entonces, revisa la configuración de los datos, objetos, hechos o fenómenos, métodos, conceptos, y examina las articulaciones que realizan las disciplinas de estos elementos junto a las triangulaciones interdisciplinarias que se hayan producido; todo ello de acuerdo a criterios de criticidad que evalúan el aporte al conocimiento: progreso o estancamiento.

Para lograr este propósito se requiere que los cientistas sociales practiquen constantemente un ejercicio reflexivo en virtud del cual someten a un riguroso escrutinio –de lógica interna y de historia externa– las condiciones en que se desarrolla la investigación, entendiendo que si el científico es capaz de reconocer las circunstancias que eventualmente podrían afectar la imparcialidad, validez y confiabilidad de su trabajo, estará en mejores condiciones para vigilar esas amenazas y controlarlas (Ritzer 2002:608).

Dicha operación reflexiva –tercer orden de análisis– evita la comodidad de una aplicación automática de procedimientos que, en razón de su extendido uso, se estiman suficientemente probados y dignos de ser aceptados. Dado que en otras oportunidades se han empleado con éxito, el sentido común ilustrado asume que tales procedimientos se eximen de mayor cuestionamiento. Pero toda concepción metodológica debe volver a pensarse a sí misma en función de la situación que se investiga y eso implica someter la operatoria instrumental a la crítica teórico-epistemológica. En todo caso es el mismo investigador quien debe agregar a su repertorio de actividades las propias de un epistemólogo práctico que reflexiona sobre el trabajo de investigación que está desarrollando y sobre la validez del conocimiento científico en general y, en particular, acerca del sentido del hacer ciencia social. En esa lógica se funda la necesidad de una metateoría sistemática.

En síntesis, la reflexividad, fincada en la metateorización, perdería toda legitimidad y se convertiría en especulación vacía si se divorcia de la actividad de teorización que emana de la investigación, y esta última no tiene sentido alguno si no está fundada en la observación de la facticidad del mundo social real. En consecuencia, el investigador debe practicar un escrupuloso socio-análisis sobre sus categorías y supuestos de trabajo, lo que se traduce en una actitud de permanente vigilancia epistemológica que se imbrica con todas las demás dimensiones de la sociología. En otras palabras, la vigilancia epistemológica no es un añadido ornamental sino una condición esencial para legitimar el conocimiento científico.

No cabe duda que Ritzer tiene razón cuando sostiene que la complejidad intrínseca del mundo social es responsable de la gran diversidad de teorías existentes en las ciencias sociales y también tiene razón cuando dictamina que esa característica es la causa de muchos desacuerdos en la comunidad científica; por ejemplo, su incidencia en la dificultad para fijar criterios de discernimiento respecto de cuál enfoque es más adecuado para comprender o explicar la sociedad (Ritzer 2002:216).

Por cierto, basta una somera exploración del mundo social para percatarse que en él existen fenómenos que presentan cualidades objetivas tales como las estructuras burocráticas, el derecho o el aparato del Estado y, paralelamente, hay fenómenos sociales intangibles-cualitativos como los procesos intersubjetivos, el papel de los actores en la construcción social de la realidad, las normas y los valores, entre otros; y todavía se puede distinguir un ámbito de fenómenos que incorpora –a la vez– elementos objetivos y subjetivos. En este último rango cabe mencionar a la familia que tiene una existencia material fácilmente reconocible pero, igualmente, sus miembros participan de una serie de significados y simbolismos compartidos, sentimientos y emociones. Algo parecido ocurre con la política que se compone de leyes y estructuras burocráticas objetivas y, al mismo tiempo, contiene valores subjetivos. Ciertamente hay muchas otras instituciones en las que es factible apreciar idénticas cualidades.

Con la intención de dar cuenta de esta pluralidad fenoménica se generaron las múltiples teorías. Cada una de ellas tematizó cierto tipo de fenómenos y los resultados de sus estudios se fueron agrupando mediante la elaboración de categorías y esquemas proposicionales y, a la par, éstas inspiraron estrategias ad hoc de aproximación a los fenómenos de su ámbito; a continuación los resultados de las investigaciones incrementaron la información disponible y esto permitió construir baterías más amplias y consistentes de constructos que siguieron robusteciendo a las teorías hasta configurar paradigmas.

2. Síntesis de las Orientaciones Metateóricas

Ritzer distingue tres orientaciones principales de metateorización en sociología: la primera busca una comprensión profunda de las teorías existentes con el objeto de mejorarlas, la segunda reúne y conjuga argumentos teóricos politéticos como vía preparatoria para desarrollar una versión monotética, y la tercera quiere dilucidar el fundamento estructural subyacente que sostiene a toda teoría sociológica y acceder así a una dimensión omniabarcante. No obstante el autor explica que cada una de las variedades de metateoría señaladas debe entenderse al modo de tipos ideales, por lo tanto es frecuente que se produzcan combinaciones de dos o más tipos (Ritzer 2002:602-606). A continuación se clarifican las tres tendencias:

a) La primera investiga acerca de los contextos sociales e intelectuales en que se producen las teorías y se desenvuelven las comunidades científicas; desde un punto de vista cognitivo se intenta identificar las principales escuelas de pensamiento. Además se efectúan triangulaciones con herramientas conceptuales provenientes de otras disciplinas, las que se utilizan como recursos analíticos que, eventualmente, sirven para estimular nuevos desarrollos teóricos; por ejemplo, al examinar las posibles implicaciones de la teoría del caos en la comprensión de la sociedad o cuando se emplea el enfoque de redes para esclarecer los vínculos entre grupos de sociólogos que adhieren a uno u otro enfoque teórico.

b) La segunda tendencia estudia las teorías existentes con el objeto de seleccionar elementos que contribuyan a generar teorías sociológicas inéditas. En esta línea se inscriben muchos autores clásicos cuyas teorías se conformaron en base al estudio y asimilación de la obra de otros pensadores que luego se contrastan críticamente entre sí y con el pensamiento propio. Por esta razón muchos escritos epistémico-metodológicos tienen un carácter polémico dado que los argumentos que exponen se forjaron en el yunque de la crítica a los errores que –esos autores– creyeron advertir en la obra de otros teóricos y, tratando de enmendar las presuntas insuficiencias de aquellos, radicalizaron sus apuestas teórico-metodológicas, efectuaron triangulaciones y le imprimieron un giro que alteró el itinerario inicial y condujo al nacimiento de una teoría nueva. Por ejemplo, Marx se nutre de la filosofía hegeliana, de la economía política y del socialismo utópico; Parsons desarrolla su obra al socaire de Durkheim, Weber y Pareto. Weber hace otro tanto con Simmel y Dilthey, sumando el aporte de los fenomenólogos Jasper, Vierkandt y del propio Husserl (Weber 1965:325-326).

c) La tercera orientación se caracteriza por su afán de integración de las posturas teóricas de la sociología con la finalidad de construir una perspectiva holística. El propio Ritzer es un conspicuo representante de esta tendencia y basándose en que las teorías sociológicas son conmensurables, comparables y evaluables, de acuerdo a criterios comunes, asume que éstas son proclives a sedimentarse en síntesis holísticas. En esa óptica se inscribe el trabajo de tres lustros que tituló relacionismo metodológico cuyo propósito era compatibilizar las perspectivas del individualismo metodológico y el holismo metodológico. En resumen, esta orientación plantea que las diferencias entre paradigmas se superan mediante la constitución de un macro-paradigma sociológico que el autor llama multiparadigma (Ritzer 2002:613).

La intención de Ritzer es ordenar la politética formulación teórica mediante una taxonomía holística conformada por un eje objetivo-subjetivo y un eje micro-macro que, ciertamente, ayuda a formalizar los niveles de análisis. Dicha taxonomía pretende ubicar el lugar natural de las varias teorías para mejor comprender la estructura subyacente a la teoría sociológica en general y, a partir de ahí, producir nuevas perspectivas heurísticas que logren imprimir un renovado impulso al desarrollo de la ciencia social.

En dicho esquema taxonómico todas las teorías sociológicas se distribuyen en el continuum subjetivo-objetivo y el continuum micro-macro. En el segmento micro-subjetivo domina la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la etnometodología, en tanto que a nivel micro-objetivo se ubican la teoría del intercambio (de raigambre conductista). A nivel macro-subjetivo se ubica la teoría de la acción comunicativa y la teoría de la acción social de Parsons y en el nivel macro-objetivo encontramos la concepción materialista-histórica de Marx y la estructuralista de Durkheim. Empero, la taxonomía no es estricta porque los mencionados enfoques macro-objetivos no niegan la existencia de ciertos elementos subjetivos y lo mismo puede decirse de las teorías que se ubican en el cuadrante macro-subjetivas (la teoría de la acción comunicativa y la teoría crítica) puesto que ellas no desconocen la coerción que ejercen las estructuras sobre los sujetos y el modelamiento comportamental que implica (Ritzer 2002:617-618).

Llegado a este punto dejaré constancia que Félix Requena defiende la metateoría de Ritzer porque –a su juicio– demuestra un potencial integrador para explicar la realidad social en toda su complejidad en la medida que desarrolla una visión reticular de los múltiples enfoques teóricos en un marco multi-paradigmático (Requena 2000:134). Aclaro que comparto la validez de un enfoque reticular, pero discrepo de la argumentación que elaboran Ritzer-Requena para justificarlo. En el apartado séptimo volveré sobre ello.

3. Los Paradigmas de la Sociología

La noción de paradigma de Thomas Kuhn juega un papel central en la metateoría de Ritzer aún cuando consigna que el epistemólogo ha deslizado más de un significado en su conceptualización. Sin embargo, estima que la noción ha sido de utilidad al menos en cuatro aspectos fundamentales: a) en forma sincrónica ha servido para diferenciar las distintas comunidades científicas unas de otras; b) en forma diacrónica ha permitido distinguir etapas históricas; c) en ambos casos (sincrónico-diacrónico) ha posibilitado descubrir que existen diferentes paradigmas e identificarlos debidamente; d) finalmente, facilita distinguir grupos cognitivos dentro de una misma disciplina.

Ritzer asume los cuatro aspectos mencionados, pero el énfasis lo pone en la última acepción y distingue tres grandes paradigmas en la sociología, que coexisten junto a otras expresiones teóricas de menor influencia. Ellos son: a) de los hechos sociales. Está inspirado en la obra de E. Durkheim y focaliza sus análisis en las grandes instituciones y estructuras sociales y en la influencia que éstas ejercen sobre el pensamiento y la acción de los individuos; se inscriben en este paradigma la teoría estructural-funcionalista, la teoría del conflicto y la teoría de sistemas; b) de la definición social. Su origen está en la sociología comprensiva de M. Weber, centrada en la acción social y en los procedimientos que los actores emplean para negociar la definición de las situaciones sociales, importándole la forma en que esas definiciones influyen en la acción e interacción posteriores; se incluye en este paradigma a la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la etnometodología; c) de la conducta social. Tiene por base la obra de B. F. Skinner y postula que la conducta social es el resultado de recompensas y castigos; ejemplo: teoría del intercambio de Homans.

Empero la concepción de tres paradigmas poderosos, coexistentes, que se desarrollan en paralelo sin que ninguno de ellos alcance la hegemonía, es un planteamiento diferente al de Kuhn. Ritzer nos ofrece una descripción ad hoc de la noción de paradigma elaborada para ajustarse a su intuición de la sociología como disciplina multidimensional, en cuyo imaginario los paradigmas no son rivales sino complementarios; y eso autorizaría a pensar en su integración. Esa interpretación constituye una reconstrucción racional que busca dar cuenta de la cualidad reticular de las ciencias sociales –intención que comparto–, pero corresponde advertir que, en esta operación, el sociólogo le imprime una torsión a la tesis de Kuhn (Ritzer 2002:614-615).

Pero Ritzer no asume que la noción por él empleada es de su propia factura y continúa pretendiendo que su interpretación se ajusta al significado y espíritu de la obra Kuhniana. Animado de esa convicción enuncia su definición de paradigma: “es una imagen básica del objeto de una ciencia. Sirve para definir lo que debe estudiarse, las preguntas que son necesario responder, cómo deben responderse y qué reglas es preciso seguir para interpretar las respuestas obtenidas. El paradigma es la unidad más general de consenso dentro de una ciencia y sirve para diferenciar una comunidad científica (o subcomunidad) de otra. Subsume, define e interrelaciona los ejemplares, las teorías, y los métodos e instrumentos disponibles”. Y a continuación agrega: “un paradigma puede abarcar dos o más teorías, así como diferentes imágenes del objeto, los métodos (e instrumentos), y los ejemplares (obras específicas de trabajo científico que constituyen modelos para todos los que lo siguen)” (Ritzer 2002:612).

Me parece que esta definición sólo parcialmente concuerda con el planteamiento de Kuhn porque el epistemólogo sostiene que la ciencia normal siempre está dominada por un paradigma que tiene una teoría fuerte como núcleo y, en cambio, “la proliferación de versiones de una teoría es un síntoma muy usual de crisis” (Kuhn 1993:119). Nótese que, según Kuhn, la diversidad teórica es una característica de tiempos de crisis y que los paradigmas no aglutinan teorías diferentes ni imágenes distintas del objeto de estudio –como quiere Ritzer– sino (cuando más) algunas variaciones que emanan de la misma teoría nuclear.

Por otra parte, cabe reconocer que hay pasajes de “La Estructura de las Revoluciones Científicas” (originalmente publicada en 1962) que podrían prestarse para alimentar esta confusión, por ejemplo cuando Kuhn manifiesta que una comunidad científica suele basarse en una o más realizaciones científicas pasadas que le sirven de cláusula ejemplar para definir los problemas y métodos de su campo de investigación; y, a continuación, el epistemólogo identifica dichas realizaciones con el término paradigma (Kuhn 1993:33-34). Empero, en páginas previas (y también siguientes) sostiene que la compartimentación de paradigmas divide –necesariamente– a la comunidad científica y –como se ha dicho– esa circunstancia es típica de tiempos de crisis y no de ciencia normal: “hay circunstancias, aunque las considero raras, en las que pueden coexistir pacíficamente dos paradigmas en el último período” (Kuhn 1993:16).

Años más tarde, en el ensayo titulado “Los Paradigmas Científicos” (original de 1969), Kuhn vuelve a ratificar el postulado de que la comunidad científica: “si tiene un paradigma, sólo puede tener uno. A diferencia de la comunidad de los artistas –que pueden inspirarse simultáneamente en las obras, por ejemplo, de Rembrandt y Cezanne, y que por ende estudian a ambos–, la comunidad de los astrónomos no tiene más alternativa que elegir entre los modelos rivales de actividad científica que ofrecen Copérnico y Ptolomeo. Además, una vez hecha su elección, los astrónomos pueden en lo sucesivo ignorar la obra que han rechazado” (Kuhn 1980:84). Gracias a la mencionada matriz única –que admite variantes teóricas sin alterar sustancialmente su núcleo– los científicos comparten las mismas instrucciones de percepción y similares competencias para descubrir un espectro de problemas de investigación que conservan un cierto cariz (enigmas), así como un estilo de estrategias de solución. De donde se deriva que la ciencia normal es estable porque el paradigma dominante es hegemónico.

Me parece que Kuhn estaría de acuerdo con Ritzer en que la lógica formal de un paradigma contempla cuatro componentes mínimos, a saber: a) imagen del objeto o perfil de problemas de investigación; b) métodos, c) ejemplar y d) teoría. Sin embargo Kuhn haría la salvedad que el contenido de cada paradigma es autónomo e incomparable y siendo éste la unidad más general de consenso dentro de la comunidad científica, la confrontación entre paradigmas rivales está, necesariamente, marcada por el disenso. Pero Ritzer apuesta por una fórmula distinta.

Ritzer parte del supuesto que hay una benéfica influencia reciproca de unos paradigmas respecto de otros, lo que permitiría subsanar el déficit de contenido que presenta el paradigma Z con la abundancia que –en ese mismo tópico– exhibe el paradigma X. En otras palabras, por compleja que sea la realidad social, a fin de cuentas es una sola, y dado que los paradigmas se diferencian principalmente por los énfasis que ponen en la explicitación de determinados escorzos de la realidad social, es posible y necesario acercarlos de modo que se amalgamen en un paradigma integrado que aportaría una comprensión holística del mundo social. Subyace a este planteamiento la idea que los paradigmas fungen de segmentos de un rompecabezas onto-epistémico que se pueden ir ensamblando como piezas de marquetería (Ritzer 2002:620).

No obstante, Kuhn no aceptaría que una interpretación tal sea legítima. Antes bien, él la calificaría de hipótesis ad hoc (artilugios espurios de justificación). Veamos un ejemplo: frente a un debate similar que se produjo en el seno de la ciencia astronómica de los tiempos de Copérnico, Kuhn suscribe las palabras del ilustre monje y nos hace ver que la conjunción forzada de doctrinas heterogéneas: “es como si un artista tuviera que tomar las manos, los pies, la cabeza y otros miembros de sus cuadros, de modelos diferentes, de tal modo que cada una de las partes estuviera perfectamente dibujada; pero sin relación con un cuerpo único, y puesto que no coinciden unas con otras en forma alguna, el resultado sería un monstruo más que un hombre” (Kuhn 1993:137).

En consecuencia la concepción de Ritzer se distancia del significado y espíritu de la tesis fundamental de Kuhn cuando sostiene: “yo no defiendo una nueva posición hegemónica de la sociología; yo no afirmo que la actual diversidad representa una condición indeseable que hay que eliminar, al contrario, defiendo una mayor diversidad en el desarrollo de un paradigma integrado que sustituya los paradigmas existentes (…). Apoyo la diversidad teórica” (Ritzer 2002:614). En definitiva, la concepción de un paradigma conciliador de las oposiciones teóricas modifica sustancialmente el aspecto de competición, de crisis y de revolución que tiene el enfrentamiento de paradigmas en Kuhn.

Además el sociólogo no toma en cuenta que en el esquema de Kuhn los paradigmas son inconmensurables dado que los significados de los términos observacionales dependen de la teoría desde cuyo ámbito de significado se hacen las observaciones. Eso implica que el material observacional (los hechos-problemas de investigación) al que hace referencia un paradigma sólo tienen validez en el contexto de relevancia de tal paradigma y por ende los paradigmas alternativos no poseen elementos –observacionales ni lingüísticos– comparables. No debemos olvidar que esa es la razón por la cual un cambio de paradigma constituye una revolución.

Y es una revolución porque después de una conmoción epistémica de esa naturaleza nuestras estructuras de relevancia cognitiva se transforman radicalmente y a partir de ahí vemos y conocemos el mundo de modo diferente a lo que hasta entonces era habitual. Literalmente, el mundo es otro.

Pero antes de ir más lejos dejaré asentado –provisionalmente– un balance de lo analizado hasta aquí: a) comparto el diagnóstico de Ritzer acerca de la complejidad fenoménica del mundo social; b) comparto, igualmente, su diagnóstico acerca de la multiplicidad de teorías y la necesidad de ofrecer una visión de conjunto de su desarrollo; c) también comparto con Ritzer y Requena que la perspectiva reticular es apropiada para caracterizar el desenvolvimiento teórico de las ciencias sociales; d) pero considero que la interpretación que ofrece Ritzer de paradigma es un giro al planteamiento de Kuhn, que lo fuerza en exceso para acomodarlo a una perspectiva multidimensional que no le es propia; e) Ritzer no ignora que Kuhn concibe el paradigma de manera hegemónica pero cree legítimo agregarle el significado de multi-paradigma basándose en que el propio Kuhn deslizó algunas vaguedades al respecto; f) valoro la utilísima taxonomía de las teorías que elabora Ritzer, pero opino que ese logro no alcanza a erigir un multi-paradigma aglutinador; g) resulta difícil entender la obstinación de Ritzer en atribuir su noción de multi-paradigma a Kuhn y no admitir, lisa y llanamente, que es un constructo original suyo y que sólo fonéticamente se parece a la noción de Kuhn (tal reconocimiento haría menos criticable su posición); h) la pertinacia de Ritzer por utilizar un término técnico –paradigma– definido para otro contexto lógico, antes que facilitar, entorpece la comprensión de su propuesta.

Por otra parte, llama la atención que el sociólogo no mencione la metodología de los programas de investigación (MPI) que, a mi juicio, es más adecuada para el objetivo metateórico –reticular– que él quiere desarrollar; cabe preguntarse por la razón del olvido dado que, en importante medida, la MPI es una ampliación del proyecto Kuhniano con la peculiaridad de que explícitamente trasciende el monopolio del paradigma único para hacer un lugar a la explicitación racional de la multiplicidad de teorías en competencia (en un marco lógico-formal). Dejo constancia que el mismo Kuhn ha reconocido dicha afinidad: “las decisiones científicas importantes –generalmente descritas como elección entre teorías–, se describen con mayor precisión como una elección entre formas de hacer ciencia; o entre tradiciones o entre programas. La insistencia de Lakatos en que la unidad de elección es un programa de investigación científica, me parece que va en la misma dirección” (Kuhn 2001:83).

En los apartados que siguen (4, 5 y 6) me esforzaré por acotar la figura Kuhniana de paradigma, esperando mostrar que existe una considerable distancia respecto de la interpretación que hace Ritzer.

4. Una clave para comprender a Kuhn: El aprendiz de científico y su iniciación

Recordemos que Kuhn es doctor en física y que en el curso de su desempeño profesional se convirtió en historiador de la ciencia. En esa calidad se dedicó a estudiar lo que los científicos hacen para tratar de entender cómo opera realmente la ciencia. Así, observando atentamente lo que históricamente han hecho los científicos de carne y hueso, intenta explicar el modo en que la ciencia cambia y progresa.

En primer lugar, observa cómo se inicia un joven en la lid científica y descubre que las ciencias naturales presentan notables diferencias frente a las ciencias sociales. En las ciencias naturales, los manuales, escritos especialmente para los aprendices, se constituyen en la herramienta fundamental y, por lo general, durante el proceso de enseñanza –salvo contadas excepciones– no se les exige la realización de proyectos de investigación propios o que estudien críticamente los productos de las investigaciones de científicos clásicos. Las fuentes originales desempeñan un papel secundario y no se estimula su estudio para evitar que el estudiante se complique con problemas, conceptos y tipos de soluciones que su disciplina ya ha descartado y reemplazado. De ahí viene la sobrevaloración de lo reciente y la primacía que adquiere el paper del último año (o del último mes). Los museos y las bibliotecas clásicas –de gran importancia en las humanidades– se reemplazan por las obras del día y eso, a juicio de los formadores, es todo lo que requiere un estudiante para progresar ulteriormente en el cultivo de su ciencia (Kuhn 1980:82-85).

Los citados manuales exponen problemas-soluciones que la comunidad científica de su disciplina acepta como procedimientos válidos y se exige al estudiante que sea capaz de resolver –con lápiz y papel o en el laboratorio– problemas modelados de acuerdo al método previamente aprobado por los maestros; al estudiante le corresponde esforzarse por encontrar la solución correcta siguiendo los ejemplos que el manual le proporciona. No se prepara a los estudiantes para que se conviertan en la conciencia crítica de la tradición, sino para reproducir aquellos logros científicos que los practicantes más experimentados de la disciplina valoran, porque les entrega orientaciones claras acerca del mundo y perfila horizontes estratégicos para avanzar en sus propias investigaciones.

El principal objetivo del modelo pedagógico apunta a producir una rápida apropiación de esquemas mentales ya consolidados, de manera que la formación del científico natural consiste en una iniciación relativamente dogmática en una tradición preestablecida, en la certeza de que el paradigma internalizado es totalmente seguro.

Las disciplinas que basan la enseñanza de los científicos nóveles en el estudio del pensamiento de ciertos autores determinados –los clásicos por ejemplo– más que en los problemas a resolver, son llamadas por Kuhn pre-paradigmáticas, porque no han superado las disputas de escuela y mantienen el antagonismo de los clásicos. Aunque logren producir contribuciones al cuerpo de conceptos, fenómenos y estrategia del área disciplinaria, esos aportes son dispersos y la sedimentación de conocimiento validado y de prácticas aceptadas, unánimemente, por la comunidad científica, sigue siendo muy exigua.

Lo anterior incentiva al investigador a sentirse crítico e innovador y a iniciar su propia construcción teórica desde los cimientos, en una suerte de cambio permanente, inestable y muy personalista. Todo lo cual lentifica el desarrollo de la disciplina y posterga la fase de ciencia normal. En definitiva esas disciplinas son ciencias inmaduras porque no consiguen instituir un paradigma fuerte. Para Kuhn esa es la situación de las ciencias sociales.

Pero, en la ciencia madura, el científico es educado en una forma de hacer ciencia que él no discute ni confronta con otras opciones. En palabras de Kuhn: “el desarrollo ocurre de un consenso a otro, y comúnmente los enfoques distintos no compiten entre sí. Salvo condiciones especiales, el profesional de una ciencia madura no se detiene a examinar los modos divergentes de explicación ni de experimentación” (1987:255). El científico simplemente aplica el paradigma a los problemas cognoscitivos que encuentra en el transcurso de sus investigaciones y, haciéndolo así, logra resolver la mayoría de los problemas o enigmas que se le presentan; de ese modo se estabiliza un orden de ciencia normal.

En breve, el investigador de la ciencia normal ha sido preparado para concebirse a sí mismo como una persona que resuelve enigmas y, por lo mismo, no pretende ser un innovador en su ciencia. El enigma es un problema de investigación que se puede solucionar adecuadamente utilizando las herramientas del paradigma teórico prevaleciente, precisamente porque dicho problema participa de las características generales que el paradigma ha definido como típicas dentro del área de su competencia.

Empero, eso no significa que sea fácil su identificación y el investigador requiere entrenar sus habilidades heurísticas para quedar en condiciones de reconocer un enigma en el momento que se topa con él. Sin embargo, la importancia de esta forma de trabajar al interior del paradigma (resolviendo enigmas) no radica tanto en el nuevo conocimiento que proporciona (el acervo cognoscitivo fundamental subyace al paradigma), su mayor aporte reside en el nada despreciable despliegue de ingenio técnico y metodológico que se pone en ejecución para superar las dificultades que se presentan en la búsqueda de la solución. De ese modo se afinan los procedimientos de resolución de enigmas de la ciencia normal y, a la vez, cada nuevo enigma que se resuelve fortalece la hegemonía del paradigma (Kuhn 1987:257-259).

5. Revolución paradigmática

No obstante, el científico suele encontrar instancias empíricas que resisten las fórmulas de solución que proporciona el paradigma; esa renuencia se considera una anomalía porque no se duda del paradigma, antes bien, se sospecha de la situación que aparenta ser una excepción a la regla. Cuando la gravedad de una anomalía se agudiza y los científicos fracasan repetidamente en lograr la solución de los enigmas que se le presentan eso lleva a algunos científicos jóvenes, menos comprometidos con la visión dominante, a desconfiar de las reglas de resolución normales (Kuhn 1980:87-98).

Cuando los científicos, en vez de defenderse de las supuestas anomalías con hipótesis ad hoc llegan a reconocer que –en verdad– es el canon de explicación el inadecuado, se abre un nuevo horizonte de indagación desde otro marco de inteligibilidad; y así pueden llegar a comprender que la situación, aparentemente anómala, es un legítimo elemento de la realidad que permanecía obnubilado por el anterior paradigma dominante. Sin embargo, para que una anomalía deje de serlo, es necesario pensar con otra cabeza y a partir de esa transmutación de la racionalidad se modifica el orden global de los fenómenos y surge un cosmión inexplorado (Kuhn 1987:17-18).

Sin duda, ello tiene consecuencia directa en las prácticas científicas porque ahora la estructura significativa del mundo es otra y eso comporta una forma inédita de ver el mundo que conduce a la inauguración de un nuevo ciclo de descubrimientos (Kuhn 1993:185-202). A su vez, aquí se encuentra el punto de quiebre de la ciencia normal porque el cambio de paradigma anula las características del crecimiento acumulativo y, por lo mismo, no es factible integrar los viejos hechos y categorías en el lenguaje y la óptica del paradigma triunfante; si se continúa utilizando el anterior vocabulario para describir los nuevos hechos, más temprano que tarde se entrará en serias contradicciones y aporías de cara a la ontología vigente en el actual paradigma.

6. La inconmensurabilidad

Lo dicho hasta aquí nos conduce al problema de la inconmensurabilidad. Kuhn relata que él y Paul Feyerabend comenzaron casi simultáneamente a emplear el término inconmensurabilidad (tomado de las matemáticas) para designar las aporías que encontraron al tratar de evaluar la progresión de ciertas teorías respecto de otras mediante la comparación de informes científicos representativos de cada una. Por cierto, en matemáticas el término alude a la falta de elementos de comparación entre dos dimensiones, lo que imposibilita establecer un criterio de medida válido para ambas. A modo de ejemplo, menciona el tema del movimiento en Aristóteles y Newton y también las nociones de masa y materia en Newton y Einstein, así como la cosmología de Aristarco de Samos en comparación con la de Ptolomeo y la de éste en relación a Copérnico (Kuhn 1989:95-98).

Sin embargo, la inconmensurabilidad no se circunscribe al nivel teórico sino que, básicamente, se verifica a nivel empírico en la medida que el paradigma afecta la manera de ver la realidad. Más aún, en sentido estricto nunca observamos la realidad per-se, porque nuestra dotación sensorial no nos permite ver directamente los estímulos distales que –se supone– corresponden al correlato ontológico que nutre nuestra percepción; pero los datos que retenemos son las impresiones sensoriales y eso implica una interpretación de las cosas por parte del sujeto percipiente. En definitiva, nuestros datos inmediatos son sensaciones y puede demostrarse que diferentes estímulos llegan a producir sensaciones similares, del mismo modo que un mismo estímulo puede provocar sensaciones diversas.

Ahora bien, lo anterior se explica porque la percepción está fuertemente influida por la educación y la cultura. El tránsito que va de la recepción del estímulo a la formación de la sensación, por canales nerviosos determinados, y de ahí a la estructuración de la percepción (el ver, el escuchar) está afectado por factores de aprendizaje. Por eso, es posible que frente a un mismo estímulo: “individuos que crecieron en diferentes sociedades proceden, en algunas ocasiones como si vieran cosas distintas”. Y, en la medida que ven cosas distintas viven en mundos distintos: “dos grupos cuyos miembros tienen sensaciones sistemáticamente distintas al captar un mismo estímulo, en cierto sentido viven en mundos diferentes” (Kuhn 1993:295 y 299).

Por consiguiente los científicos que adhieren a distintos paradigmas ven cosas diferentes aunque aparentemente observan el mismo fenómeno. Incluso los términos observacionales y teóricos pueden ser fonéticamente idénticos, pero no tienen igual significado porque el referente es otro y, por ende, no describen la misma realidad. Basta que algunos términos cruciales del paradigma X sean discrepantes con los del paradigma Z, para que los miembros de la comunidad X no puedan comprender a los miembros de la comunidad Z (y viceversa). Esa es la razón por la cual un paradigma se torna inconmensurable con sus antecesores y con sus rivales actuales.

Pero Ritzer no considera la variable inconmensurabilidad y ubica a todas las teorías en un mismo plano de validez minimizando el efecto del núcleo filosófico de cada paradigma que –en sí mismo– contiene una ontología, una epistemología y un lenguaje, con valores científicos y extra-científicos propios; todo lo cual conduce al desarrollo de peculiares interpretaciones de la realidad social y delimita una forma de intervención y de investigación irreductiblemente diferente al que ofrece el paradigma vecino.

En conclusión, de acuerdo al estricto análisis de los apartados 4, 5 y 6, podemos inferir que para Kuhn el multi-paradigma es un sueño imposible.

7. La ventaja heurística de la metodología de los programas de investigación

Postulo que si hacemos uso de las categorías que pone a nuestra disposición el epistemólogo húngaro Imre Lakatos el objetivo metateórico de Ritzer se lograría adecuadamente, sorteando las aporías del modelo que defiende la noción de multi-paradigma. En efecto, la idea de conjuntos de teorías alternativas que se desarrollan simultáneas y paralelas queda bien dimensionada en la noción de programas de investigación dado que por antonomasia los programas son reticulares y, por ende, la metodología que emplea es afín con la idea de pluralismo teórico (una cualidad innegable de las ciencias sociales). Por lo tanto, aplicando la MPI no es necesario forzar los conceptos para lograr que la sociología sea concebible como un campo disciplinario donde se desarrollan programas de investigación diversos.

Precisamente ese fue el tema central de la discusión que Lakatos sostuvo con Kuhn. Y si bien Lakatos –en este aspecto– no se aleja demasiado de Kuhn, discrepa acerca del carácter hegemónico del paradigma normal porque esa aserción minimiza el carácter plural de las teorías científicas que la MPI releva. A juicio de Lakatos: “Lo que ha de ser evaluado como científico o pseudocientífico es una sucesión de teorías y no una teoría dada. Pero los miembros de tales series de teorías normalmente están relacionados por una notable continuidad que las agrupa en programas de investigación. Esta continuidad (reminiscente de la ciencia normal de Kuhn) juega un papel vital en la historia de la ciencia” (Lakatos 1993:65).

Al igual que Kuhn, Lakatos se basa en el estudio de casos históricos que revelan lo que efectivamente han hecho los científicos reales y así descubre que, en su devenir, la ciencia se ha desplegado en la forma de programas de investigación que compiten fuertemente entre sí pero, a su juicio, no ha sido una sucesión de períodos de ciencia normal alterados por esporádicas revoluciones. El epistemólogo húngaro concluye: “la postura que defiende Kuhn; realmente lo que él llama ciencia normal no es sino un programa de investigación que ha obtenido el monopolio” (Lakatos 1993:92). Y en otra parte subraya: “Donde Kuhn ve paradigmas yo veo también programas de investigación racionales” (Lakatos 1993:119).

Lakatos coincide con Kuhn en que es ilegítimo juzgar a una teoría (o sucesión de teorías) aplicando los criterios cognoscitivos propios de otra matriz teórica. En estricta lógica, las teorías sólo pueden ser refutadas contrastándolas con los respectivos tipos de experiencias válidas en su marco conceptual-observacional y de acuerdo a los criterios que ahí se estipulan; es decir, en ausencia de alternativas conmensurables las teorías sólo se pueden refutar a partir del análisis de las contradicciones internas que las aquejan o por ostensible ausencia de corroboración. No obstante, la novedad que aporta Lakatos se refiere a que, si bien los contenidos no pueden ser comparados y sólo es posible enunciar juicios de verosimilitud dentro de los confines de un programa particular, sus desarrollos históricos –formales– son comparables y factibles de evaluar.

En este aspecto el aporte de la MPI consiste en ofrecer criterios de demarcación que focalizan la atención en la progresión, estancamiento o regresión de los cuerpos teóricos y posibilitan las llamadas reconstrucciones racionales de los respectivos Programas. (Lakatos 2001:72-73). Por lo mismo, evidenciar la racionalidad de un Programa de Investigación para fines de evaluación, supone reordenar los eventos de una secuencia teórico-empírica que, paralelamente, implica una interpretación de los mismos. Dicha interpretación está orientada metodológicamente y se vuelve normativa cuando tematiza y objetiva determinados eventos en calidad de hechos analizables para efectos de la reconstrucción racional de un programa (Lakatos 2001:40-41).

Nótese que la metateoría de base lakatosiana tiene la ventaja de proporcionar una estructura formal metodológica que permite generar instrumentos para comparar lógicas rivales de investigación. Bajo esta concepción, la inconmensurabilidad es superable porque la mencionada metodología fija reglas de interpretación y traducibilidad en virtud de lo cual las teorías inconmensurables reducen su radicalidad y se tornan formalmente comparables.

Resumiendo, la estructura formal del programa de investigación consiste en una secuencia de teorías que se suceden en el tiempo y se caracterizan por exhibir una continuidad de propósitos que concatena a una con otras y permite identificarlas como versiones modificadas de un proyecto inicial común. Dicha continuidad se la otorga, principalmente, el núcleo firme (o matriz de carácter filosófico), en torno del cual las versiones ulteriores van construyendo un cinturón de hipótesis de modo que el crecimiento del programa se asemeja a las ondas que se irradian a partir de un centro de emisión cuya expansión opera de forma reticular, recuperándose así la idea de un moderado crecimiento acumulativo de la ciencia, que sería discernible al interior de los programas.

Del núcleo derivan dos patrones metodológicos fundamentales, descritos como heurística negativa y heurística positiva. Al primero le corresponde definir los postulados filosóficos que se consideran incuestionables (por decisión metodológica está prohibida la falsación sobre el núcleo), mientras que el segundo delimita los contenidos que se someten a prueba y, en conjunto, suministran el marco conceptual que genera las categorías y el lenguaje característico del programa.

A su vez la heurística positiva: a) delimita la prospectiva del cinturón de protección teórico conjetural (anticipaciones que emanan del núcleo); y, b) proporciona orientaciones acerca de las problemáticas factibles de futuras investigaciones y, por lo tanto, estimula el desarrollo de nuevas versiones que continúa desarrollando (reticularmente) el programa. En definitiva la heurística positiva es: “un conjunto, parcialmente estructurado, de sugerencias o pistas sobre como cambiar y desarrollar las versiones refutables del programa de investigación, sobre como modificarlas y complicar el cinturón protector refutable” (Lakatos 2001:69).

Así, el programa clarifica sus postulados y los transforma en conjeturas (hipótesis) susceptibles de falsación o corroboración, las que pueden asumir la forma de teorías específicas, modelos (tipos ideales) o plan de investigación de campo. Este es el ámbito del programa donde se efectúa y ejecuta la investigación.

8. Propuesta de un instrumento de análisis metateórico basado en la MPI

En base a los planteamientos expuestos en el apartado anterior me permitiré esbozar una propuesta de guía de trabajo para elaborar una reconstrucción racional de un programa de investigación en ciencias sociales. La reconstrucción racional facilita la evaluación del desarrollo histórico de un programa, discriminando la progresión, estancamiento o regresión del mismo. Dicha reconstrucción busca precisar las vicisitudes de los cambios que han afectado al programa (secuencia reticular histórica mediante la cual se exterioriza su núcleo filosófico). De esta manera se ofrece un criterio para comparar programas de investigación y evaluar racionalmente el crecimiento del conocimiento científico.

El criterio exige: a) describir el núcleo filosófico; b) detectar la serie de teorías e hipótesis que se han desprendido del núcleo primigenio; c) seguir con atención sus correspondientes variaciones y transformaciones de problemáticas; d) escrutar las corroboraciones empíricas que las avalan; e) determinar la existencia o inexistencia de excedente teórico y/o empírico.

Por ejemplo, si rescatamos lo que Ritzer denomina paradigmas de la sociología éstos podrían ser analizados con mayor efectividad en el marco de la lógica de programas de investigación. Tendríamos, entonces, tres programas mayores de investigación en sociología: a) de los hechos sociales, b) de la definición social, c) de la conducta social. Ahora bien, en atención al espacio disponible enunciaré brevemente los pasos del instrumento analítico de orden metateórico (reconstrucción racional) que propongo:

8.1. Identificar el programa de investigación. Por ejemplo, de la definición social.

8.2. Describir el núcleo firme (explicitando su base filosófica). Siguiendo con el ejemplo del programa de la definición social, tenemos: a) fenomenología del mundo de la vida; b) estructuras significativas de la vida social cotidiana; c) intencionalidad intersubjetiva de la socialidad originaria; d) acción social e interacción; e) definición de la situación y comunicación; f) sentido objetivo y sentido subjetivo del fenómeno social; g) construcción social de la realidad, h) dialéctica de la internalización, externalización, objetivación; i) construcción social del conocimiento; j) distribución social del conocimiento; k) especificidad del conocimiento científico y observación de segundo grado; l) metodología de investigación: tipos ideales, observación participante.

8.3. Señalar y caracterizar las fases de su desarrollo histórico (siempre de acuerdo a lo planteado en 8.1): Sociología comprensiva, Interaccionismo simbólico, Socio-fenomenología, Etnometodología, Análisis conversacional, Sociología cognitiva.

8.4. Análisis de cada fase: representantes y aportes al programa. Este ítem requiere un análisis de mayor profundidad y extensión que excede las posibilidades de este artículo.

8.5. Organizar el cinturón protector de hipótesis auxiliares. Se debe especificar: a) conjeturas susceptibles de contrastación que se han derivado del núcleo firme (anticipaciones); b) conjeturas contrastables efectivamente sometidas a prueba y, c) determinar el valor de corroboración empírica que ostenta (Etnometodología, Análisis conversacional, Sociología cognitiva, otros.)

8.6. Análisis de las principales refutaciones a las hipótesis auxiliares. Presentadas por los programas rivales y revisión de las soluciones dadas desde el programa, a partir de su lógica interna (núcleo firme y cinturón de hipótesis).

8.7. Evaluar la calidad de las nuevas hipótesis en términos del carácter espurio o auténtico de las mismas. Serán espurias si corresponden a hipótesis ad hoc (hipótesis ex post –espurias– inventadas para salvar la situación pero no derivan naturalmente del núcleo); y auténticas si derivan de la matriz heurística o del cinturón protector de hipótesis.

8.8. Evaluación general de la historia interna del programa en relación a la novedad teórica y empírica aportada.

8.9. Se realiza un examen similar de los programas rivales.

8.10. Se compara el excedente teórico y empírico del programa A con el programa B y C, esto faculta para emitir juicios evaluativos formales y superar parcialmente la inconmensurabilidad.

8.11. En base a todo lo anterior se evalúa el carácter progresivo, estancado o regresivo de los programas A, B, C. Y atendiendo a la promisoriedad heurística detectada es posible considerar un programa más fructífero que otro en la tarea de comprender o explicar la sociedad. Se puede observar que se respeta la identidad de cada programa y no se pretende reducirlos a una entelequia de monismo epistemológico. No obstante respetar sus diferencias y su peculiar perspectiva filosófica, los programas pueden compararse y ser evaluados con este criterio, lo que permite superar la inconmensurabilidad radical

9. Conclusiones

9.1. El planteamiento de Ritzer es simple: los enfoques teóricos son múltiples y complementarios. El estudio de los fenómenos puede ser enriquecido si los miramos con los diferentes lentes que aportan los distintos enfoques teóricos. Quien trabaje el enfoque micro-subjetivo apreciará la perspectiva vivencial de las expectativas de los actores involucrados en la definición de la situación, sus intenciones y el sentido al que apuntan; quién lo haga desde el enfoque macro-subjetivo verá la forma en que los actores van construyendo sus propias estructuras del mundo social; el sociólogo que trabaje con la perspectiva macro-objetiva observará la manera en que las estructuras societales coercionan y modelan el comportamiento de los sujetos. En tanto que el enfoque micro-objetivo observará la conducta manifiesta y mensurable de las interacciones sociales y los estímulos externos serán considerados factores causales. Cada enfoque teórico tiene preguntas típicas y límites que le son propios pero se pueden combinar como si de un caleidoscopio se tratara. Las teorías son asimiladas a las distintas visiones bidimensionales de un fenómeno tridimensional donde cada visión bidimensional constituye un enfoque veraz y compatible con todos los demás enfoques. La única dificultad radica en que ninguna imagen, por si misma, entrega la verdad completa pero la visión caleidoscópica reúne y combina los escorzos, aproximándonos a la figura completa.

9.2. Ritzer no proporciona un paradigma epistemológico integrado, lo que él proporciona es una taxonomía de las teorías sociológicas donde la principal fuente de diferencia que se alcanza a vislumbrar radica en la ubicación de las teorías en dicha taxonomía. Podemos apreciar que todas esas clasificaciones son laxas de modo que la taxonomía de Ritzer, en cuanto instrumento analítico, no proporciona criterios que sirvan para evaluar qué teoría es más recomendable para efectos de comprender o explicar la sociedad en su conjunto o, al menos, un sector de la sociedad.

9.3. Es relevante retener que la metateorización consiste en un estudio profundo de las teorías y eso genera poder heurístico que eventualmente se traduciría en el surgimiento de nuevas teorías y, de ese modo, la metateoría contribuye al progreso del conocimiento científico. Empero Ritzer no es suficientemente claro respecto de la función de la epistemología en la metateoría lo que, al menos en parte, es causa de su confuso tratamiento de las nociones de paradigma y multi-paradigma.

9.4. En el marco de la MPI los descubrimientos de la ciencia son resultado de lo que fluye lógicamente a partir de un proyecto racional que delimita los dominios de las entidades teóricas, establece la perspectiva o marco de referencia desde la que habrán de ser interpretadas dichas entidades, determina el sistema conceptual necesario para la articulación de su proceder científico, delimita los métodos específicos adecuados a tal interpretación y establece los criterios para evaluar críticamente los resultados obtenidos. El sello principal de la MPI es su carácter programático o proyectivo, es decir, siempre tendrá una dimensión de futuro compuesta de anticipaciones teóricas que deberá corroborar de manera empírica o cuasi-empírica (evidencia documental).

9.5. El principio de desarrollo reticular de los programas de investigación admite desarrollos no lineales y permite que una pluralidad de teorías relativamente independientes en cuanto a su contenido adopten la forma de retículas de investigación que conservan las ventajas de una pluralidad de teorías incorporadas dentro de un programa que conserva unificados los pasos progresivos de todos los miembros de la pluralidad gracias a una matriz filosófica compartida. En este marco de racionalidad es factible la competición de programas dentro de un programa mayor ampliado (la sociología).

Nota

Agradezco a mis colegas de la Universidad San Sebastián, profesor Luis González y profesor Ricardo Rivas, la lectura crítica al manuscrito. Sus acertados comentarios contribuyeron a mejorar el texto.

Bibliografía

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Kuhn, T. 1987. La tensión esencial. México: FCE.

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Lakatos, I. 2001. Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales. Madrid: Tecnos.

Lakatos, I. 1993. La metodología de los programas de investigación científica. Madrid: Alianza.

Ritzer, G. 2002. Teoría sociológica moderna. Madrid: Mc Graw Hill.

Ritzer, G. 1991. Metatheorizing in sociology. Lexington, Mass.: Lexington Books.

Requena, F. 2000. Hacia una perspectiva reticular de la teoría sociológica. Papers 62: 133-145.

Weber, M. 1965. Essais sur la théorie de la science. Paris: Librairie Plon.

 

Recibido el 25 Sep 2008
Aceptado el 5 Dic 2008

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Cinta de Moebio
Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X