Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Scribano, A. y De Sena, A. 2009. Construcción de conocimiento en Latinoamérica: algunas reflexiones desde la auto-etnografía como estrategia de investigación. Cinta moebio 34: 1-15. doi: 10.4067/S0717-554X2009000100001

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Construcción de conocimiento en Latinoamérica: algunas reflexiones desde la auto-etnografía como estrategia de investigación

Knowledge construction in Latin America: auto-ethnography as a research strategy

Dr. Adrián Scribano (adrianscribano@gmail.com) Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Lic. Angélica De Sena (angelicadesena@gmail.com) Grupo de Estudios de Metodología, Instituto de Investigaciones Gino Germani (Buenos Aires, Argentina)

Abstract

The aim of this article is to discuss some epistemic challenges for social research in Latin America since the consideration of the usefulness of auto-ethnography as a methodological strategy. The argumentative strategy selected to achieve the objective is: a) outline some of the discussions on the place of the researcher in social sciences in the literature of the late twentieth century, b) indicates the main characteristics of the auto-ethnography, c) outlines an experience of using auto-ethnographies in research, and finally, d) discuss some conclusions and challenges that can be extracted.

Keywords: auto-ethnography, subjectivity, experiences, Latin America, methodology

Resumen

El objetivo de este artículo es plantear algunos desafíos epistémicos para la investigación social en Latinoamérica desde la discusión de la utilidad de la auto-etnografía como una estrategia metodológica. La línea argumentativa seleccionada para alcanzar el aludido objetivo es la siguiente: a) se reseñan algunas de las discusiones sobre el lugar del investigador en las ciencias sociales en la literatura de finales del siglo XX en los países centrales, b) se señalan las principales características de la auto-etnografía, c) se bosqueja una experiencia del uso de la auto-etnografías en una investigación, y finalmente, d) se discuten algunas moralejas y desafíos que se pueden extraer desde lo narrado.

Palabras clave: auto-etnografía, subjetividad, experiencias, América Latina, metodología

Introducción

Un sociólogo está realizando su tesis y ha elegido estudiar el trabajo informal en una de las macro ciudades de Latinoamérica. Una y otra vez visita ferias, calles y plazas públicas hablando con personas de diferentes edades, género, clases y etnia. Una y otra vez aprehende nuevas expresiones para decir “no tengo dinero”, “estoy esperando vender algo”, “esto lo hago para ayudar a mi marido”. Un día descubre que una de esas personas le hace acordar a su abuela que vendía frutas en la feria de su barrio para pagarle los estudios a su papá. En ese momento se da cuenta que todo lo que había leído, intentado mirar y registrar se abre a una dimensión por el “olvidada” hasta ese momento: su vida.

Desde diferentes perspectivas mucho se ha escrito sobre el lugar del investigador en los procesos de producción de conocimiento a través de la indagación empírica. Existen posiciones múltiples para abordar y hacer reflexivo el puesto de la subjetividad del investigador en las ciencias sociales. Una de estas posibilidades en la actualidad la constituye la auto-etnografía y en base a una reflexión sistemática sobre ella se elabora el presente trabajo.

El objetivo de este artículo es plantear algunos desafíos epistémicos para la investigación social en Latinoamérica desde la discusión de la utilidad de la auto-etnografía como una estrategia metodológica.

La línea argumentativa seleccionada para alcanzar el aludido objetivo es la siguiente: a) se reseñan algunas de las discusiones sobre el lugar del investigador en las ciencias sociales en la literatura de finales del siglo XX en los países centrales, b) se señalan las principales características de la auto-etnografía, c) se bosqueja una experiencia del uso de la auto-etnografías en una investigación, y finalmente, d) se discuten algunas moralejas y desafíos que se pueden extraer desde lo narrado.

El trabajo aboga por una descolonización y profundización de la creatividad sociológica en Latinoamérica re-tomando las potencialidades del uso de la auto-etnografía.

2. El lugar del investigador en la investigación

Mucho se ha escrito sobre la relación entre construcción de conocimiento social y las posiciones -y disposiciones- de aquellos que buscan conocer. En el marco del desarrollo de la Ciencias Sociales Latinoamericanas de los últimos treinta años han existido diversas fuentes de discusión y dialogo provenientes de Europa y EEUU alrededor de dicha problemática. El lugar ocupado por el sujeto que investiga ha sido objeto de investigación de la Epistemología, de la Teoría Social y de la Metodología.

Algunos de los tópicos más comunes en las aludidas discusiones pueden reseñarse de la siguiente manera: la pregunta por si al llevar a cabo una investigación significa siempre implicarse de algún modo en ella; la evaluación de la “carga” de la subjetividad del investigador en el conocimiento producido; las distancias y proximidades (tematizadas como objetividad-subjetividad) entre objeto y sujeto y el lugar de los valores en la investigación.

En relación a nuestros objetivos presentamos aquí tres ejes que resultan de importancia para la temática abordada en este artículo: la relación entre conocimiento e indeterminación en las ciencias sociales; la participación en la construcción del conocimiento de lo social y la reconstrucción del sentido e inmersión en el mundo de la vida.

2.1 Conocimiento e indeterminación en las ciencias sociales

Uno de los ejes posibles para pensar la vinculación entre sujeto que observa y campo de observación es el que se condensa alrededor de la relación entre patrones de explicación e indeterminación. Las propuestas de James Bohman a mediados de 1990 pueden ser una buena pista para tematizar dicha problemática. El autor se propone seguir lo que denomina una estrategia post-empirista y argumenta “que la legislación (normatividad) y unidad metodológica debe ser remplazada por la auto-reflexión sobre la historia y las prácticas explicativas de las Ciencias Sociales” (Bohman 1994:1). Para él en el comienzo de la historia de las ciencias sociales los reformadores e ingenieros sociales que se valían de ellas, tenían pocas dudas acerca de las características del conocimiento. Lo que debían hacer las ciencias sociales era emular el éxito del desarrollo científico de lo cual tanto Hobbes como Durkheim son buenos ejemplos. Luego de ésta primera confianza sobrevino el profundo debate que para Bohman atraviesa el siglo XIX hasta llegar a los años 60 y 70 del siglo XX sobre la existencia de ciencias naturales y humanas, sobre la explicación y comprensión, que justamente se rompe con la aparición de la disputa de los 60’ que dieron lugar a posiciones como las de Kuhn, Hesse y Feyerabend. Contexto donde comienza a disolverse, por diferentes razones, el debate entre un enfoque positivista y otro hermenéutico.

Bohman piensa que la nueva filosofía de la ciencia post-empirista tiene mejores herramientas y conceptos para tratar con el problema de dualismo y aprovechar mejor las formas complejas de explicación que han surgido en la teoría social. Para él “donde la vieja lógica de las Ciencias Sociales buscan unidad, la nueva lógica encuentra complejidad; donde la vieja lógica busca reconstrucciones idealizadas, la nueva lógica comienza desde la práctica actual de las Ciencias Sociales” (Bohman 1994:vii). Los principales argumentos de Bohman se pueden sintetizar de la siguiente manera:

1) Opta por lo que él denomina una visión post-empirista no escéptica, es decir, por aquella que acepta que se puede encontrar criterios para decidir entre teorías sobre el mundo social.

2) Para Bohman, el post-empirismo en ciencias sociales es: histórico, autoreflexivo, no determinista, no idealista, no esencialista y consiste en un análisis de las prácticas científicas. Siguiendo a Mary Hesse, Bohman cree que el post-empirismo significa el cambio desde un ideal modelo de explicación hacia otro históricamente constituido. Esto implica un desplazamiento del análisis interno y legislativo de los problemas hacia la aceptación que los problemas surgen de las propias teorías y de las prácticas de investigación (Bohman 1994:53).

3) Este autor identifica a la indeterminación como rasgo intrínseco de las prácticas sociales, y de los conceptos centrales de las ciencias sociales, como por ejemplo, causalidad, reglas, crítica, interpretación correcta, etc. La indeterminación no consiste en la imposibilidad e incomprensión, sino que está relacionada con el carácter reflexivo del conocimiento. Es un rasgo ontológico de la realidad social. Por el contrario, más allá de todas las teorías, los actores sociales no son simples portadores de las fuerzas sociales o tontos decisores dentro de un orden cultural. Equipados con las capacidades para conocimiento y reflexión, los agentes pueden alterar sus circunstancias y las condiciones de la vida social. Luego, si éste es el caso, la cara profunda de los problemas de las ciencias sociales es la indeterminación más que su falla en la producción de una única predicción como las ciencias naturales (Bohman 1994:13).

Es en este contexto como se puede entender que la mirada del sujeto implicado en la construcción de un campo objetual no solo no es un obstáculo para la comprensión, sino que es un recurso y/o una condición para efectuar dicha comprensión.

2.2 Participación en la construcción del conocimiento de lo social

Otro de los ejes que se pueden retomar para pensar las relaciones de implicación de los sujetos involucrados en la construcción de conocimiento es el reflexionar sobre las alternativas metodológicas que estos tienen a tales fines. En este contexto es posible mencionar a Michael Root como uno de los representantes de las “posturas relativistas” del post-empirismo. Para Root en la filosofía de las ciencias sociales y en las ciencias sociales mismas existe una aceptación del criterio de neutralidad valorativa ocasionada por un desplazamiento desde la filosofía política liberal. El principal problema que analiza es lo que denomina la adhesión del liberalismo al “principio anti-perfeccionista” y afirma “de acuerdo a este principio, nada se debe decir o hacer dentro de un área de la vida dada para promover un ideal de la perfección humana sobre otro” (Root 1994:1). En este sentido, los científicos sociales desarrollan el principio anti-perfeccionista cuando predican la neutralidad valorativa y un punto de vista neutral sobre su campo de investigación. En su opinión “las características de la construcción de teoría, de la elección de teoría, de la recolección de datos, de la categorización y de la explicación en Ciencias Sociales, por su propia naturaleza, hacen imposible la adhesión al principio anti-perfeccionista” (Root 1994:2).

Para este autor, existe una alternativa a la idea liberal de ciencia que denomina “perfeccionista” y para él, de los distintos modelos de perfeccionismo, el “comunitario” es el más apropiado. Por lo tanto, existiría una visión liberal y otra comunitarista de las ciencias sociales y de la reflexión filosófica sobre las mismas.

De manera provisional establezcamos que dicha alternativa perfeccionista significa que está dispuesta a tomar partido por una concepción de la vida buena, y es participativa lo que implica -siempre siguiendo el mismo autor- la inclusión de los sujetos investigados en el proceso de construcción de conocimiento. Si avanzamos sobre lo perfeccionista encontraremos que Root es consciente que la ciencia nazi fue un modelo de perfeccionismo, dedicando una buena parte de su libro a su crítica; por ello termina estableciendo que entre los posibles modelos perfeccionistas se debe adherir a uno cuyos valores fundamentales sean la defensa de la vida humana y no su manipulación. En estos tipos de modelos perfeccionistas la característica central es la no separación entre hechos y valores que desemboca en una especial postulación de la relación entre teoría y práctica.

Dichos modelos postulan la necesidad de relacionar la construcción teórica con los valores por los que en la práctica se tomara partido. Si tratamos de reconstruir ahora la arista de participación nos encontramos con la postulación de la necesidad de integrar los problemas que los sujetos investigados consideran importante a la investigación, de darles voz en la toma de decisión metodológica y de incluir en la investigación la pregunta acerca de ¿a quién sirve la misma?

2.3 Reconstrucción del sentido e inmersión en el mundo de la vida

El resultado de las ciencias sociales, que se entiende como reconstrucción interpretativa del mundo de la vida, implica un tomar posición frente a la pregunta del otro/Otro sobre cómo la sociedad se hace de una forma y no de otra en la diversidad.

La teoría social en su proceso de re-construcción del sentido del mundo de la vida, encuentra la dialéctica teoría-práctica en el ámbito mismo del procedimiento metodológico. La dialéctica del otro emerge en la propia tarea científica, el co-autor no puede ser sino co-presente, es por esto que la interacción da paso a una práctica de reconocimiento.

Así se puede comprender mejor el comportamiento crítico de la hermenéutica, primero porque manifiesta la diversidad y no se deja retomar por la absolutes de un punto de vista, segundo como una mirada siempre atenta a lo que se esconde dentro para develar lo profundo, y finalmente porque se manifiesta a través del lenguaje en tanto práctica que llama a un análisis general de la vida vista por el hombre.

En esta dirección las ciencias sociales pueden ser entendidas como un primer movimiento para comprender el horizonte pre-reflexivo de una práctica compartida. Es el juego entre experiencia de construcción y documentación del sentido de la acción, que implica un re-leer el horizonte del sentido compartido partiendo de la diversidad. La finalidad inmediata de la acción sociológica es tomarse a sí misma como obrar humano.

En este sentido se unen dos momentos de la dialéctica del comprender: a) El momento de auto-reconocimiento por el cual quienes hacen la investigación como sujetos se encuentran y comprenden en medio de la intersubjetividad y b) el comprender que el obrar sociológico es un modo particular de acción sometida a reglas compartidas en lo cotidiano en tanto obrar científico.

En este marco de experiencia y en un primer momento la pregunta sociológica no es otra que la pregunta para una fenomenología de lo cotidiano que permita poner una luz en el juego de comprensión y precomprensión de la relación intersubjetiva. Por lo tanto, en el proceso de reconstrucción del sentido de la acción las cualidades del sujeto se ven atravesadas por dos factores: sus rasgos qua observador científico y su subjetividad entendida en tanto radical intersubjetividad.

Es posible advertir que indeterminación, participación en el conocimiento y comprensión de sentido pueden ser tres ejes para esclarecer la implicación del sujeto en la investigación social.

En la misma dirección de lo expuesto hasta aquí, creemos pertinente esquematizar algunas reflexiones que puedan dar una idea general sobre el significado de la auto-etnografía y desde allí repensar lo expuesto desde Latinoamérica.

3. ¿Qué es la auto-etnografía?

La auto-etnografía es un modo de etnografía y ambas serán tomadas aquí como estrategias de investigación cualitativa (1). De modo preliminar digamos que el “gesto” auto-etnográfico consiste en aprovechar y hacer valer las “experiencias” afectivas y cognitivas de quien quiere elaborar conocimiento sobre un aspecto de la realidad basado justamente en su participación en el mundo de la vida en el cual está inscripto dicho aspecto.

Iniciar el proceso de investigación, cualquiera sea la estrategia teórico-metodológica que se quiera llevar a cabo, es asumir los límites de ésta en tanto espejo de la realidad. La realidad no se presenta de modo límpido para que el investigador la capte. La práctica del conocer tal vez pueda pensarse como un momento de aventura e imaginación sociológica, en la que se genera la participación de al menos dos polos: el sujeto y el objeto que construyen dicho conocimiento. En una estrategia cualitativa los participantes de la misma adoptan múltiples posiciones, que se delinean de una manera u otra como prácticas de comunicación sujeto-sujeto, tratando de develar las producciones simbólicas y materiales de los mismos y los procesos de estructuración social en las cuales están involucrados.

La auto-etnografía en tanto estrategia cualitativa, es un modo de trabajar con información privilegiada. El conocimiento y la experiencia se ponen en acción y dan cuenta de lo poco estable, unificado y transparentes que son uno y otro. Utilizar esta técnica es reconocer que las temáticas que se analizan suelen ser más intensamente matizadas de como aparecen a la vista de un observador pensado como extraño y avalorativo.

El investigador tiene el privilegio y la responsabilidad de ser sujeto y objeto. Ello permite la propia interacción con el objeto de estudio e implica la posibilidad de formular(se) preguntas y conocer pareceres. El investigador no es invocado, convocado o participado de un fenómeno determinado por sus “cualidades personales” sino por ser parte de una comunidad, de un colectivo o de un evento a observar. El investigador es un participante activo capaz de narrar la escena en la que trabaja, conoce y posee un distinguido acceso al campo de observación que comparte con otros sujetos.

Los tópicos que parecen desencadenarse o ponerse en discusión respecto a la auto-etnografía son por un lado los propios de la estrategia cualitativa, tales como la representatividad, la fiabilidad, la validez de la información que se construye. Desde un enfoque auto-etnográfico estos “supuesto obstáculos” se diluyen enfatizando la reflexividad del investigador, su capacidad revelar y divulgar la identidad de sus sentimientos, pensamientos y prácticas. La experiencia del investigador es re-tomada desde el conjunto de sus disposiciones y posiciones en un campo observacional determinado. Ello significa interrogarse respecto a qué, cuándo y cuánto dar a conocer (divulgar), lo que conlleva una auto-responsabilidad del investigador que debe seguir criterios de rigor y fiabilidad como en todo proceso de investigación.

En el marco de las “dificultades” que hemos reseñado es necesario enfatizar que desde una posición auto-etnográfica se reconoce que no hay una forma lineal, un único modo de proceder, ni tampoco una receta única para llevar adelante una indagación. La investigación es como ir al “bosque sin mapa” pero con un norte definido en la misma construcción de los objetos y los “caminos para alcanzarlos”. Esto la convierte en una técnica más dialógica, flexible y permeable a las críticas intersubjetivas.

Otra línea de críticas u objeciones es la que se centra en argumentar que las experiencias vividas son las propias y por ende personales; y tienen solo esa credibilidad. Desde la auto-etnografía se contra argumenta que el desafío es utilizar la propia experiencia para ampliar la compresión sobre lo social. Ello significa dar cuenta y reconocer que la presencia de los puntos de vista de quién investiga pueden favorecer la captación de experiencias no accesibles desde otra perspectiva. La narración del que construye la auto-etnografía puede ser puesta en discusión con el resto de sujetos que participan en el fenómeno que se quiere comprender. Por otro lado, es evidente que la aceptación e inscripción de lo afectivo y cognitivo puede influir en los resultados del proceso de investigación, la potencialidad de este hecho en la estrategia auto-etnográfica es justamente el reconocimiento de un lugar para dicha influencia.

En estrecha conexión con lo anterior emerge la posibilidad de aceptar la obvia aparición de la propia visión del investigador en la narración. Es decir, la escritura en primera persona debe utilizarse con el objeto de ser capaz de incorporar reflexividad sobre los aspectos en que las miradas ajenas al investigador no pueden hacer o están limitadas a hacerlo.

Desde esta perspectiva realizar “análisis sociales” de eventos individuales implica la conexión entre lo personal (2) y lo social (un modo de mostrar las múltiples capas de la conciencia personal). Hay un uso y análisis de la emoción, siendo este un eje fuerte de la estrategia. Una fuerte diferencia con otras técnicas, es que mientras las entrevistas, las notas de campo, etc. hacen eje en lo que se dijo, en los resultados; este hace eje en el proceso, en la manera en que se dijo. Su centro no está en el resultado de la observación. Lo cual es un punto de partida también para diferenciarla de la observación participante. La auto-etnografía hace pie en las emociones y en cómo el investigador siente todo el tiempo el intercambio con los otros; el reconocimiento de sus propias experiencias lo invita a ocupar una posición no estática sino dinámica y “jugar” con su centramiento y descentramiento en la acción.

En esta estrategia hay una “combinación” de autobiografía con la etnografía, en la que se utiliza el diálogo, la autorreflexión y la emoción. Algunos autores han descripto la auto-etnografía como las energías “…para [… crear ] un Mapa, un espacio intermedio que no puedo definir aún, una zona de frontera entre la pasión y el intelecto, el análisis y de la subjetividad, la etnografía y la autobiografía, el arte y la vida” (Smith 2005:174).

Se produce así una interacción entre el conocimiento del investigador, las evidencias de sus experiencias que debe explorar en sus sentimientos y emociones en el contexto de sus esfuerzos cognitivos.

La auto-etnografía sitúa al investigador en el centro de la investigación como un autor integrado, relaciona su reflexión a lo desconocido, y al conocimiento creado por estas relaciones y las evidencias interpretadas y explora lo emotivo y espiritual como acercamientos entre la reflexión personal y las interpretaciones que se suelen hacer a nivel universal (Montero-Sieburth 2006).

Desde una perspectiva metodológica, o si se quiere en relación a las prácticas de indagación concretas, la auto-etnografía implica la utilización de un puzle de procedimientos. Desde la recuperación de fotografías o filmaciones pasando por diarios personales hasta llegar a las entrevistas, la articulación y conexión entre distintos procedimientos es una constante en esta forma de hacer investigación cualitativa.

Una vía posible es la que indica Montero-Sieburth (2006): Metodológicamente, la auto etnografía se desenvuelve a partir de una observación, entrevista, o encuentro, y como surgen las preguntas o inquietudes que sirven como guías para recolectar la información y para efectuar indagaciones y analizar el evento y su peculiaridad.

Para Wall (2006), esta técnica invita al investigador a contactarse con preguntas que el mismo elaboró y a reflexionar en torno a sus problemas de investigación, en la búsqueda de conocimiento y de la comprensión de lo social. La misma autora, siguiendo a Moustakas (3), sintetiza seis momentos que pueden servir como una primera guía para llevar adelante lo que este último autor denomina el “diseño básico de una investigación heurística”: el compromiso inicial; la inmersión; la incubación; la iluminación; la explicación y la culminación en una síntesis creativa.

Desde la literatura consultada (Berry 2006, Foster, Mcallister y O’Brien 2005, Klinker y Todd 2007, Kraft Alsop 2002, Montero-Sieburth 2006, Muncey 2005, Smith 2005, Wall 2006) preliminarmente podemos distinguir tres grandes formas de “hacer y usar” la auto-etnografía:

a) Centrada en la auto-evaluación y reflexión desde la propia experiencia de vida.

b) Centrada en las relaciones con los otros, incorporando las experiencias individuales de formar parte de un grupo, espacio social, institución o colectivo.

c) Centrada en objetos o procesos que implican la vivencia personal de un fenómeno o proceso social. Aquí es común la utilización de cuentos cortos, poemas y la interpretación artística y así utilizar imágenes, objetos, metáforas como técnicas para la reflexión y transmitir el “mosaico” de sentimientos, experiencias, emociones y comportamientos que retratan una visión más completa de la vida (Muncey 2005) (4).

Es así que se puede entender la auto-etnografía como una estrategia que prioriza y describe la propia experiencia vivida y las variaciones en el modo de otorgarle sentido. El investigador es parte de esa “cultura” que investiga, esta socializado en ella, se pone en juego elementos personales y sociales. Por lo tanto es una estrategia experiencial. Emergen los propios temores en tanto hay un mostrarse del investigador, asumiendo que las críticas teóricas y metodológicas que pretenden poner un dique a lo afectivo son también un modo de “protección” a la aparición de las vivencias del mismo. La auto-etnografía significa dar cuenta de lo que se escucha, lo que se siente y del propio compromiso no solo con la temática sino con la acción, al reconstruir la propia experiencia. Como ya se ha insinuado, hay una doble implicación: el investigador “es arte y parte” del fenómeno que quiere narrar.

Ahora bien, dados los objetivos del presente artículo y las particularidades de la estrategia que acabamos de bosquejar, creemos que la narración de su utilización en una investigación concreta nos dejará en mejores condiciones para extraer, al menos parcialmente, algunas reflexiones más generales.

4. Un caso de auto-etnografía (5)

Encontré en la auto-etnografía una posibilidad de incorporar mi voz y ejercer una lectura atenta de múltiples voces sobre la temática que aborde en mi tesis de maestría. Hallé la posibilidad de establecer las conexiones entre mi experiencia de vida laboral y académica; aceptando que en toda investigación hay un objeto y si este existe hay una construcción y por ende hay sujeto que lo construye. Concediendo también que el conjunto de saberes de mi experiencia sobre la temática de los llamados microemprendimientos están tejidos de factores afectivos y cognitivos. La construcción de un objeto de estudio no resulta simple ni sencilla, pero puede resultar de relevancia la proximidad con el mismo, dada la posibilidad de incorporar al estudio el conocimiento adquirido en los “haciendo con” y el privilegio de participar de un lenguaje desde la propia práctica; leer la información disponible también desde ella, es decir explorar en las interacciones personales y el entorno.

Discutir respecto a la temática de los microemprendimientos lleva casi siempre al interrogante: ¿cómo medir su desarrollo/crecimiento/ sustentabilidad? Persuadida de que las investigaciones deben crear conocimiento que contribuyan a la práctica, entonces ¿cómo recuperar la propia experiencia?, ¿cómo lograr que la experiencia contribuya a la investigación y a la acción? (6)

Mi actividad laboral -desde diversas áreas- me permitió vincularme con varios de los actores sociales involucrados (7) en la determinación (a veces decisión) de la instalación de éstas unidades de producción, elemento que posibilitó el análisis y reflexión sobre la temática desde el interior de la misma. Este último elemento potenciaba la comprensión de los actores involucrados, el contexto social de estudio, sus relaciones, las interacciones personales, que me indicaban la necesidad de utilizar, como primer abordaje, una estrategia cualitativa y la recuperación de mi voz.

Trabajar con aquellas personas que tenían en mente iniciar una actividad productiva y de modo conjunto observar las nuevas “olas de modernidad” que predicaban cómo iniciarla, seguirla o hacerla crecer, me llevó a conocer y hacer-me preguntas respecto a ellos. En mis diversas instancias laborales encontraba dos grupos con diferencias muy marcadas, aquellos cuya actividad laborar era por “cuenta propia” desde siempre, en diversos rubros que en los últimos años sus ventas y ganancias habían disminuido y debían aggiornarse frente a las nuevas tendencias; y aquellos que debido a los cierres de fábricas o por retiro voluntario (especialmente partir de las reformas del Estado), comenzaban a buscar (y algunos encontrar) una nueva alternativa laboral. Siempre encontraba presente el término “ganancia”, en los contactos con los emprendedores, o sea aparecía un concepto capaz de darme indicios o pistas acerca de los emprendimientos y sus integrantes. Entre los que formábamos los equipos técnicos (8) y los “beneficiarios” (9) de las distintas políticas públicas, circulaban terminología y preocupaciones distintas. Entre los primeros el origen de los fondos para el financiamiento de las actividades, nacional o internacional y a qué ideología se abonaba, se escuchaba: “¿a quién estamos siendo funcionales? esto es parte de una política neoliberal que alimenta al capitalismo salvaje”. Entre los segundos las preocupaciones pasaban por cómo generar los ingresos necesarios para sostener el propio hogar frente a la desocupación y; para los que ya estaban al frente de un emprendimiento; cómo mejorar sus ventas en un mercado cada vez más complicado. En mis preocupaciones personales se encontraban cómo seguir trabajando sin ser funcional a ideologías que no compartía y cómo responder a las necesidades o demandas de los (para mí) emprendedores. En tanto iba recogiendo distintas miradas, entre los viejos emprendedores “aggiornarse” no era fácil: “Hace años que tengo esto (refiere al emprendimiento) y siempre lo hice así. Ahora vienen estos pibes a querer explicarme lo que tengo que hacer”. O también: “Yo no sabía que era microempresario”.

Y entre los nuevos parecía que habíamos realizado algún aporte, aunque también era consciente de las dificultades que significaba re-insertarse en el mercado laboral: “Vi como valorar mi tiempo. Ahora saco costos de mi servicio, saco costos de mi producto. No estaba empapada de este tipo de cosas”. También: “Yo quiero ponerme algún negocio, no sé si una dietética o qué y la verdad no sé bien cómo se hace. Yo fui siempre oficinista”.

La literatura medianamente incipiente indicaba la heterogeneidad del sector y su vinculación con la subsistencia. Las políticas públicas y, sobre todo las sociales, comenzaban a entregar subsidios para emprendimientos comunitarios. En este esquema aquellos con los que me vinculaba no siempre entraban en este modelo, pues circulaban por otro espacio social, no conocían los intersticios por dónde circulan las políticas sociales y a veces ni su existencia, pero también necesitan de políticas públicas y de la promoción de su actividad laboral. Es entonces que yo también descubro que se llamaban beneficiario a actores sociales que se sentían trabajadores vinculados con algún modo de producción y no conocían/conocíamos esta denominación. Así se bosqueja un universo en el que se encuentran pequeños comerciantes, ex trabajadores en relación dependencia, los que viven de changas, personas que se dedican a realizar actividades comunitarias de producción de bienes para la comunidad (huertas comunitarias, panaderías en hogares colectivos, u ONG, entre otras). Para todos estos actores diversos se inician políticas de promoción y apoyo a los microemprendimientos a través de subsidios, microcréditos, incubadores de microempresas, etc.

La posibilidad de participar en el diseño de políticas activas hacia el sector me permitió un nuevo acercamiento a los múltiples protagonistas de los denominados emprendimientos, y a no pocas contradicciones entre éstas y los decires de los “emprendedores”. En todos los casos, sus preocupaciones pasaban por cómo “hago para que crezca el negocio”, mejorar la producción y las ventas. Pero a consecuencia de las políticas neoliberales de destrucción del aparato productivo, la posibilidad de crecimiento de los pequeños emprendimientos resulta harto difícil y todas las responsabilidades aparecen en los sujetos que lo llevan adelante por no saber vender, no contar con las herramientas de marketing necesarias y solo poseer pocas aptitudes empresariales.

En principio experimenté claramente que para los integrantes de los microemprendimientos, el objeto de los mismos no es solamente la subsistencia sino la posibilidad de forjar una alternativa laboral capaz de insertarlos en el mercado laboral, que genere los réditos suficientes como para mantenerse en una cadena económica y productiva, la compra de los bienes necesarios para sostener la familia y a la propia unidad económica. Este era el objetivo central de todos los microempresarios, microemprendedores: “Yo quiero con esto mantener a mi familia y crecer y que un día pueda tener algún empleado”.

Desde otra mirada, (y en el desarrollo de mi propia vivencia) comienzan a circular con mayor fuerza los conceptos: economía social / la economía solidaria y los microemprendimientos como parte de estas. De este modo aparecen como principios rectores (o nuevas exigencias) de estas unidades productivas la justicia social, eficiencia, libre competencia, productividad y solidaridad; debiendo privilegiar los valores de solidaridad, cooperación, complementariedad, reciprocidad, equidad y sustentabilidad, ante el valor de rentabilidad o de ganancia.

Entonces encontraba, al menos, dos grandes miradas y exigencias hacia estos actores, la mencionada en el párrafo anterior y necesidad de contar con comportamiento empresarial eficaz, asociada a dos factores que se influyen recíprocamente: perfil emprendedor y habilidades asociadas. Y, en tanto, resonaban los diálogos con los emprendedores y sus expectativas de lograr consolidar un emprendimiento y me resultaba difícil ubicarlos en una u otra postura.

Al momento de realizar alguna descripción de los microemprendimientos, todos coincidimos en que poseen dos rasgos esenciales: su heterogeneidad por el tipo de actividad y su propia naturaleza (dada la diversidad de rubros y productos, los distintos tipo de origen, integrantes, capitales iniciales, etc.) y la otra es su alta mortalidad. Esto último lleva a interrogarse, ¿cuál es el tiempo necesario para su maduración?, ¿cómo se determina cuándo a un emprendimiento le va bien? Los distintos organismos financiadores (tanto nacionales como internacionales) comienzan a predicar y exigir como condición para su financiación o promoción la sustentabilidad, la duración en el tiempo. Y ¿cómo se determina qué es sustentabilidad para estas unidades? ¿Qué elementos hay que tener en cuenta para su definición? ¿Cuáles son los factores que dan cuenta que un emprendimiento está en una fase de desarrollo o no? Para los organismos financiadores internacionales las ventas o la facturación anual era un indicador válido. Para quienes caminamos junto con los emprendedores, dicho elemento solo da cuenta de un costado de la evolución del emprendimiento y deja al descubierto otras variables.

La experiencia indicaba que aquellos emprendimientos que nacían en mejores climas locales, con acompañamiento de las políticas locales o de desarrollos del barrio, se insertaban en mejores condiciones. Asimismo parten desde otro lugar cuando los integrantes poseían capitales culturales y competencias personales vinculadas con disposiciones sociales. De esta manera, la experiencia de trabajo con los propios actores me permitía armar el mosaico en el que se combinan discursos y prácticas cotidianas respecto a los manejos operativos, comerciales y económicos. Por otro lado, los emprendimientos se generan por intenciones de personas en tanto un ser humano con historia, identidad, inquietudes, emociones, y una proyección al futuro, que moviliza y trasforma sus recursos personales, técnicos y financieros para crear un satisfactor de una necesidad, en términos más clásicos, genera un producto o servicio. Cada uno de estos elementos se intercepta y conformaban resultados disímiles en cada proyecto. No obstante, comienzo a bosquejar cuáles son los elementos que influyen para que los emprendimientos puedan desarrollarse.

En este punto es en donde debía poner en acción los conocimientos adquiridos a través de la práctica y las lecturas bibliográficas, pero desde una epistemología que reconociera a las ciencias sociales la potencialidad de un conocimiento satisfactorio de la realidad y a la vez reflexivo. Tomando lo dicho como punto de partida, decidí centrarme en construir indicadores que permitan establecer grados de desarrollo de los emprendimientos con posibilidades de producción y reproducción, de propiedad individual o asociativa, con incidencia o no del trabajo familiar. Reconociendo que la construcción de un indicador es altamente sensible y sobre sobretodo requiere de particular conocimiento del objeto de estudio y, con el propósito de comenzar a responder ¿cómo se mide el desarrollo de estas unidades productivas? ¿Cuáles son los aspectos que se deben considerar para establecer grados de desarrollo de los emprendimientos productivos? Desde una postura teórico-epistemológica y metodológica que permita iniciar el proceso de relatar la propia experiencia de un modo sistemático, pero sin perder el potencial que otorga la experiencia, capaz de entregar conocimientos y saberes para definir la sustentabilidad, sabiendo que para los emprendedores el término sustentable resulta desconocido, pero si se podía avanzar en los factores que se vinculaban o la determinaban.

Aparece también la noción de equilibrio, viabilidad y compatibilidad. De esta manera quedan en evidencia que para medirla no alcanzaba con el indicador “ingresos”, “ventas realizadas”, ya que el concepto sustentabilidad no refiere solo a elementos económicos, sino que lleva siempre asociados elementos sociales, económicos y ambientales y su interacción. Ello me permitió avanzar en las tres dimensiones en las que este concepto podía ubicarse: el territorio; los integrantes del emprendimiento; y la organización del emprendimiento.

Por esta vía, en el marco de una tesis preponderantemente “cuantitativa” opté por retomar las sensaciones y cogniciones que viví en primera persona como pivote para reconstruir reflexivamente las definiciones operacionales de mi investigación. Así mi trabajo y compromiso con la problemática no sólo no fue un obstáculo, sino un incentivo teórico y metodológico que se articuló con mis otras estrategias de percepción del fenómeno.

5. Aperturas, desafíos y propuestas

En una especie de nano-sociología en la que desde lo más micro se puede acceder a lo macro, donde lo estructural y lo situacional se enredan e intersecan, ahora queremos reflexionar sobre moralejas y desafíos epistémicos que deja esta exploración sobre la auto-etnografía.

Para ordenar nuestras reflexiones las dividiremos en dos grupos. El primero hace alusión a moralejas tradicionales que se enraízan (a esta altura del siglo XXI) con un piso “cultural aceptado” en las ciencias sociales. El segundo se conecta con la necesidad de revitalizar hoy el debate epistemológico en las ciencias sociales en el contexto Latinoamericano actual.

5.1 Moralejas Tradicionales

A la luz de lo analizado es razonable creer que el uso de la auto-etnografía implica aceptar algunos “legados” epistémicos para las ciencias sociales que operan en tanto “piso cultural” de las herencias y tradiciones actuales. Entre las más importantes podemos mencionar:

a) La potencialidad de conocer el mismo juego del lenguaje y las formas de vida en las cuales se desarrollan las investigaciones, re-vincula en y desde la práctica saberes de fondo y saberes disciplinarios. La vida vivida de quien se propone una investigación se intersecta, nutre y se “com-parte” con quien(es) tiene a su disposición práctica los saberes necesarios para describir, narrar y dar cuenta de la realidad del mundo social. Esta gestualidad cognitiva profundiza el saber técnico-disciplinar des-obturando la razón científica vitalizada por la posibilidad de comprensión compartida.

b) En relación con lo anterior los implicados con (y en) la investigación se abren a la percepción de diferentes “mundos posibles” y efectivizan la “inmersión” del investigador. A través de un giro cognitivo-afectivo que pivotea en diferentes direcciones y que se traslada en las potenciales y diversas subjetividades aparecidas en los diálogos suprimidos, reprimidos y desaprovechados por la doxa técnica (y académica), las conexiones sujeto-sujeto son potenciadas.

c) La investigación accede, por esta vía, a las reglas de un campo específico. Las reglas de entrada, permanencia, salida y éxito del campo especial que se bosqueja en la investigación son aprehendidas y trasmitidas desde las vivencias en primera persona que el investigador tiene, reproduce y hace reflexivas.

Compartir las mismas prácticas y usos del lenguaje, percibir la apertura de escenarios en un mundo no visibilizados por el saber disciplinar y conocer las reglas del campo son básicamente las ventajas de una auto-etnografía que pueden ser extendidas a las más variadas estrategias de indagación de la realidad del mundo social.

5.2. Desafíos Latinoamericanos

Para y desde Latinoamérica lo reseñado como moralejas “tradicionales” del uso de la auto-etnografía trae aparejados muchos desafíos en el contexto de los objetivos del presente trabajo. Queremos enfatizar sus consecuencias para el modo de entender la subjetividad del investigador, para la creatividad de las indagaciones y para re-definir las conexiones entre lo personal y lo colectivo en la investigación en ciencias sociales.

a) Un nodo central de las marcas epistémicas de la actualidad en las ciencias sociales Latinoamericanas lo constituye la subjetividad colonizada. Siempre resulta difícil definir el estatus de lo colonial como adjetivo de las prácticas académicas. En este caso, no nos referimos a la geopolítica del conocimiento inscripta en toda tarea de investigación, ni a las vinculaciones reticulares entre poder, conocimiento y sociedad, como tampoco a la dependencia tecnológica. Queremos hacernos eco aquí de dos aristas de la problemática que, si bien están relacionadas con las antes mencionadas, abren otras dimensiones de dichas discusiones. En primer lugar, nos referimos a la obturación sobre la experiencia vivida por los sujetos qua investigadores y en tanto agentes. En segundo lugar, a la literal ocupación de las voces “originales” de los sujetos por un mecanismo que hace de muchos de los científicos latinoamericanos meras gargantas reproductoras de otras voces. Un desafío que se abre desde la auto-etnografía es la necesidad de “tomar-en-cuenta” la propia biografía y las potencias de la propia vos como vehículos de conocimientos e intercambio de saberes.

b) Otro desafío que enfrentan las ciencias sociales en Latinoamérica es la de responder a los permanentes cambios de los escenarios sociales con “creatividad sociológica”. La auto-etnografía nos pone ante la necesidad de re-pensar las formas de acceso, registro, sensibilidad y validez de nuestras producciones de conocimiento. La “tecnolatría”, la “metrolatría” y las reverencias a los cánones establecidos no deben confundirse con la elaboración de ciencia “bien hecha”. El hacer valido y fiable que permita una visión científica del mundo intersubjetivamente evaluado y valorado no debe confundirse con un ciego seguimiento a las tecnologías de investigación sean cuantitativas o cualitativas. La vida vivida por el investigador, su aceptación sistemática de otros saberes, su diálogo y participación con otros en la construcción de conocimiento conlleva la exploración cotidiana y sostenida de mediaciones procesales que puedan dar cuenta y narrar el mundo social.

c) Finalmente, se abre para Latinoamérica -y la auto-etnografía es un ejemplo- el desafío de conectar lo personal y lo colectivo en la producción de conocimiento. Las formas epistémicas, teóricas y metodológicas adviniendo se engarzan en las situaciones materiales de existencia de producción y reproducción de unas ciencias sociales en contextos dialécticos de dominación, expresividad y sedimentación (Scribano 2004).

Las ciencias sociales Latinoamericanas se-están-constituyendo en renovados odres y a través de fluidos contenidos. Complejidad, indeterminación, reflexividad y relacionalidad como ejes epistémicos de la ciencia del siglo XX mirados y transversalizados por la sospecha de una razón geopolíticamente centrada configuran las condiciones de posibilidad de una escucha autónoma de los síntomas, mensajes y ausencias que la estructuración social emite. La multiplicidad articulada y superpuesta de construcciones perceptuales que hacen red de redes, que devienen marcos que enmarcan, posibilitan pasar de la minusvalía de la mera reproducción de lo real a la tareas de indagación que descaran las intenciones de naturalización de una ciencias olvidadas en la mera tecnología del observar. Las ciencias sociales de la región hoy, como siempre, se elaboran en medio de unas condiciones materiales de existencia particular que necesitan ser trabadas y destrabadas de los textos con pretensiones de validez sociológica.

La escultura de lo social que se hace desde las ciencias sociales involucra un efecto especular y espontaneista que queda atrapado en el figuracionismo sociológico. El vector que a la vez niega y afirma dicha mirada escultórica es la potencialidad de las ciencias sociales de poner en valor la expresividad que anida en esas formas de dominación. Proceso que se abre y cierra en la sedimentación de pareceres sobre lo que el mundo es y debería ser. Así, en-medio-de esta dialéctica, se abre la posibilidad de re-entender el dictum de las ciencias sociales de ser una construcción colectiva que bosqueja y navega las potencialidades del desplazamiento entre la escucha, el habla y la creatividad del que hace ciencia, de los saberes sedimentados y de la apertura a los nuevos modos de expresión que anidan en las porosidades de la tensión con lo real, espontánea y horrorosamente aceptado.

Notas

(1) Para las relaciones entre etnografía e investigación cualitativa ver Coffey y Atkinson (1996), Fielding y Lee (1991), Holstein y Gubrium (1995), Kritzer (1996), Marshall y Rossman (1995).

(2) Algunas críticas mencionan la incorporación de elementos literarios, representación del narcisismo e indulgencia personal.

(3) Citado en Wall (2006).

(4) Citado en Wall (2006).

(5) Para este apartado es conveniente realizar dos aclaraciones: a) El mismo es escrito en primera persona del singular pues refleja la experiencia del uso de la auto-etnografía como uno de los procedimientos utilizados para la elaboración de la tesis de maestría de uno de los autores de este artículo, Angélica De Sena; b) Las referencias a la inmersión en los juegos del lenguaje y formas de vidas particulares que se narran deben ser comprendidas en el contexto de la temática general sobre las posibilidades de evaluación del impacto de ciertas políticas públicas en la creación y apoyo a microemprendimientos.

(6) Esta pregunta significa tomar postura respecto al lugar que ocupa la investigación científica.

(7) Funcionarios públicos de distintos cargos jerárquicos y de nivel nacional, provincial y municipal. Organismos financiadores de estas unidades. Organizaciones gubernamentales y no gubernamentales financiadores y de asistencia técnica. Investigadores y finalmente con los propios emprendedores de toda la Argentina.

(8) Refiere a los profesionales y técnicos a cargo del diseño e implementación de las capacitaciones.

(9) Entre los vinculados a la temática circulaban al menos dos grandes denominaciones de estas personas: emprendedores/microempresarios y beneficiarios.

Bibliografía

Bohman, J. 1994. New philosophy of social science. Cambridge: Polity Press.

Coffey, A. y Atkinson, P. 1996. Making sense of qualitative data: Complementary research strategies. California: Sage.

Fielding, N. y Lee, R. 1991. Using computers in qualitative research. London: Sage Publications.

Holstein, J. y Gubrium, J. 1995. The active interview. California: Sage.

Kritzer, H. 1996. The data puzzle: The nature of interpretation in quantitative research. American Journal of Political Science 40(1): 1-32.

Marshall, C. y Rossman, G. 1995. Designing qualitative research. California: Sage.

Montero-Sieburth, M. 2006. La auto etnografía como una estrategia para la transformación de la homogeneidad a favor de la diversidad individual en la escuela.

Root, M. 1994. Philosophy of social science. Oxford: Blackwell Publishers.

Scribano, A. 2004. Conocimiento socialmente disponible y construcción de conocimiento sociológico desde América Latina. Revista Investigaciones Sociales VIII (12): 289-311.

Smith, C. 2005. Epistemological intimacy: A move to autoethnography. International Journal of Qualitative Methods 4(2), Article 6.

Wall, S. 2006. An autoethnography on learning about autoethnography. International Journal of Qualitative Methods 5(2), Article 9.

 

Recibido el 18 Feb 2009
Aceptado el 15 Mar 2009

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Cinta de Moebio
Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X