Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Skewes, J. 1999. Metáforas en entredicho. Cinta moebio 5: 6-13

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Metáforas en entredicho

Metaphors in question

Juan Carlos Skewes. Doctor en Antropología (Universidad de Minnesota). Director Escuela Antropología de la Universidad Austral de Chile.

"Este bulla ya no nos deja vivir ... Aquí ya nadie duerme"

Introducción

En este artículo procuro identificar las metáforas fundantes a partir de las cuales se reorganiza la cosmovisión local y en las que se basan las prácticas de resistencia de las comunidades frente a la intervención modernizante del Estado y del sector privado. El caso a considerar lo constituye la caleta de pescadores de Amargos en su conflicto con la Empresa Portuaria Corral, la cual ocupa la mitad de la playa que otrora fuera parte del entorno de la comunidad. Encantados con la idea de un puerto, los vecinos acogieron una iniciativa que en nada se asemeja al mundo que creyeron ella traía consigo. La promesa de progreso se tradujo en un permanente asedio de ruido y contaminación. Frente a sus nuevos vecinos, la comunidad experimenta un proceso refundacional el que se sostiene en una serie de metáforas que sirven de soporte a la unidad de las organizaciones locales. Estas metáforas se contraponen a los modelos de progreso que, desde el exterior, se imponen a la comunidad. ¿Cuáles son esas metáforas? ¿Cuál es el sentido histórico que ellas involucran? ¿Cuál es la matriz en que se asientan y cómo esta matriz contribuye a prefigurar un futuro distinto al que prometen los grandes inversionistas públicos y privados? Estas son las preguntas que intento resolver aquí (2).

Las Culturas del Progreso y las Otras Culturas

Entendemos el progreso como un proyecto cultural. Para así definirlo, nos basamos en una visión teórica según la cual los seres humanos producen las condiciones materiales para su reproducción sobre bases culturales. Desde esta perspectiva, cada comunidad genera modelos que simultáneamente le permiten organizarse y explicar esa organización. En estos modelos se intersectan diversas diversas metáforas, las que pueden encontrar su origen en abstracciones de tipo formal o en elementos del mundo material (Gudeman 1986).

El concepto de progreso y sus metáforas (el poder de la máquina, por ejemplo) ha servido de base para la formulación de programas de desarrollo a escala global a partir de la segunda mitad del siglo veinte. Se trata, pues, de una construcción cultural que, concebida desde Occidente, comienza a transformar el mundo a su imagen y semejanza (Nugent 1988). El desarrollo de los aparatos de dominación y la expansión de occidente facilita que sus metáforas se vuelvan universales (Gudeman y Rivera 1990), instrumentalizándoselas a partir de lo que Arturo Escobar (1995) describe como la maquinaria del desarrollo. En efecto, de desarrollo comienza a hablarse tras la Segunda Guerra Mundial y, a través de organismos multilaterales (Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional), se promueven modelos de inspiración primer mundista para los paises en vías de desarrollo.

Enfrentadas a la presencia de discursos hegemónicos, las comunidades locales no permanecen neutras. La posibilidad de una homogeneización globalizante en cada fase expansiva se contradice con una realidad que se readecua generando nuevas diferenciaciones (García Canclini 1990). Fenómenos de apropiación e hibridación se interponen en la marejada homogeneizante de los proyectos globales de inspiración economicista (Bonfil Batalla 1990). Las comunidades instrumentalizan para sus fines las señales que provienen de su exterior (Scott 1985). Frente a grandes iniciativas de inversión, lo local se torna en bastión de resistencia para quienes ven amenazadas sus posibilidades de seguir ejerciendo el control sobre sus medios de vida (Turner 1995). La resistencia se ejerce a través de la acción colectiva y, por tanto, se define en función de las estrategias de poder diseñadas en un contexto de desigualdad (Gupta y Ferguson 1997; Turner 1995).

La acción colectiva es una herramienta de supervivencia para los grupos del margen y, en su ejercicio, llegan éstos a desbordar los límites de compatibilidad en los que ella se engendra (Turner 1995). La entendemos, en consecuencia, como un producto de actores que definen un nosotros en función de sus fines, medios y del ambiente en que operan y que, en una situación de conflicto, pueden, eventualmente, doblegar el curso de los acontecimientos a que se les imponen (Melucci 1991). La acción colectiva se constituye en una herramienta que demanda de un imaginario para constituir su plataforma identitaria y, en base a ella, confrontar las fuerzas que compiten por el control de sus medios de vida.

La identidad se constituye en punto de encuentro a través del que se constituye y remodela el sujeto, de modo de habilitarse para la acción. Las identidades son flotantes, articulándose bajo la forma de relaciones móviles de diferencia frente a sistemas de exclusiones, los devienen de relaciones desiguales de poder (Gupta y Ferguson 1997).

El Progreso llega Amargos

A pie entramos a Amargos (3), por donde viene la modernidad; protegidos por el pavimento que termina justo en el acceso a la EMPRESA PORTUARIA CORRAL S.A. (4). Casi un mecano, una montaña rusa sirve para transportar el bosque ya pulverizado al barco anclado en la bahía. La maquinaria — liviana, propia de la era postindustrial — es operada por cinco trabajadores, dos de Amargos. Los chips se aglomeran al interior de un corralón, a la espera de un nuevo embarque.

En adelante la tierra. Atravesamos el estero y a la izquierda del caminante se suceden las casas de dos pisos de la población local, tras las que se levantan construcciones menores para allegados y familiares. Una pasarela, construida sobre una parte del terreno de la portuaria, conecta a otras viendas ubicadas en la ladera con el resto de la población. Sobresalen en el frontis de dos viviendas cinco palmeras que recuerdan los tiempos de un balneario ausente. A la derecha, liberado ya de la portuaria, el mar cede su playa a los pescadores que afanosamente trabajan a la sombra de los árboles que dividen litoral y calle. Las astillas, empero, no dan tregua y en delgada capa cubren allí donde otrora se extendían toallas y bañistas, y también debajo de las aguas, asfixiando los mariscos que allí se recolectaban. Al fondo, hacia el sudoeste, el muelle, y tras suyo, rodeado de casas y próximo a la escuela, el antiguo fuerte que, carretera por medio, se separa del cementerio local.

El corral de la portuaria es señal inequívoca de un progreso traicionero y esquivo. Así lo ven nuestros interlocutores, dirigentes sociales de la comunidad. En 1993, ellos y sus vecinos oyeron del nuevo puerto (5). La imagen del mundo industrial que, desde 1930 hacia 1959 diera vida a la región, reverveberó en sus recuerdos (6). La era de empresas navieras y barcos, el puerto, con su balneario, Amargos, la playa privilegiada donde "nunca se ahogó ningún niño", el Hotel Schuster, remecía los recuerdos de una comunidad de pescadores a la que maremotos y reorientaciones económicas habían cambiado su curso (7).

Sin embargo, además del barco que de tarde en vez se estaciona frente a la playa, no hay testimonios del puerto que se quizo. "No se nos dijo que eso iba a ser lo que era, sólo lo oímos y en eso cayeron muchos. Sólo lo sabían los malos políticos y los empresarios", reclama el dirigente. Como un fantasma mal nacido, la maquinaria forestal retumba de noche, tornando la vida de Amargos en un continuo insonmio. "Vecinos reclaman por ruidos molestos", titula el Diario Austral de Valdivia en su edición del 5 de febrero de 1999. "Dirigenta de la Junta de Vecinos de Amargos manifestó su descontento y el de los vecinos que representa". El ruido invade los hogares de noche y se hace acompañar de vibraciones insoportables y otros destrozos. Son los camiones de la Portuaria (8). Y sigue: "la empresa — que se ubica justo detrás de las casas que dan vida a la comunidad de Amargos — realiza sus trabajos alrededor de las cero horas, emitiendo ruidos molestos para los vecinos". No fueron, en definitiva, la música de los bares y cantinas o las cadenas pesadas de los barcos, sino el pesado caer de troncos que se preparan para su destrucción lo que amargueños a diario oyen.

De modos diversos llega el progreso a la comuna ... y pasa de largo. El ruido es uno de ellos. El polvo es otro. La dirigenta denuncia en el periódico que "el polvillo que se emana desde la industria contamina el lugar" (El Diario Austral, 5 de enero de 1999). Por otra parte, los camiones del Comando Militar del Trabajo a diario transitan moviendo tierra en la construcción de la Carretera de la Costa. Los dinamitazos sacuden la costa valdiviana entera. Y el remolcador hace lo suyo en la caleta, dañando con su su tráfico las lanchas que se encuentran fondeadas. Y no poco tiempo tomó a la comunidad forzar a la empresa a reubicar los estanques de combustible que mantenía ilegalmente en las proximidades de las viviendas. "¿A qué llama usted desarrollo, señor Alcalde?" le pregunta la Junta de Vecinos. "Lo que nosotros hacemos aquí es defendernos".

La Portuaria altera no sólo la tranquilidad sino también disputa derechos sobre el habitat. En principio, nuestros interlocutores sostienen, se pretendía trasladar a los cerca de quinientos residentes a San Carlos. "Fuimos y con la ayuda del Creador salvamos esta parte". Sin embargo, las seis primeras de las treinta y cuatro casas de la población de Amargos se encontrarían dentro de los terrenos de la empresa y sus moradores amenzados de expulsión. "Pero ¿cómo la CORVI iba a construir en un sitio que no estuviera regularizado?", se preguntan los residentes. A comienzos de los setenta, la Corporación de la Vivienda les otorgó las casas que hoy habitan (9).

Los sueños de la Alcaldía son otros. El turismo, una estrategia de desarrollo para Corral. Para Corral, pero quizás no para Amargos. Los pescadores sienten que se les aliena de su recurso. Se habilitó un muelle y la parte de playa que no se cedió a la Portuaria se disputa con el Municipio. La plaza es el contrafuerte del turismo, pero los pescadores se quejan. "No es ésto lo que necesitamos", dice el presidente de la organización. "Así el muelle no nos sirve", y nos invita a pasar a su casa. Adentro mujeres y hombres trabajan en el encarnado de los espineles. "Todo el trabajo lo hacemos aquí, en las casas. Imagínese el problemita, los ratones, los olores. Lo que nosotros necesitamos son boxes, lugares para trabajar en la playa. Hay veinticuatro boxes en Niebla y en Corral sólo cuatro pescadores los usan y eso que, por lejos, nosotros los que más producción tenemos".

Empero, no todos los progresos son los mismos. Las esperanzas de la comunidad se cifran en Tripesca, la empresa que desde San Antonio se vino a instalar a Corral. Este es un progreso conversado que les abre mercado a los pescadores. "Es un beneficio para el pueblo, compra pescado y da empleo". Y cuenta el dirigente que la empresa los invitó a un seminario bajo el auspicio de Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), que analizaron el proyecto, que lo aprobaron.

Resistencias I

Anclado al otro extremo de la playa yace aún el fuerte, el testimonio inerte del forcejeo de las fuerzas globales que en los siglos precedentes definieran fronteras universales (10). Los amargueños se saben acosados por las mismas fuerzas, las que hoy procuran desplazarlos de su costa. Y en la defensa de su territorio recrean su propia historia.

"Esta caleta es del Creador", asegura don Juan. "Nosotros sólo la administramos". "Es el refugio de la gente de la Costa", agrega. Y doña Cristina reafirma: "De ahi viene el nombre de aquí: Venían unos extranjeros perseguidos por el hambre y al llegar aquí se encontraron con algunos manzanos. La fruta de la que comieron les resultó amarga". Amarga, pero reparadora. "No somos amargados", acota la mujer.

El origen entraña contradicciones: la protección sobrenatural, la riqueza escénica y la abundante pesca son parte del paraíso primigenio, pero la fruta recuerda más bien el doloroso peregrinar por un paisaje al que las fuerzas sociales tornan agreste.

La tierra es hospitalaria. Así por lo menos la describen sus residentes. Las gentes también: "Nuestro pueblo era pacífico, abierto a las visitas". La fuerzas intrusivas se muestran, en cambio, hostiles y adversas. El fuerte cobra el mismo doble sentido que los árboles y los frutos de la costa. "¿Tierras históricas?", pregunta el dirigente vecinal, "Pero detrás del muro hay sangre huilliche. ¡Que se respete la muerte!". No quiere el dirigente que, como en Corral, se recreen historias, no dentro del fuerte. "Aquí descendemos de huilliche, mi abuela era huilliche", asegura (11).

Y la naturaleza que hoy se disputa es significada a través del enfrentamiento entre dos especies, el pino (Pinus radiata) y el coigüe (Nothofagus dombeyi). Uno como el depredador del agua, el otro como su productor: "El coigüe llama al agua, la sujeta ... el pino la chupa, elimina las napas". "A una familia en Cadillal", comentan, "se le secaron los pozos". Lo atribuyen a la destrucción de los bosques nativos y a su reemplazo por el pino, tarea en que se ha empeñado la Empresa Forestal Bosque S.A. La devastación traída por el progreso la describen invocando la memoria de quemas indiscriminadas de alerzales en la zona de Hueicolla. Y los pescadores que navegan hacia el sur dicen ya no ver el verde nativo en las proximidades del Río Bueno.

Resistencias II

Para los amargueños el progreso es una invasión. "El descontento de los vecinos ha crecido en los últimos años porque ven a la Portuaria como un invasor en sus terrenos", señala al periódico la dirigente de la Junta de Vecinos (El Diario Austral, 5 de febrero de 1999). Nuevas formas de conquistas sustituyen a las antiguas y, paradojalmente, las antiguas se tornas en los enclaves simbólicos de las resistencias actuales.

Las autoridades no ven el mundo a través del mismo prisma. "Aqui con los únicos que tenemos problemas es con la gente de Amargos", señala una autoridad municipal. "Ellos piensan que no existe otro futuro que no sea la pesca y no educan a sus hijos. No se dan cuenta que la pesca se va a acabar y que, al final se van a encontrar sin nada". La retórica del progreso no deja espacio a prácticas productivas alternativas. Es la maquinaria o nada.

"La gente de Amargos está choqueda, decepcionados del pasado, presente y futuro. No tuvieron futuro, sólo la caleta. No educaron a sus hijos. Tampoco los de la Portuaria De Corral los hicieron participar en la chipeadora. Hay frustración. Para ellos era una caleta. La empresa está muy cerca del pueblo y la plata pasa de largo."

Los mitos pueden llegar a ser meras ensoñaciones de tiempos idos; una suerte de inercia atávica condenada a su abandono con la extinción de las antiguas generaciones. Empero, los mitos también son fuerzas movilizadoras, que canalizan sueños y que transforman las condiciones de reproducción de las comunidades locales. La caleta se constituye en centro de todo el imaginario local. Ella alimenta esperanzas y de ahí se desprenden las fuerzas unificadadoras de la población.

"Nosotros, los pescadores estamos en guerra", aseguran sus dirigentes. "Aqui hay que usar las misma armas que usan contra nosotros". La caleta, aseguran, la recuperaron con la unión de los pescadores y con la unión de los vecinos. Y cuentan la historia de como arrebataron a la Portuaria la adjudicación de la segunda etapa de su proyecto, tras haber constatado que el Plano Regulador de la comuna no consignaba la existencia de la caleta (12). "Fue nuestra fuerza la que obligó a incluir la caleta en el Plano Regulador".

"Vino el Ministro y lo sacamos de la ceremonia a que venía y le mostramos la caleta. El Ministro no sabía que nosotros existíamos. Nos preguntó: ‘¿A dónde queda la caleta?’ ‘A cinco minutos’, le dijimos. ‘Entonces voy’, nos contestó. Y vió la caleta. El muelle no estaba en buenas condiciones. ‘Yo no sabía que había una caleta’, continuó el ministro. ‘(En mi programa) yo tenía 80 caletas para arreglar, ahora son 81, y yo no los voy a olvidar. No voy a firmar el plano regulador’, nos aseguró. El Ministro ahi mismo decidió no autorizar la entrega a la Empresa del resto de la playa y apoyarnos con la construcción del muelle".

"Amargos defiende su caleta", la dirigenta vecinal muestra orgullosa un titular de El Diario Austral de Valdivia, aparecido el 12 de noviembre de 1995. Y en el presente se embarcan en la defensa de su fuerte. Ya en 1997 se había producido el primer entrevero: la autoridad pública resuelve el izamiento del pabellón nacional durante la temporada turística y los días lunes entre los meses de marzo y noviembre de cada año (13). Las intenciones del Alcalde quedan explicitadas en su oficio:

"Que, se ha coincidido con la solicitud planteada por innumerables turistas, tanto chilenos como extranjeros, el sentido de extrañar la ausencia de nuestro emblema nacional en nuestros recintos históricos, más aún en vista del proyecto de reanimación ... Que, deseamos aprovechar la oportunidad, para elevar el sentido patriótico de los corraleños, como también de nuestros visitantes" (Municipalidad de Corral, Of. Nº 59, 17 de febrero de 1997).

El fuerte es, en la perspectiva del municipio, un hito nacional, un testimonio concebido para despertar el fervor patriótico de los corraleños y sus visitantes. Sin embargo, en el texto se lee una alusión al proyecto de reanimación histórica, el modelo de atractivo turístico que desde la Alcaldía se promociona. Este es un discutido proyecto implementado en el fuerte de Corral. En él se representa la toma del fuerte por parte de las fuerzas patriotas que buscaban hace 180 años poner fin al dominio español en Valdivia. En la reanimación histórica participan jóvenes corraleños y uno de sus principales atractivos es la simulación del disparo de las cañoneras (14). Sobre el efecto de las ondas sonoras en la fortificación hay versiones encontradas. La reanimación histórica se ha constituido en una importante atracción turística y fuente de ingresos para el Municipio. El patrimonio cultural revela ser generoso en sus dividendos.

Ante la solicitud edilicia de izar el pabellón patrio en el fuerte de Amargos, la Junta de Vecinos responde de manera algo inesperada. En su carta de fecha 3 de abril de 1997 responden al Alcalde:

"Por el presente documento damos respuesta al OF/ N. 59- en donde los pide cooperación para Izar el pabellón Nacional en el fuerte de amargos y (otros) el OF/ fue leído en asamblea el día 9 -en de marzo del / 97 y resulución final es que la asamblea recomienda que el fuerte sea reparado y mantenido como tal y el mismo SR. que atiende el (CEMENTERIO) el pantión se haga cargo del manejo en costión".

En efecto, la comunidad no responde al Alcalde. Lo que ellos piden es, por el contrario, la reparación y mantención del fuerte. Mientras la autoridad tiene en mente su proyecto turístico, la comunidad aspira a integrar la fortaleza a su mundo local. Así lo hace saber al Gobernador Provincial de Valdivia con fecha 9 de julio de 1997:

"La Junta Vecinal de Amargos tiene el deber de informarle a Ud. el estado en que se encuentra actualmente el fuerte histórico de nuestra comunidad. Como bien sabemos que Ud. es el encargado de los fuertes de la provincia de Valdivia, es por ello que nos acogimos a Ud. con el fin de que nos dé una pronta solución, ya que con estos últimos temporales éste se ha ido deteriorando con mayor facilidad ... Por otra parte, Ud. bien debe saber que en nuestra localidad se está construyendo un nuevo muelle definitivo, lo que será de gran atractivo turístico para la caleta y con mejor razón se necesitará de que el fuerte este en mejores condiciones".

La caleta es el norte de la comunidad. Toda nueva iniciativa cobra sentido si se articula con lo que define a la comunidad. En 1999, los dirigentes de la Junta de Vecinos escriben un proyecto en el que materializan esta visión:

"La Caleta de Amargos tiene un fuerte historico, en pésimas condiciones desde hace bastante tiempo atrás, sín que nadie velara, por restaurarlo, porque se arreglarón todos los fuertes que existen alrededor de nuestra ciudad, menos el nuestro. Nosotros como organización, hemos denunciado siempre, él mal estado de dicho fuerte, pero ahora obtamos por hacerlo cargo nosotros" (sic, el destacado es nuestro).

El hito histórico se ha metabolizado como parte de la identidad y del arraigo. Los vecinos demandan su tuición y en ello compiten con el Municipio y con la empresa privada (Asurtur). Tres años atrás, en 1997, reclamaron por el estado del fuerte. En 1998 se constata que uno de sus muros comienza a caer por efecto de la marea. El Municipio no dispone de los varios millones que supone reparar la construcción. Sin embargo los planes cambian y nuevas querellas atraviesan las relaciones entre empresa privada, sector público y organizaciones sociales.

"Sería muy importante rescatarlo (el fuerte) por que se beneficiaria muchas personas, sobre todas mujeres dueñas de casa ... (quienes) ... se encuentran ya capacitadas, para atraer al visitante ... Tenemos proyecto de hacer un museo dentro de un recinto histórico que está totalmente abandonado, se vería muy bonito herrmosearía la dentrada del unico colegio que cuenta nuestra comunidad. Sería beneficioso para nuestros hijos que se educan en dicho colegio. Se informarían de muchas cosas, y la historia de nuestra comunidad, Caleta Amargos ... Haríamos fomento de actividades, culturales ... También contamos con un muelle muy apropiado, para el visitante, se está construyendo una sede multiuso ... también está pensado hacer modulos para que el visitante se sirviera de lo que se piensa preparar, de hacer lo típico de nuestra zona, sobre todo lo del mar, marisco y pescado. Tenemos en proyecto de realizar un conjunto folclorico de los jóvenes: que aquí viven ellos, mostrarian sus talentos al visitante, del fuerte y rescatar lo nuestro como es nuestra música chilena. También hacer curanto los días festivos, sábado y domingo ... Tenemos en proyecto una costanera. Serviría de paseo y hermoseamiento" (sic).

El entrevero ahora se produce en torno al pesado bastión simbólico. Para el Municipio el fuerte es un enclave en el flujo turístico que viene desde Niebla. Para la comunidad, en cambio, es un hito en torno del que tejer su mundo de actividades: escuela, sede, biblioteca, caleta se replantean contando con la vieja estructura como emblema de su identidad. Lo que está en disputa es el imaginario.

La polaridad entre invasión y cobijo que domina el imaginario local. La historia de los visitantes que, aquejados por el hambre, encuentran en los manzanos el fruto amargo que les da vida soluciona de modo insospechado las contradicciones de quienes se han vernaculizado a través del tiempo. El mito separa a los visitantes que han venido y vienen a despojar la tierra y el mar de su riqueza, y los que buscan protección.

Las representaciones locales del conflicto logran hacer de la hibridación un recurso estratégico. En la defensa de su comunidad sintetizan la memoria de la dominación y la memoria ancestral, haciendo de la sangre el hecho fundante de identidad entre ellos y el fuerte: en sus venas y en los pesados muros del fuerte reconocen la sangre huilliche.

Desde el lugar privilegiado recibido del creador, la caleta, los amargueños denuncian la devastación de sus playas y sus bosques. La fuerza invasora se posesiona de la naturaleza, quitándoles la playa, arrasando mediante incendios con los bosques nativos y llevándose el agua con sus plantaciones de pino. El progreso es ruido, la bulla que no deja dormir, que, tras enajenar el paisaje, se posesiona del confín más íntimo del Amargueño, su sueño, su hogar, su cama. La lucha se simboliza a través del agua que da vida y a la que el coigüe llama y el pino que, traído desde fuera, la consume.

Conclusiones

La resistencia a la expansión intrusiva de un modelo de progreso es contestada en un doble sentido, según lo sugiere la experiencia de Amargos. Por una parte, la comunidad local se esmera en reintroducirse en la historia, empleando para ello los símbolos más profundos de su localismo: la sangre huilliche, el coihue, el Fuerte de Amargos, la caleta. De ello, sin embargo, no constituyen pura tradición. Las metáforas fundadantes recreadas frente a la amenza externa permiten crear alianzas locales, unificar la disparidad y proponer alternativas.

Por otra parte, en su conflicto con las fuerzas exteriores representadas por las empresas capitalistas y el poder público, las metáforas esgrimidas privilegian lo relacional por sobre lo unilateral y extractivo de las empresas foráneas. Así, por ejemplo, el fuerte cobra sentido en sus múltiples relaciones con el cotidiano de la comunidad (escuela, caleta, paseo, diversión). Más todavía, el proyecto comunitario deja intocado el fuerte, su estructura: la sangre que no se rinde a los abatares modernizadores. Por el contrario, los proyectos turísticos generados desde fuera constituyen al fuerte en el centro de toda la atención y, por lo tanto, de la inversión. Tal como fuera bastión defensivo de poderes coloniales distantes, hay quienes hoy esperan que el fuerte pase a ser un enclave comercial de empresas ajenas.

¿Qué cabe aprender de la experiencia corraleña? En lo sustantivo, que las comunidades locales cuentan con sus propios proyectos de modernidad los que, de ser atendidos, constituyen una alternativa viable frente a las fuerzas intrusivas y erosionantes que las explotaciones económicas acarrean consigo.

Notas

  1. Este artículo corresponde a un proyecto en curso que cuenta con el financiamiento de la Dirección de Investigación y Desarrollo de la Universidad Austral de Chile, y junto al autor participan Marcelo Godoy, antropólogo egresado de esta universidad y la alumna Pamela Fernandoi.
  2. Entre los meses de enero y abril de 1999, llevamos a cabo una serie de visitas a las localidades de Corral y Amargos, lugares donde realizamos diversas entrevistas en profundidad, incluyendo a los siguientes interlocutores: Presidente del Sindicato de Pescadores de Amargos, Presidente y Secretario de la Junta de Vecinos de Amargos, Presidente de la Unión Comunal de Corral, Alcalde de I. Municipalidad de Corral, Dirigentes de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile, Director de Obras Municipales de I. Municipalidad de Corral, Directores de los Departamentos de Educación y Social de la misma municipalidad, y vecinos de la localidad de Corral. Aparte de estas entrevistas realizamos observaciones directas en terreno y compartimos algunas actividades con la comunidad (encarnado de espineles, conversaciones informales grupales). También tuvimos a la vista los libros de la Junta de Vecinos de Amargos y la documentación por ellos recopilada en a partir de 1990.
  3. La localidad de Amargos, ubicada a 12 kilómetros de Corral y a 68 de Valdivia, corresponde a una de las pocas comunidades de la provincia de Valdivia donde la explotación pesquera es posible. La accidentada costa de la región no deja espacio para el establecimiento de grandes caletas pesqueras (Fortoul 1992). Producto de la sobrexplotación del recurso pesquero, la población local se ha visto obligada a migrar en forma estacional o permanente (Délano 1991). Según antecedentes de la Junta de Vecinos, actualmente residen en la comunidad 505 personas distribuidas en 105 familias.
  4. Tal como lo constata Burgos (1998) , uno de los pocos aspectos positivos que trajo consigo la Empresa Portuaria Corral S.A. fue el pavimiento. Sin embargo, como es de esperar, el pavimento acaba a la entrada de la empresa.
  5. La construcción de este puerto concitó un gran interés público. Véase Scholz 1997.
  6. En Corral pueden identificarse diversos períodos históricos. Ariela Subiabre et.al. (1977) reconocen tres: 1. El puerto fortificado (1544-fines del siglo XVIII), 2. Puerto de Valdivia (1860-1960), y 3. Actual (1961-1977). En este esquema, las autoras describen sub-etapas. La segunda (el Puerto de Valdivia) se divide en tres: una de auge (con la llegada de los colonos alemanes y el desarrollo de la industrial local), otra de decrecimiento (hacia 1920, como consecuencia de la apertura del Canal de Panamá y la pérdida de mercados derivada de la Primera Guerra Mundial) y una preponderantemente industrial (con la instalación de la compañía ballenera sueca Indus en San Carlos y con la construcción de los Altos Hornos de Corral). El cierre de los Altos Hornos, en la década de los cincuenta, da paso a un deterioro creciente de la región, centrándose esta en actividades de mera subsistencia hacia los años setenta. Con la apertura chilena a los mercados internacionales, se promueve un desarrollo capitalista exportador que promueve el surgimiento y expansión de las empresas forestales.
  7. La oscilación entre balneario e industria está documentada en la zona. En 1916, San Carlos pierde su playa en manos de la ballenera (Subiabre et.al. 1977: 19). Amargos, empero, conserva su vocación playera. "pequeña ensenada con playa de arena en la que se vacia un arroyo de buenas aguas en cuyas riberas se ha establecido un hotel concurrido por los bañistas en los meses de verano", escribe Riso Patron (1924: 26).
  8. "La secretaria de la Junta de Vecinos de Amargos indicó que al parecer desembarcan la madera que traen del sector de Chaihuín y en su trabajo producen mucho ruido a los pescadores que duermen en ese momento y que necesitan levantarse temprano para realizar su sacrificada labor de mar" (El Diario Austral, 5 de febrero de 1999).
  9. Con fecha 23 de diciembre de 1971, la Corporación de la Vivienda (CORVI) expropia a los hermanos Schuster Burckhard, propietarios del Hotel Schuster, una extensión de 20.396 metros cuadrados.
  10. El fuerte fue construido en 1645 y reedificado en 1675 (Riso Patron 1924: 26). Su origen forma parte de la estrategia española para defender la penetración de las otras potencias coloniales, especialmente holandesa. Para la historia regional, véase Guarda 1953.
  11. La sangre huilliche no queda, empero, registrada en los nombres. En Amargos abundan los Ampuero, los Bello, los Espinoza, los Palma.
  12. El plano regulador de la comuna de Corral databa de 1936. Sin embargo, y a objeto de facilitar el desarrollo portuario, se modifica en 1997, siendo aprobado en abril de ese año por la Secretaría Ministerial de la Vivienda de la Xª Región (Burgos 1998).
  13. En el oficio Nº 59, de fecha 17 de febrero de 1997, el Alcalde de la comuna de Corral informa contar con la autorización oficial para izar el pabellón patrio en las ocasiones señaladas.
  14. La simulación se hace en base a un ingenioso dispositivo que emplea envases metálicos de bebidas rellenos con pólvora.

Bibliografía

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