Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Besse, J. 2001. Epistemografías. La escritura de los resultados de investigación. Cinta moebio 11: 161-167

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Epistemografías. La escritura de los resultados de investigación

Epistemographies. The writing of research findings

Juan Besse Profesor Adjunto de la Universidad de Buenos Aires y Asociado de la Universidad Nacional de Lanús. Argentina

Abstract

The purpose of this article is to show a set of reflections that could be useful to expose the result of a research. In this way, we can initially distinguish between two types of discursive practices: 1) the writing to design different components of a research 2) the writing to elaborate a product to be published. The last one is an important issue, whereas it is associated to communication and exchange of research products. That could be denominated publification process. A useful word, considering that it adds the production of its social resonance to the material action of publishing. The analysis of writing practices of research outcomes is based on the distinction of three different aspects, knotted in a borromeo way: the epistemic, the methodic, the technical. In this article, we have analyzed the first and the second level.

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo desplegar un conjunto de reflexiones que pueden ser de utilidad para exponer los resultados de investigación. En ese sentido, podemos distinguir, en principio, dos tipos de prácticas discursivas: 1) la escritura que va diseñando los diversos componentes de una investigación y 2) la escritura destinada a elaborar un producto para ser expuesto públicamente. Y este último es un punto no menor, porque está asociado a la comunicación y el intercambio de los productos de investigación. A aquello que podríamos denominar el proceso de su publificación. Un término que resulta útil ya que agrega al acto material de la publicación, la producción de su resonancia social. El análisis de las prácticas de escritura de los resultados de investigación se asienta en la distinción de tres aspectos anudados de manera borromea: lo epistémico, lo metódico y lo técnico. En el presente trabajo hemos puesto énfasis en los dos primeros.

Introducción

El presente artículo tiene como objetivo desplegar un conjunto de reflexiones que pueden ser de utilidad para exponer los resultados de investigación.

En ese sentido, podemos distinguir, en principio, dos tipos de prácticas discursivas: 1) La escritura que va diseñando los diversos componentes de una investigación y 2) la escritura destinada a elaborar un producto para ser expuesto públicamente. Y este último es un punto no menor, porque está asociado a la comunicación y el intercambio de los productos de investigación. A aquello que podríamos denominar el proceso de su publificación. Un término que resulta útil ya que agrega al acto material de la publicación la producción de su resonancia social.

Rabotnikof (1998: 5 y ss.) distingue tres "criterios heterogéneos" para el trazado de la distinción entre lo público y lo privado, o, lo que ella llama "tres sentidos tradicionalmente adheridos a la distinción público-privado". El primer criterio es el que opone lo colectivo a lo individual, en esa oposición lo público asumiría el sentido del interés general y se deslizaría hacia su asociación sinonímica con lo político, tanto lo público estatal como lo no estatal. El segundo criterio haría hincapié en la oposición entre lo visible y lo oculto, entre lo manifiesto y lo secreto. Un criterio que pone en el tapete la dimensión espacial de lo público y su relación con la mirada. Por último, el tercero, es el que opone apertura a clausura y define lo público por las condiciones de accesibilidad y como contrapartida establece las condiciones de apropiación de los objetos culturales. Entre ellos, el conocimiento.

La distinción entre discurso de investigación y discurso de exposición (Escolar 2000) puede entonces delinearse sobre la base de estas nociones de lo público, o más precisamente de las relaciones entre lo público y lo privado que atraviesan la producción de los ordenamientos sociales. Algo así como distinguir entre la cocina del platillo para la fiesta y el modo de exponerlo para convertirlo en objeto de consumo.

Es obvio que entre ambos tipos de discurso hay una relación quiasmática. No hay delikatessen sin cocina, pero difícilmente ese producto sería deseado y consumido sin la fantasía que soporta su realidad como conocimiento. Los libros los compramos en librerías, y no en cualquiera, y los informes de investigación deben estar escritos en "lenguaje científico" y presentados según ciertos formatos discursivos y estéticos que trasunten familiaridad y den cuenta de su sostén institucional. Lo que equivale a decir que el informe genere las propias condiciones de su legitimidad haciendo pública su inscripción social e institucional (1).

Es decir, se espera del conocimiento científico que sea público en alguno de los sentidos antes mencionados. Por lo menos que sirva al interés general, sus fundamentos sean visibles y manifiestos y, en tanto bien común, esté garantizada su accesibilidad. Sin embargo, desde la constitución del campo científico social en el siglo XIX, la "publificación" del conocimiento ha basculado históricamente entre, por lo menos, dos conjuntos de imágenes sobre la ciencia cuyos rasgos principales han sido y aún siguen siendo esquemáticamente:

a) una ciencia independiente de la política -cuyo atributo esencial es la frontera que la separa del sentido común y las ideologías de turno- capaz de descubrir un mundo, es decir con acceso a la verdad como correspondencia y/o adecuación, cuya expresión más ordinaria es el dogma de la neutralidad valorativa de cuño positivista y

b) una ciencia altamente politizada dónde su especificidad como práctica social se ve desdibujada en provecho de los proyectos político-ideológicos que le otorgan su razón de ser. De modo tal que la ciencia adquiere un carácter altamente instrumental, ya sea por servir a proyectos estratégicos estatales o por colaborar en la tarea de sedimentar las identidades nacionales en función de esos proyectos (2).

Lo más destacable de ambas opciones epistemológicas es el modo en que se traman la una con la otra, una concepción opera como fantasma de la otra dándole una consistencia positiva arrolladora. La báscula entre las concepciones antagónicas mencionadas halló sus momentos de vacilación en lo que podríamos llamar un saber que al reconocer su ligazón estructural con el poder puede distanciarse del mismo, y de ese modo procurar fijar en la travesía de la crítica al poder, los límites históricos del acoplamiento.

En ese sentido, el panorama quedaría incompleto si eludiéramos una tercer concepción que juega sus cartas en los campos del antagonismo entre del saber disyunto del poder y el saber acoplado al poder. Esa concepción es la del impolítico nietzscheano que compartiera con Weber el ideal de una ciencia independiente de la filosofía pro estatal, en definitiva, una práctica científica capaz de distanciarse de los proyectos gubernamentales dominantes y por lo tanto devenir en ciertos contextos institucionales grupo sujeto en la construcción de relaciones democratizantes entre la sociedad (civil) y el estado (3). Y es precisamente en este punto que el conocimiento, en tanto objeto de intercambio puede, y necesita, ser pensado como factor constituyente de la esfera pública. Es decir, los tres criterios heterogéneos para definir "lo público" señalados por Rabotnikof más arriba, tienen que articular los conceptos de estado, mercado y sociedad civil mediante un anudamiento borromeo que dé cuenta de los modos históricos y de las especificidades institucionales en que la escritura científica es producida y apropiada.

Ahora bien, pensar el informe de investigación puede ser una tarea vasta, de modo tal que es pertinente establecer tres aspectos que a grandes trazos constituyen los problemas de toda escritura pública:

1) El aspecto epistémico de la producción y el consumo de conocimiento, que como toda epistemología es necesariamente política ya que fija las condiciones de la eficacia del discurso y regula por tanto los aspectos metodológicos y técnicos que participan en su construcción. Es decir todo lo atinente a la demanda de conocimiento, qué se demanda y quién demanda una investigación (Ibáñez 1986). De modo tal que la demanda sea entendida como parte del dispositivo de validación del conocimiento. No sería exagerado decir entonces que el deseo de las instituciones o de quienes las componen, la pregunta por el deseo del otro, es parte del aspecto político de toda escritura. Y en esa encrucijada, empezamos a delinear el contorno de un problema: lo que desean las instituciones no siempre coincide con lo que anhelan.

2) El aspecto metódico, que en tanto práctica, lo es de un proceso de investigación particular y da cuenta de las relaciones entre la teoría, el método y la técnica en el proceso de construcción de un objeto de investigación (Bourdieu 1987). Este aspecto es el que permite articular el discurso de investigación en un discurso de exposición mediante estrategias narrativas cuyo objetivo, a nuestro entender, es producir la unidad en la discontinuidad sin perder el carácter heterogéneo y abierto de lo social. Aquí se juega la eficacia del montaje que el investigador realiza con metros de celuloide, dirección y método. Imaginemos que usted ha escrito en varios registros, que ha acopiado información discrepante y aspira a construir explicaciones coherentes que sin aplanar la discrepancia permitan captar la lógica fragmentaria en que se expresa lo social y sus conflictos, sin embargo está obsesionado por la transmisibilidad de sus ideas. Así, el método es ese camino que construye las ideas. Entre el método y las ideas hay una relación de anverso y reverso. Antes del método con dificultad estamos frente a relaciones conceptuales como las que constituyen las explicaciones o las descripciones. La ideabilidad de las transmisiones es el envés del problema: ¿cómo nos separamos (se-parere) del otro y engendramos el objeto? A lo que agregamos un aspecto propiamente epistémico. La construcción de un objeto de investigación, no es posible sin un efecto de cierre conceptual. Ahora bien, ¿cómo efectuar el cierre conceptual sin caer en la ausencia de punto de fuga, es decir, en un cierre de la significación?

3) El aspecto técnico que apela a ciertas figuras de la escritura y de la gráfica que permiten exponer la información como datos y que ayudan al lector a aproximarse al informe. El informe es un texto que sometido a una práctica de lectura puede proveer pistas para reconstruir el objeto de investigación construido por la práctica de investigación. Como lectores hemos incorporado ciertos hábitos, que suelen combinar la visión y el tacto. En el caso del libro, y esto presenta apenas una diferencia de grado con los informes caseros o los documentos institucionales que aspiran a imitar su formato; el rodeo comienza con la tapa, la contratapa, la solapa, antes o después el índice, la bibliografía, las notas al pie que nos indican la adscripción institucional. Una estrategia que nos evoca el relato mítico o histórico de Atahuallpa oliendo la Biblia, sometiendo el texto sagrado a la tactilidad profana que no ve más allá del ícono al ser supremo indiscernible; sencillamente porque no mora dentro de él. Sin embargo, de alguna manera se lo busca en la pregunta sobre el qué pretende, que se adosa al ¿quién es y sobre qué habla? Allí se juega la técnica expositiva. Una delgada línea que separa el ornamento de la estructura y deja al desnudo cierta inescindible relación de la forma y el contenido. Vemos el libro, el informe, el producto de investigación en cualquiera de sus formatos, pero siempre desde un lugar diferente del que el artefacto nos mira.

Los tres aspectos están presentes con diversos grados de predominancia en el derrotero que traza un proceso de investigación. Entre el 1) establecimiento del encuadre epistémico, 2) las decisiones de las articulaciones de método que realiza el investigador y 3) las opciones técnicas a las que apela para exponer los resultados que ha obtenido encontramos nuevamente un anudamiento borromeo. No es posible pensar la escritura como técnica de exposición más allá de las decisiones metodológicas o de la demanda del campo profesional para el que y, finalmente, en el que trabajamos.

En tal sentido, suscribir la distinción entre el lenguaje denotativo y el connotativo, nos arroja al despeñadero de los sobrentendidos que en ocasiones suelen ser más perniciosos que los malentendidos, porque reemplazan la función de pensar por lo pensado e instalan la confusión entre la reproducción institucional, a la que cualquier institución aspira, y la normalización del sentido de la comunicación. Algo así como interpretar que normatividad y normativismo (4) son términos intercambiables.

A continuación desarrollaremos unos apuntes que tienen como objetivo ampliar los aspectos epistémico y metódico de la escritura en la investigación social y avanzar en la conceptualización del aspecto técnico mediante el supuesto de su anudamiento con los niveles anteriores.

El Aspecto Epistémico: El Encuadre Político de la Escritura

"los informes de investigación esperan la consagración de su lanzamiento
en un volumen de pasta dura, o con más frecuencia desaparecen en el
purgatorio, en la flotilla de la ‘literatura gris’ empantanada en el secreto de los
Ministerios o de los centros de investigación"
Michel de Certeau

¿Qué sentidos soporta la palabra escritura? Si nos desplazamos por el sesgo etimológico del título se impone la representación de una inscripción. Inscripción de lo circunscripto mediante una práctica de investigación, es decir, lo que ha podido ser construido como conjunto mediante un diseño, cuyo proceso de elaboración ha dejado su huella.

En un trabajo anterior (Besse 2000), donde nos propusimos explorar las relaciones entre la escritura y las prácticas de diseño, hicimos uso de la imagen de la escritura como una articulación múltiple. La multiplicidad es lo que hace de esa articulación "algo" problemático. Sin embargo, aquí no nos vamos a detener in extenso en los supuestos teóricos que permiten problematizar la escritura, sino que, como si se tratara de transitar un camino inverso, intentaremos dar cuenta de ciertas precauciones de método que pueden facilitar la producción de un documento institucional, eso que habitualmente llamamos informe de investigación.

Si pensamos el informe de investigación como un instrumento para la comunicación, es inevitable desensillar en la comunicabilidad del texto que soporta la letra. En ese punto podemos acordar en que los discursos de investigación aspiran a ser comunicados (5) y lo hacen en la medida que hagan signo. Esto es, que la actividad del lector produzca un efecto de sentido que se aproxime al que quiso imprimirle el escritor. Por supuesto, el discurso oficiará de lazo y habilitará la comprensión si se inscribe en una formación social –discursiva e institucional- que oficie de interpretante. Cuestión esta última que rebasa la suposición de un marco cultural común a investigadores y lectores, y por lo tanto nos invita a sondear como operan esas formaciones sociales, en tanto creadoras de demanda, en los procesos de producción de significación en los campos académicos, intelectuales y profesionales.

¿Qué pasa entre las estrategias de comunicación de los investigadores, mediante actos de escritura y las apropiaciones plurales, móviles de los lectores? ¿Cómo se transforman los documentos de investigación mediante las operaciones de los usuarios? (Certeau 1980; Chartier 1997) ¿Cómo se trama la relación entre la comunicabilidad y la transmisibilidad en una práctica discursiva como es la de producir un texto escrito? Esas preguntas nos confrontan con los límites de la comunicación -de toda comunicación- y nos permiten pensar criterios de comunicabilidad relativamente (6) óptimos.

La eficacia relativa de cualquier escritura se asienta en su capacidad de coadyuvar a producir un acto de subjetivación. Es en la práctica de lectura, que el discurso hace signo y produce enlace; allí donde se bordean los contornos de un objeto de conocimiento, adviene el sujeto. Sujeto y objeto de conocimiento se co-constituyen simultáneamente, a lo cual agregaría sujeto y sujeto se co-constituyen simultáneamente.

El problema está precisamente en la ciénaga de la simultaneidad. Una perspectiva "dialéctico-subjetiva", daría cuenta de la compenetración de los opuestos, pensaría al objeto como acuerdo intersubjetivo, en fin, suturaría la falta, mediante la postulación de la realidad "hecha" objeto mediante "el colapso del campo mismo de la subjetividad qua vehículo de la verdad en el capitalismo tardío" y rompería el carácter colectivo de la construcción de la verdad faccionándola, es decir volviéndola facciosa mediante "su desintegración en los dos polos del conocimiento experto y la verdad psicótica ‘privada’" (Zizek 1994:194). O bien cerrando la discusión como un derivado del criterio de autoridad propio del discurso experto o cayendo en el perspectivismo ingenuo de las verdades privadas que eleva la experiencia personal a la categoría de absoluto rompiendo, paradójicamente desde el relativismo que niega toda certidumbre, la construcción misma de la relatividad que permite formular problemas sobre la base de criterios de verdad pero sin absolutizarlos.

Entonces no sería abusivo decir que hay escritura científica, cuando se acoplan el escrito y la lectura produciendo ese efecto de sentido que permite bordear los contornos de un problema.

Eso es un objeto de investigación, lo que produce un problema, un ob-jectum, algo que se interpone en el rumor de las murmuraciones conocidas (7).

En las analogías de los itinerarios, el pensamiento científico se asemeja o mejor dicho está hecho de la misma sustancia que la metáfora o el chiste; que los son –siempre- para un determinado público, aquel capaz de construir la equivalencia entre un significante y otro significante. Entre los cuales media una distancia, que como la letra en el papel es la que marca que esa equivalencia se asienta en una ruptura con el mundo inmediato o la naturalización de ese mundo por la experiencia cotidiana que, para el caso, es lo mismo (Le Gaufey 1993: 191 y ss.).

El informe de investigación, al igual que el proyecto de investigación es un documento de gestión (8). En tal sentido, la eficacia de la gestión dependerá en mucho del discurso de exposición, es decir de cómo está escrito, una pregunta que comienza a contestarse a partir de la demanda de investigación: para qué y para quién se escribe.

¿Qué desea el otro de mi escritura? Pregunta incompleta. ¿Quién es el otro de mi escritura?

El Aspecto Metódico: La Construcción del Objeto-la Deconstrucción del Sujeto-la Construcción del Sujeto-la Deconstrucción del Objeto…

El consumo científico es también una cuestión de estilo, y no en el sentido vulgar que identifica estilo con distorsión culterana, tal como sucede con aquellos trabajos dónde la teoría muestra a las claras su distancia respecto de las descripciones, trasuntando de ese modo lo que podríamos denominar la debilidad metodológica del trabajo. ¿En qué sentido puede pensarse la debilidad metodológica de una investigación en relación con la escritura de los resultados? Caben varias posibilidades. Sin embargo, pensemos en dos tipos de problemas:

Si, como vimos, es inadecuado partir del supuesto de que la escritura es simplemente la puesta en página de una delgada laminilla llamada lenguaje científico que expresaría uno a uno el núcleo de la realidad, sino que por el contrario el lenguaje realiza un arduo trabajo en la reconstrucción siempre inacabada de esa realidad y por lo tanto, aceptamos que entre la investigación como práctica y su escritura -como práctica de la práctica- hay una distancia; una de las posibilidades es que se produzcan (9) aquellos obstáculos de los que hablaba Bachelard: el formalismo y el empirismo. Por un lado, un dispositivo conceptual dogmático propenso a la sobreteorización y por otro, porciones de realidad que quieren ser actos descriptivos pero que no logran romper con el conocimiento espontáneo que replica las representaciones oficiales de lo oficial (Bourdieu 1987).

Afirmar que la práctica científica y el consumo de los productos que manufactura es una cuestión de estilo vuelve relevante la relación entre el mercado, el estado y la sociedad civil en la constitución de los sujetos y objetos de consumo. Según Panofsky (1936: 146) "estilizar previamente la realidad antes de abordarla es lo mismo que eludir el problema. El problema radica en manipular y filmar la realidad no estilizada de tal modo que el resultado cree estilo" (el destacado es nuestro). La investigación social no está al margen de ello, sin embargo la distancia dialéctica respecto de su propia estructura de funcionamiento debe impulsar su propia economía política y colaborar en el develamiento de las relaciones sociales que ayuda a producir.

El método crea estilo. Una determinada forma de exponer los resultados que permita leer a la letra el modo en que la teoría orientó la producción de la información, es decir ver como permitió un uso satisfactorio de la técnica haciendo de la entrevista o de la encuesta un instrumento para apropiarse de un aspecto de lo real y viceversa. Es decir dar cuenta acerca de como la información preñó la teoría en un sentido correctivo. Todo ese movimiento hace a la coherencia del producto final.

No se trata entonces de la coherencia interna de una teoría, como la que puede expresarse en el desarrollo argumental de los supuestos manejamos como investigadores o a la coherencia de la descripción de una realidad cualquiera, sino de un cierto croché que teje la teoría (el discurso manipulable) con lo real (los discursos imposibles que se escapan cada vez que se los quiere manipular) mediante un efecto interpretativo que posibilita una coherencia en la que el rigor del discurso no pasa ni por la aguja ni por la hebra. Ese es el punto en que el método crea realidad como efecto de discurso. Una realidad que rebasa la mera postulación o el carácter externo cuando el discurso ha mordido las determinaciones de lo real. El discurso como la mañanita de la abuela no estaba contenido ni en la materia prima ni en los instrumentos, sino que fue realizado mediante un acto de construcción que permite partir de un mundo preconstruido para llegar a producir otro mundo.

Así las cosas, la exposición o las técnicas expositivas son algo más que instrumentos de una política. Allí se juega la identidad. Es en el juego de las filiaciones dónde la escritura en su dimensión expositiva desnuda que no hay meta discurso, que lo dicho es el soporte de lo que quiere decirse. Lo escrito finalmente se dice así mismo en el acto de la apropiación. Cuando concurren las apropiaciones de los autores con las de los lectores, estamos frente a la frontera de la comunicación sin cuya línea no habría comunicabilidad. Simplemente estaríamos allí como un real que no cesa de existir pero que nada sabe de eso. El conocimiento tiene que ver con la distancia entre la cosa y la imagen, entre la imagen y el nombre. Como afirma Agamben (1996: 80) "la exposición es el lugar de la política. Si no hay, probablemente, una política animal, es sólo porque los animales, que viven permanentemente en lo abierto, no tratan de apropiarse de sus exposición, moran sencillamente en ella sin preocuparse. Por eso no les interesan los espejos, las imágenes en cuanto imágenes. El hombre, por el contrario, al querer reconocerse -es decir apropiarse de su propia a apariencia- separa las imágenes de las cosas, les da un nombre. Así transforma lo abierto en un mundo, en el campo de una lucha política sin cuartel".

Notas

1) Aquí es pertinente producir un abalizamiento teórico que evite la simplificación que entraña pensar la legitimidad como derivado de los títulos del autor o como algo que se encuentra en el mensaje, aquella polémica que Ricoeur pensara como un endeble dilema entre la "falacia intencional" y la "falacia del texto absoluto" (Besse, 2000: 80 y ss.). Terry Eagleton (1996: 18) señala que "lo que se dice no obtiene su legitimidad [a lo que yo agregaría exclusivamente] ni de sí mismo como mensaje ni del título social del emisor, sino de su conformidad como enunciado con un cierto paradigma de razón inscripto en el propio acto de habla".

2) Una versión de exacerbada de la ciencia politizada es la que sostuvo el vínculo ontológico entre cultura y técnica durante el proceso modernización reaccionario que se desarrolló en Alemania teniendo como actores centrales a los campos profesionales e intelectuales. Un análisis sugerente puede verse en (Herf, 1994).

3) Para ilustrar esa báscula, dos citas dan cuenta del espesor histórico de los problemas de la escritura científica, terreno en el que escribir pareció siempre el momento ulterior al armisticio, pero en el que en realidad se funda la investidura del pensamiento mediante el acto de su publicación. En relación con Weber, Aguilar Villanueva (1988: 22) nos dice que "La propuesta teórica y la posición política de Weber (…) En parte, son un esfuerzo por aclarar el entonces confuso entendimiento del que hacer científico histórico y sociológico y por deslindar los territorios de la ciencia y la política. En parte son un esfuerzo por transformar la propensión proestatista de la filosofía alemana en sociología crítica del estado, el Reich en República". Para Cacciari (1978: 70) " ‘Impolítico’ no significa por lo tanto ‘supra-político’: su concepto atraviesa el total espacio de lo ‘político’, es, en, lo ‘político’, la crítica de su ideología y de su determinación".

4) Para la conceptualización de la diferencia entre normatividad y normativismo puede verse Legendre (1985).

5) En esta perspectiva el discurso puede ser entendido como un mensaje. Un discurso, desde el momento que es producido entraña una pretensión de comunicación y se inscribe por lo tanto en la lógica del intercambio. El acto de habla bajo el signo de lo inmediato y el acto de escritura bajo el signo de lo diferido ponen en el tapete las discusiones sobre el tratamiento del discurso como mensaje que posibilita una práctica de intercambio. En el caso particular de los discursos científicos, es un presupuesto incuestionable que son producidos para ser comunicados y que dicha comunicación aspira a comunicar un sentido. Es allí, en esa aspiración donde la escritura de una manera distinta que el habla interviene como práctica de articulación entre dos impulsos: la intención del escritor por imponer un sentido y la intención del lector puesta en hallarlo allí donde lo busca. ¿Quién aspira?. Las aspiraciones son múltiples y en modo alguno lineales.

6) En coincidencia no explícita con el psicoanálisis de Lacan, Agamben (1996: 72) nos dice que "lo que impide la comunicación es la comunicabilidad misma; los hombres están separados por lo que los une".

7) Milner (1995: 8) hace referencia al pensamiento, un pensamiento como algo que objeta en el sentido que se impone, "es decir algo cuya existencia se impone a quien no lo pensó".

8) Agradezco esta lectura del informe como documento de gestión a Miriam Wlosko.

9) Es decir que produzcamos y nos produzcan como investigadores.

Bibliografía

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Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X