Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Marqués, G. 2004. Una faceta desconocida del pensamiento de Popper. Cinta moebio 21: 152-168

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Una faceta desconocida del pensamiento de Popper: su aporte al programa austriaco de metodología de la economía

The unknown side of Popper: his contribution to the Austrian programme in methodology of economics

Gustavo Marqués. CIECE. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Buenos Aires (Argentina)

Recibido el 8-Jul-2004.

Abstract

In his situational logic, Popper offers a model for social sciences which specifies how a social explanation of human actions can be scientific and objective. He also describes the specific kind of phenomena the social sciences can explain and predict. To perform this task, the model includes a description of the goals and the knowledge of the agents. This procedure is essentially analogous to the Austrian's praxiological view -or, as Hayek would say, to the subjectivistic approach-. Popper himself recognized that -in the realm of human actions- his goal was to design an objective theory of subjectivity. But, it is not easy to put this approach in line with the "clasical" popperian's falsacionist view, and many critics believe both views are not compatible. In this article we will clarify the content of the situational logic, and we will discuss some of the problems possed by this approach. We will show that situational logic is better understood as a contribution to the Austrian´s programme of research in economics and methodology of the social sciences than as a contribution to the empiricist's programme, to which Popper is usually adscribed. This interpretation gives a different -and refreshing- view on the relation between Popper and the Austrians, and, specially, between Popper and Hayek.

Key words: methodology, economics, social sciences, Popper, Austrians

Resumen

En su lógica de la situación, Popper propone un modelo explicativo para las ciencias sociales que clarifica en qué sentido (y cómo) una explicación del comportamiento humano puede ser científica y objetiva y, además, de qué manera (y en referencia a qué tipo de fenómenos) sería capaz de explicar y predecir. Para ello incorpora a la explicación de las acciones humanas los fines y el conocimiento de los agentes. En esencia, este procedimiento es muy semejante al enfoque praxeológico -o, como diría Hayek, subjetivista- de los Austriacos. Popper mismo ha reconocido, que en el ámbito de los fenómenos humanos su propósito es elaborar una teoría objetiva de la subjetividad. Sin embargo, no es fácil armonizar esta propuesta con la "clásica" visión falsacionista popperiana, y muchos especialistas creen que ambas posturas son francamente incompatibles. En este trabajo trataremos de clarificar el contenido de la lógica de la situación y discutiremos algunos de los problemas que suscita esta perspectiva. Sostendremos, por otra parte, que se la comprende mejor si se la interpreta como un aporte al programa Austriaco de investigación en economía y metodología de las ciencias sociales, más que como un aporte al programa empirista moderno con el que Popper es usualmente identificado. Esta interpretación arroja una mirada diferente -y creemos que iluminadora- de la relación entre Popper y los Austriacos y, en particular, entre Popper y Hayek.

Palabras clave: metodología, economía, ciencias sociales, Popper, austriacos

Introducción

En este artículo expondremos y discutiremos una faceta del pensamiento de Popper que ha pasado casi inadvertida hasta hace relativamente poco tiempo. Para comprender su significación conviene tener presente que el empirismo moderno ha sostenido una visión de la ciencia, que resulta difícilmente aplicable a las ciencias sociales y a la teoría económica. Esta dificultad reside fundamentalmente en la ausencia de leyes sociales en el sentido estricto del término, y salta a la vista cuando se pretende utilizar en éste ámbito los modelos de cobertura legal. No sorprende entonces que, desde un comienzo, los economistas hayan empleado teorías y modelos en los que desempeña un papel central la presencia ineliminable de cláusulas ceteris paribus, usualmente no especificadas, o especificadas sólo parcialmente. Sin embargo, este recurso de emergencia complica enormemente la tarea de predecir, explicar y contrastar en economía (1). En consecuencia, ni el modelo de cobertura legal ni el que apela a leyes implícitamente cualificadas parecen completamente adecuados para la economía y las ciencias sociales.

Una manera de eludir estos problemas es abandonar la perspectiva "naturalista", que concibe a las disciplinas sociales en el modelo de la física y procura descubrir leyes del comportamiento individual o social, e incorporar al análisis los fines y el conocimiento de los individuos concretos, así como el contexto específico en que éstos toman decisiones. En La contrarrevolución de la ciencia, Hayek denominó "subjetivismo" a esta perspectiva. Sin embargo, por plausible que esta idea resulte, no está exenta de dificultades, y parece conducir a una visión de las ciencias sociales en que no resulta sencillo determinar qué sería comportamiento racional según esta perspectiva, al tiempo que se pone en riesgo la capacidad de la teoría para predecir, así como su objetividad y, con ella, su carácter científico.

En su lógica de la situación, Popper propone un modelo explicativo para las ciencias sociales que procura alcanzar y armonizar ese conjunto de desiderata. Las explicaciones de los fenómenos sociales deben incorporar explícitamente tres elementos centrales: a) el conocimiento y los fines de los individuos participantes en dichos fenómenos, b) el entorno (particularmente el contexto social) en que deciden y actúan, y c) asumir la racionalidad (es decir, el carácter deliberado e intencional) de las decisiones o acciones adoptadas. Además, se necesita que estas explicaciones satisfagan al menos dos requisitos básicos de las teorías científicas: objetividad, y capacidad explicativa y predictiva.

Es un objetivo ambicioso y a la vez problemático. Es ambicioso, porque intenta incorporar de manera plena el individualismo y el subjetivismo y, al mismo tiempo, se procura contrarrestar sus efectos corrosivos. En esencia, la lógica de la situación aspira a mostrar en qué sentido (y cómo) una teoría o explicación social puede ser científica y objetiva y, además, de qué manera (y en referencia a qué tipo de fenómenos) sería capaz de explicar y predecir. Como Popper mismo ha reconocido, en el ámbito de los fenómenos humanos su propósito es elaborar una teoría objetiva de la subjetividad. Pero su propuesta es también problemática, porque no es fácil compatibilizar la lógica de la situación con la "clásica" visión falsacionista popperiana, y muchos especialistas creen que esta perspectiva es contradictoria con la que es considerada su posición oficial. Es seguramente este aspecto algo heterodoxo de la lógica de la situación lo que ha contribuido a que pasara desapercibida hasta fecha relativamente reciente, y a que aún hoy suela ser mal interpretada.

En este trabajo trataremos de clarificar el contenido de la lógica de la situación y discutiremos algunos de los problemas que suscita esta perspectiva. Sostendremos por otra parte, que se la comprende mejor si se la interpreta más como un aporte al programa austriaco de investigación en economía y ciencias sociales, que como un aporte al programa empirista moderno. Esta interpretación arroja una mirada diferente de su relación con los austriacos y, en particular, con Hayek. Suele verse a Hayek como un austriaco heterodoxo convertido al empirismo. El encuentro entre Hayek y Popper se realizaría entonces en "casa de Popper". Pero este trabajo sugiere que mientras Hayek se esforzaba por argumentar que la teoría económica de inspiración subjetivista era capaz de cumplir con el requisito falsacionista popperiano, Popper realizaba esfuerzos en un sentido contrario, procurando incorporar la perspectiva subjetivista a las ciencias sociales. La aproximación de Hayek al empirismo ha sido retribuida con la aproximación de Popper al subjetivismo. El encuentro entre ambos pensadores parece haber tenido lugar en ambas casas.

1. Dificultad para utilizar el modelo nomológico deductivo en ciencias sociales

En lo que puede considerarse su posición oficial, Popper sostiene que el método científico "consiste en ofrecer una explicación causal deductiva y en experimentar (por medio de predicciones)", procedimiento que "ha sido llamado a veces el método hipotético – deductivo" (Popper 1981:146). La explicación de un acontecimiento específico consiste en deducirlo a partir de algunas leyes universales y condiciones iniciales específicas. Por otra parte, para que la explicación califique como científica, las leyes universales deben hallarse bien experimentadas y corroboradas y existir elementos de juicio independientes a favor de las condiciones iniciales.

Popper ejemplifica la utilización de este método en las ciencias naturales, pero su defensa del monismo metodológico sugiere que considera que es aplicable en general. Sin embargo, algunos economistas y metodólogos de la economía neo – popperianos admiten que la economía no logra satisfacer los requisitos de cientificidad exigidos por Popper. Coinciden en que las llamadas "leyes" económicas no se hallan bien corroboradas en el sentido en que sí lo están los enunciados de las teorías físicas admitidas (2), y han señalado que en economía tampoco se hallan disponibles las condiciones iniciales requeridas para predecir y explicar (3). Aunque la economía está interesada especialmente en la obtención de predicciones, éstas parecen ser de naturaleza muy diferente a la admitida por Popper. Dada la necesidad de predicciones puntuales para diseñar e implementar políticas económicas, recomiendan el empleo de procedimientos inductivos fundados en el reconocimiento de tendencias (4). Así concebida, la economía no logra calificar como disciplina científica. No se entiende, pues, por qué razón Popper la tenía en tan gran estima al punto de considerarla un modelo a imitar para el resto de los estudios sociales (5). En lo que resta procuraremos aclarar este punto.

Es importante advertir que Popper no cree que todo evento singular natural es explicable (predecible) mediante el procedimiento recién indicado. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con los números que se van sucediendo como resultado de la tirada de un dado "normal". La razón de esta imposibilidad debe buscarse en que "para deducir predicciones se necesitan leyes y condiciones iniciales: si no se dispone de leyes apropiadas o si no cabe averiguar cuáles son las condiciones iniciales, el modo científico de predecir se desmorona" (Popper 1971:191). En casos del tipo de la tirada de un dado, Popper piensa que no hay razón para sustraer al dado a la acción de las mismas leyes generales que actúan sobre el resto de los cuerpos físicos. Por ello, sostiene que "al tirar el dado, lo que nos falta, sin duda alguna, es un conocimiento suficiente de las condiciones iniciales; si dispusiéramos de mediciones suficientemente precisas de éstas también sería posible hacer predicciones en este caso" (Op. cit). Pero esto no ocurre porque "las reglas para tirar el dado correctamente (agitar el cubilete) están elegidas de tal modo que nos impidan medir las condiciones iniciales" (Op. cit).

Este resultado es importante para nuestra discusión acerca de la posibilidad de aplicar el método científico en economía. En su artículo Models, Instruments, and Truth (MIT), Popper distingue entre dos tipos de problemas: a) los consistentes en explicar o predecir un "evento singular" y b) los que procuran hacer lo propio en referencia a un "evento típico". Un ejemplo económico del primer caso es "¿Cuándo se producirá la próxima declinación en la tasa de desempleo en Western Ontario?" y uno del segundo es "¿Por qué se producen incrementos (decrecimientos) estacionales de la tasa de desempleo en la industria de la construcción?"

Popper sostiene que "en las ciencias sociales teóricas no es casi posible responder a preguntas del primer tipo", ya que "el método de explicar y predecir eventos singulares por medio de leyes universales y condiciones iniciales es casi nunca aplicable en las ciencias sociales teóricas" (Popper 1996:165). Y en una enmienda introducida once años después de la redacción original del artículo, especifica que "nunca disponemos de leyes y condiciones iniciales suficientes para explicar [un evento social] con su ayuda" (Popper 1996:168).

Estas sobrias referencias no bastan para disipar la ambigüedad respecto de cuál es exactamente el problema: si se debe a la falta de (suficientes) leyes o de (suficientes) condiciones iniciales, o de ambas cosas. En la actualidad la mayoría de los epistemólogos piensan que no hay en absoluto leyes sociales o económicas, en el sentido estricto del término. No es seguro que Popper comparta plenamente este punto de vista, ya que en diversas ocasiones ha sostenido la existencia de leyes sociales (6). Pero, aún así, que las haya no significa que resulten suficientes para explicar eventos singulares. En lo que respecta a la disponibilidad de leyes sociales (o económicas), mi parecer es que Popper se topó aquí con un problema serio que no logró resolver adecuadamente (7) y ello explicaría que, en la lógica situacional, prudentemente se las deje fuera de consideración y se incorpore un sustituto en su lugar: la racionalidad de los agentes, sobre la que volveremos en la sección 3.

Pero, cualquiera sea la decisión que se adopte respecto de la existencia de leyes sociales, es más sencillo justificar la imposibilidad de predecir o explicar eventos sociales singulares invocando la insuficiencia de condiciones iniciales. Como se sabe, Hayek no creía posible especificar en su totalidad las circunstancias particulares que resultan necesarias para predecir este tipo de eventos: "Al contrario de lo que sucede en ciencias físicas, en economía y en otras disciplinas que se ocupan de fenómenos esencialmente complejos, los aspectos de los hechos por explicar y sobre los cuales podemos obtener información en cantidad son necesariamente limitados y pueden no incluir los más importantes" (Hayek 1981:22). Esta limitación es particularmente válida "con respecto al mercado y a otras estructuras sociales parecidas" en las que "hay muchísimos hechos que no podemos medir y de los cuales sólo tenemos información muy general e imprecisa" (Op.cit).

Un punto central del argumento de Hayek es que esta ignorancia no es algo meramente circunstancial, remediable con más y mejor investigación científica. "Una teoría de fenómenos esencialmente complejos debe referirse a un gran número de acontecimientos particulares. Obtener una predicción de ella (...) equivale a descubrir todos esos hechos particulares. Una vez que lo logramos, no debería existir ninguna dificultad especial para obtener predicciones comprobables. Con la ayuda de las computadoras modernas resultaría bastante fácil introducir estos datos en los centros apropiados de las fórmulas teóricas y obtener una predicción. La verdadera dificultad, a cuya solución la ciencia tiene poco que aportar, y que a veces resulta verdaderamente insoluble, consiste en la averiguación de hechos particulares" (Hayek 1981:29).

La analogía entre el caso mencionado de la tirada de un dado y la dificultad señalada por Hayek para la predicción de fenómenos sociales particulares, viene de inmediato a la mente: allí donde las condiciones iniciales no resultan totalmente especificables, el método científico es inaplicable. Valiéndonos de una metáfora, podríamos decir que el mercado o, más en general, los sistemas sociales, se comportan a la manera de un gigantesco cubilete natural. La dificultad percibida parece ser no meramente de hecho, sino de principio. Como se advierte, nos encontramos nuevamente ante la clase de consideraciones que motivaron las objeciones de Hutchison, Hands y Klant a la posibilidad de aplicar la perspectiva metodológica tradicional a la economía. Curiosamente, puede verse ahora que, por detrás de los roces verbales, Popper acuerda con ellos acerca del punto central: en economía no puede aplicarse el método científico para predecir o explicar acontecimientos o, lo que es lo mismo, "eventos singulares".

2. Un modelo alternativo: la lógica de la situación

Sin embargo, la dificultad mencionada no cierra completamente las puertas al enfoque científico en economía. En relación al segundo tipo de problemas a que hemos aludido en la sección anterior -explicación de "tipos de eventos"-, Popper se muestra más bien confiado y resalta "la estrecha similitud entre las explicaciones de las ciencias sociales y las explicaciones del segundo tipo en las ciencias naturales" (Popper 1985:358). Su optimismo reside en que en las ciencias sociales al explicar (o predecir) tipos de eventos, "las condiciones iniciales pueden ser completamente remplazadas por la construcción de un modelo, del cual podríamos decir que incorpora condiciones iniciales típicas" (Popper 1996:163-4) (8). Un segundo cambio importante en la visión alternativa de Popper es que las explicaciones sociales de eventos típicos incorporan lo que llama el principio de racionalidad, que, como se verá, sustituiría a las leyes características de los modelos de cobertura legal. Por último, la lógica de la situación emplea el esquema analítico de fines y objetivos para explicar las acciones humanas (lo que conecta con el enfoque praxeológico de L. von Mises), pero los interpreta de un modo "objetivo". Con estos cambios, las explicaciones y predicciones sociales de eventos típicos incorporarían la perspectiva subjetivista promovida por los austriacos, pero podrían ser evaluadas objetivamente en un sentido que place al enfoque empirista. El propósito de esta sección es examinar estas ideas en detalle.

Naturaleza y papel de lo "típico"

Antes que nada, debemos aclarar qué entiende Popper por eventos (resultados) singulares y típicos. En La lógica de la investigación científica distingue entre eventos y acontecimientos, y lo hace de la siguiente manera: "acontecimiento" es lo referido por todos aquellos enunciados singulares que son lógicamente equivalentes; "evento", en cambio, es empleado por Popper "para denotar lo que haya de típico o universal en un acontecimiento, o sea, lo que de un acontecimiento pueda describirse mediante nombres universales" (Popper 1971:85). Por ejemplo, los enunciados ‘acaba de volcarse aquí un vaso de agua’, ‘se ha volcado un vaso de agua el día 2-2-2004 a las 10 hrs. sobre la mesa de mi escritorio", etc., describen el mismo acontecimiento del evento ‘volcar un vaso de agua’.

Creemos que en MIT, cuando Popper se refiere a eventos singulares alude simplemente a acontecimientos (en el sentido de La lógica). Por ejemplo, el enunciado que anticipa la ocurrencia de un eclipse lunar o de la próxima alza en la tasa de desempleo en Western Ontario, afirma que un cierto evento acontece en una cierta región espacio-temporal. Por otra parte, cuando en su artículo alude a "eventos típicos", refiere a lo que en La Lógica designaba como "eventos"; por ejemplo, ocurrencias de eclipses lunares o incrementos en la tasa de desempleo. El mismo análisis es aplicable a las condiciones iniciales.

Según esta interpretación, para explicar o predecir el incremento de la tasa de desempleo en Western Ontario en un momento determinado, es seguramente necesario introducir información específica detallada de esa zona (la cual seguramente no se halla disponible de manera completa); para explicar una correlación general entre ciertas políticas públicas y un cierto cambio en la tasa de desempleo, en cambio, no es necesario incluir detalles de lugares o situaciones particulares. Las condiciones iniciales típicas, a diferencia de las singulares, no son expresadas mediante enunciados singulares: carecen de referencia a una región finita del espacio y el tiempo. Expresan eventos, en el sentido recién indicado. Al solo efecto de ilustrar y precisar en qué consiste el carácter típico de ambos componentes consideremos el siguiente modelo:

Qd = Qs

Qd = a – bP

Qs = -c + dP

Donde Qd y Qs, representan, respectivamente, la demanda y oferta agregada de un cierto bien, P a su precio, y a, b, c y d son parámetros. Además, a, b, c y d > 0. La primera es la condición de equilibrio y las dos ecuaciones restantes son de comportamiento. En este modelo, si, ceteris paribus, se produce un incremento de a, el nivel de equilibrio de la demanda también aumenta.

En mi interpretación, es a los parámetros del modelo y a las variables independientes, en este caso P, a lo que Popper llama "condiciones iniciales típicas". Son típicas porque no refieren a una industria o economía en particular. Por ello, los cambios en sus "valores" son simplemente postulados (no averiguados). El cambio en Q es lo que Popper llamaría, por razones idénticas a las anteriores, un "evento típico".

Con una vasta clase de modelos es posible repetir una y otra vez este procedimiento: se postulan cambios (cualitativos) en los "valores" de los parámetros o de las variables independientes, y se deduce un cierto movimiento o cambio (también cualitativo) en la variable dependiente. A partir de las condiciones iniciales típicas es posible entonces "predecir" el evento típico. Por ejemplo, mediante modelos de este tipo es posible predecir que si hay una intervención estatal fijando precios por encima de los de mercado, se producirá desabastecimiento y mercado negro (9). Para efectuar este ejercicio no hace falta disponer de información empírica puntual acerca de las condiciones iniciales concretas (ni disponer de leyes universales). Desde luego, el modelo es mucho más fuerte cuando se trata de explicar el movimiento de una variable, que cuando se desea predecirlo. Y por ello Popper insiste en que el propósito principal de la lógica de la situación es explicativo más que predictivo.

Si esto fuera todo, podría decirse que los eventos típicos de Popper se asemejan a lo que Rosenberg ha denominado "predicciones genéricas" (10). Sin embargo, aunque sus posiciones resulten semejantes (y parecen ser claramente compatibles en este punto), mi impresión es que Popper reclama algo más: el carácter "típico" del evento parece aludir a ciertos requisitos adicionales, de carácter no meramente lógico o semántico, sino empírico o pragmático, como su repetibilidad e importancia. Los resultados de una intervención estatal fijando precios por encima de los de mercado, no es un mero acontecimiento singular, un episodio cuya rareza atraería al historiador, sino un resultado reiterado y económicamente significativo. Nuestra conjetura es pues que ciertos fenómenos sociales recurrentes en las economías de mercado, como el surgimiento de un mercado negro o el desabastecimiento, son casos de eventos típicos. Asimismo, lo son ciertos patrones o tendencias -entendidas a la Bunge (1982:36) como "el aumento o disminución global del valor de alguna propiedad en el curso del tiempo"-, como ser, la variación en las cantidades demandadas o en los precios de un cierto bien. Los modelos de las ciencias sociales serían capaces de explicar y anticipar estos resultados.

Componentes de la lógica situacional

Hasta comienzos de los años setenta los metodólogos de la economía solo habían reparado en el Popper falsacionista. El pionero trabajo de Spiro Latsis (1972) llamó la atención sobre la existencia de la lógica situacional por ser el método sugerido por Popper como especialmente relevante para la teoría económica (11). Sin embargo, su "descubrimiento" pasó prácticamente inadvertido, al punto que trece años más tarde D. Wade Hands publicó un artículo titulado Karl Popper and Economic methodology, en el que enfatizó la relevancia de la lógica de la situación para la economía y que iba acompañado del sugestivo subtítulo A New Look.

Hands se muestra sumamente crítico de la posición falsacionista tradicional y deplora que los metódologos de la economía continúen pensando que es adecuada para la economía. Contra esta visión retoma el argumento de Latsis acerca de que hay en Popper otra manera de examinar a la economía, y que es esta perspectiva la empleada por el propio Popper en referencia a asuntos pertenecientes a las ciencias sociales. "El problema con esta visión falsacionista [que los metodólogos de la economía tienen] de Popper es que es inconsistente con lo que Popper y los filósofos de la ciencia popperianos han escrito acerca de la economía y otras ciencias sociales. En los pocos lugares en que Popper refiere directamente a la economía, casi nunca discute su enfoque falsacionista de las ciencias naturales. Por el contrario, la economía es discutida en el contexto del ‘análisis situacional’ o ‘lógica situacional’, su enfoque para la explicación histórica o social" (Hands 1985:84).

Aunque entre 1972 y 1985 han sido publicados numerosos artículos llamando de un modo u otro la atención acerca del modelo popperiano para las ciencias sociales, el tema no se había instalado todavía, al punto que aun se justificaba presentarlo como una nueva perspectiva. Recientemente, esta propuesta ha excitado la imaginación de los científicos sociales, lo que motivó en 1997 la realización de un workshop sobre "El análisis situacional de Popper y las ciencias sociales" en la ciudad de Viena (12). Para exponer sus ideas principales al respecto conviene comenzar con un ejemplo que él mismo propone.

Richard es un peatón que desea tomar un tren y en su apuro debe cruzar una calle con intenso tránsito. Supongamos que deseamos explicar sus movimientos erráticos al cruzar la calle. ¿Cuáles son los elementos de la situación que debemos tomar en cuenta para ello? En primer lugar, están aquellos que oponen límites físicos al movimiento de Richard (autos estacionados y en tránsito, otros peatones, etc.). Pero otros elementos deben ser incorporados a la situación si se desea explicar su comportamiento. De una parte, desempeñan un papel importante ciertas instituciones sociales: reglas de tránsito, regulaciones policiales, sendas peatonales, etc. De otra parte, debemos atribuir a Richard ciertos fines (por ejemplo, cruzar rápidamente la calle y sin correr riesgos), y cierto conocimiento de los elementos de la situación (por ejemplo, el significado de las luces del semáforo). Una vez especificada la situación (los límites que enfrenta Richard y su dotación de conocimientos y objetivos), es posible entender (y en consecuencia explicar) por qué Richard se adelanta ahora, pero luego retrocede, espera, vuelve a dar un paso al frente, etc. Sin embargo, Richard es capaz de hacer todo esto porque su comportamiento es el apropiado a la situación en que se encuentra. Y nosotros, espectadores, somos capaces de comprender lo que hace porque asumimos que efectivamente lo es (13).

Ya expusimos las dificultades que afrontan las ciencias sociales para predecir o explicar sobre la base de leyes y condiciones iniciales. Aunque la no disponibilidad de estos recursos es perfectamente compatible con el individualismo metodológico que Popper exige para los modelos sociales y su defensa de la libertad de elección de parte de los agentes, amenaza con transformar a las explicaciones sociales en meros "racontos", carentes de toda determinación, lo que es sin duda un problema serio. Precisamente, desde la óptica de Popper, una de la ventajas del modelo nomológico deductivo de explicación sobre el estadístico inductivo reside en que el primero de ellos arroja resultados determinados. Y ello se debe a la disponibilidad de leyes universales y condiciones iniciales apropiadas en el explanans. ¿Cómo conservar, pues, la determinación de los resultados si se carece de estos elementos? La solución ofrecida por Popper es la construcción de situaciones lo suficientemente constrictivas como para asegurar que en tal "escenario" los agentes se vean compelidos a actuar de una manera bien determinada, comprensible y hasta cierto punto previsible (14). Esto es efectivamente lo que ocurre en el ejemplo del peatón que cruza la calle: una vez especificados suficientemente sus objetivos y creencias, y la naturaleza de los obstáculos que configuran su entorno, estamos en condiciones de percibir que Richard "elige" efectuar aquellos movimientos que (en general) nos resultan comprensibles y que somos capaces de anticipar.

Las explicaciones de eventos sociales típicos contienen pues los siguientes elementos:

a) uno o más individuos, que son los agentes o actores sociales cuya acción se desea explicar (15);

b) la atribución a dichos agentes de información y objetivos;

c) la presencia de límites u obstáculos físicos e institucionales;

d) la asunción de que el agente se comporta apropiadamente a las circunstancias descritas en (b) y (c).

Modelo o situación social

Los ítems (b) y (c) conforman lo que Popper llama la "situación social" o el modelo en sentido estricto. Como dice Popper, "el análisis situacional comprenderá algunos objetos físicos y algunos de sus propiedades y estados, algunas instituciones sociales y algunas de sus propiedades, algunos fines y algunos elementos de conocimiento [del agente]" (Popper 1996:168). El ítem (c) no presenta dificultades especiales, aunque es importante resaltar tres aspectos vinculados a él. En primer lugar, su especificación depende de la especificación de (b): lo que se identifique en la descripción como un obstáculo para el agente depende de los fines que se le atribuyan. En segundo lugar, Popper cree que en la explicación del comportamiento humano el factor institucional gravita en mayor medida que el estrictamente físico. Por último, aunque ha sido indicado, es importante subrayar que los elementos de la situación operan respecto del agente como obstáculos interpuestos entre él y el objetivo que procura alcanzar. Análogamente a su interpretación de las leyes como prohibiciones, Popper traza un retrato meramente negativo de las instituciones. En su visión, las leyes y las convenciones tienen como función principal o exclusiva señalar o imponer límites.

La interpretación de (b) es bastante más problemática. Es, además, de importancia crucial, porque en ella reside el aspecto fundamental de la defensa popperiana del carácter objetivo de la lógica situacional. Es en referencia a este punto que Popper deberá mostrar que es posible un análisis objetivo de la subjetividad y especificar la naturaleza del mismo. Como Popper no brinda la misma descripción en todos aquellos lugares en que se ha ocupado del asunto, es posible identificar al menos dos versiones importantes al respecto. La primera es la que prevalece en textos como Miseria del Historicismo y La Sociedad Abierta y sus Enemigos, en los que rechaza de plano dos versiones diferentes de "psicologismo". En primer lugar, una concepción fuerte, reduccionista, que alienta el programa de explicar todos los fenómenos y regularidades sociales en términos de factores psicológicos exclusivamente (o, como suele decirse, en términos de la "naturaleza humana") (16). Popper toma distancia de la tesis psicologista fuerte aduciendo lo absurdo de una naturaleza "humana" o "psicológica" pre-social (17). En segundo lugar, lo que es más importante en el marco de este trabajo, también rechaza una versión moderada del psicologismo, que aunque no propugne un programa reduccionista, insiste, sin embargo, en el papel preponderante de los factores psicológicos en las explicaciones de las ciencias sociales. Contra esta postura, algo más débil, Popper ofrece dos argumentos, a los que podríamos llamar, respectivamente, preeminencia de la situación y trivialidad de las hipótesis psicológicas.

En el primero se sostiene que la situación, entendida esta vez en el sentido estricto de entorno físico e institucional, y no los rasgos psicológicos de los agentes, la que lleva el "peso" principal en las explicaciones sociales: "Prosiguiendo nuestro argumento contra el psicologismo, podemos decir que nuestras acciones son explicables, en considerable medida, en función de la situación en que se produce" (Popper 1992:282) (18).

El segundo argumento es más complejo y requiere un análisis más detallado. En lo que representa un bosquejo anticipatorio del ejemplo del peatón ya mencionado, Popper reconoce en La Sociedad Abierta que aunque la situación social es fundamental para la explicación de su comportamiento es, sin embargo, insuficiente para ello. Las acciones humanas "nunca pueden explicarse totalmente en función exclusiva de la situación; la explicación, por ejemplo, de la forma en que un hombre esquiva, al cruzar la calle, los autos que pasan a su alrededor, puede trasponer los límites de la situación remitiéndose a sus motivos, al ‘instinto’ de conservación o al deseo de evitar un dolor, etc." (Popper 1992:282; destacado por mí).

Esta precisión es interesante porque muestra que en su Sociedad Abierta el rechazo del psicologismo no implica el rechazo per se de la presencia de hipótesis psicológicas en la explicación del comportamiento humano. En el mismo texto, pero en otro contexto argumentativo -sosteniendo la existencia de consecuencias imprevistas de nuestras acciones-, defiende aun más claramente una idea semejante. Una persona que compra una casa no se propone elevar el precio de mercado de este tipo de bienes, pero aporta (involuntariamente) a este resultado. Sin embargo, este resultado no buscado puede ser explicado invocando "el conocimiento, por parte de los vendedores, de la presencia del comprador en el mercado y su esperanza de obtener un precio mayor -en otras palabras, factores psicológicos" (Popper 1992:281; el último destacado me pertenece).

Pero esta concesión parece haberlo incomodado. Obligado a asignar al aspecto psicológico algún papel en la explicación, Popper procura al menos minimizar su importancia. Por ello sostiene que la "parte ‘psicológica’ de la explicación suele ser trivial si se la compara con la detallada determinación de su acción por parte de lo que podría llamarse la lógica de la situación" (Popper 1992:282; destacado en el original). Debe advertirse que el que se las declare triviales no desmerece en absoluto su papel lógico, absolutamente necesario, en la explicación. Por el contrario, parece indicar que se las asume como ciertas y que han sido "validadas" mediante algún procedimiento aceptable, aunque quizás lo suficientemente sencillo y conocido como para que se justifique el calificativo. Naturalmente, las hipótesis psicológicas deben ser contrastadas, como cualquier hipótesis, mediante el método científico (19).

En suma, en sus primeros pronunciamientos -Miseria y Sociedad Abierta- Popper rechaza la versión psicologista débil en dos pasos: introduciendo un énfasis opuesto en la situación, y sosteniendo el papel secundario y trivial de lo psicológico. Pero no llega al extremo de adoptar una posición contraria a la inclusión de factores psicológicos en la explicación, sino que se limita a redimensionar los énfasis: el aspecto psicológico, aunque desempeña un papel lógico necesario, es secundario y hasta trivial. Lo único verdaderamente importante e informativo, es la investigación de la situación.

En MIT Popper adopta una posición mucho más dura y parece interpretar que la mera presencia de hipótesis o suposiciones psicológicas es condición suficiente para que una explicación sea calificada de psicologista. Los estados mentales "reales" del agente son considerados "irrelevantes para resolver nuestro problema particular" consistente en explicar su comportamiento (Popper 1996:168). Por ello, al atribuir determinada información u objetivos al sujeto cuyo comportamiento se desea explicar, no debe entenderse que dichas atribuciones consisten en suposiciones o hipótesis psicológicas. Popper propone que se las trate "como elementos de la situación social objetiva" (Popper 1996:167). De hecho, en referencia a su ejemplo del peatón, señala que "hemos reemplazado las experiencias psicológicas de Richard, conscientes o inconscientes, por algunos elementos de la situación abstractos y típicos, a los que referimos como ‘fines’ y ‘conocimiento’" (Popper 1996:169). Esta postura termina con la tibia complacencia presente en Miseria y en La Sociedad Abierta: las hipótesis psicológicas ya no son admitidas en las explicaciones sociales, ni siquiera como complemento de la situación social (20). Por ende, aunque fuéramos capaces de averiguar los "estados mentales" de un sujeto, éstos no serían necesarios para explicar su conducta. "Objetivar" dichos estados es su manera de lidiar con el subjetivismo.

El principio de racionalidad

En las ciencias naturales, según Popper, una vez especificadas las categorías fundamentales que constituyen la "situación" física, química, etc., es necesario incorporar leyes que las conecten de modos específicos para dar cuenta de sus comportamientos. En ciencias sociales, en cambio, sostiene que junto al modelo es necesario postular la racionalidad de los agentes. Plantea que es la presunción de racionalidad de los agentes (y sólo ella) la que permite "animar" la situación social (21). La interpretación más plausible de su postura, sugerida incluso por expresiones del propio Popper, es que las leyes presentes en los modelos de las ciencias naturales, pueden ser sustituidas en las ciencias sociales por la asunción de la racionalidad de los agentes. Efectivamente, Popper declara que "...el principio de racionalidad (....) en las ciencias sociales desempeña un papel de alguna manera análogo al de las leyes universales de las ciencias naturales..." (Popper 1996:173) (22).

Esta interpretación no es completamente satisfactoria, debido a sus ya mencionadas alusiones acerca de la existencia de leyes sociológicas, pero concuerda bastante bien con muchas de las declaraciones de Popper en circunstancias de especificar los rasgos distintivos de su lógica situacional. Coincide, además, con la interpretación de algunos de sus más destacados analistas:

"En muchas explicaciones de las ciencias naturales, el explanans consiste en sentencias que describen condiciones iniciales típicas y una o más leyes universales. En las explicaciones de las ciencias sociales, los estados de conocimiento u objetivos serán las condiciones iniciales típicas. En lugar de la ley universal está el principio de racionalidad" (Caldwell 1991:14; destacado por mí) (23). Más recientemente, el editor de The Myth of the Framework expresa una opinión coincidente con la anterior, al sostener que "sabemos que el principio de racionalidad es empíricamente falso, pero lo usamos porque nos provee de una ley general que nos permite, en conjunción con un modelo de condiciones iniciales, deducir qué sería razonable hacer en una situación social dada" (Notturno 1998:419) (24).

Supongamos, pues, que se hallara acreditado que la lógica situacional prescinde de leyes, a las que sustituye por el principio de racionalidad. Esto aclararía la función que se asigna al principio, pero no su estatuto epistemológico ni la manera concreta en que el principio desempeña el papel que se le confía. Es necesario examinar ambos aspectos.

Antes que nada es importante precisar el contenido del principio. Popper ofrece no una, sino dos versiones básicas del principio de racionalidad. En una primera formulación, sostiene que "el punto central del análisis situacional es [...] el supuesto de que las diferentes personas o agentes involucrados actúan adecuadamente, o apropiadamente; es decir, de acuerdo a la situación" (Popper 1996:169, destacado por Popper). Pero también declara que el principio de racionalidad "es un principio mínimo (dado que asume no más que la adecuación de nuestras acciones a nuestras situaciones problemáticas tal como nosotros las vemos)" (Popper 1996:178; destacado por mí).

Ambas formulaciones son muy diferentes. La segunda incluye a la primera como un caso particular -aquel en que la apreciación (subjetiva) del sujeto coincide con la "realidad". Es esta interpretación de la racionalidad, claramente subjetivista, la que se requiere en la lógica situacional, y es la que permite al principio desempeñar su papel heurístico en caso de que el modelo no cuente con respaldo empírico. En consecuencia, asumiremos que es ella quien expresa su contenido.

Algunos autores, han expresado -con razón- dudas respecto del estatuto epistemológico del principio. En primer lugar, Popper se expresa confusamente respecto a qué tipo de entidad (lingüística) es el principio de racionalidad. En ocasiones se refiere a él como a un "postulado metodológico", pero luego aclara explícitamente que no debe interpretárselo de esta manera, sino que debe concebírselo como una "conjetura empírica" (25). Aunque así fuera, esta "conjetura’ es bastante problemática en el marco de la filosofía de la ciencia popperiana: es considerada sucesivamente como "falsa" y "aproximadamente verdadera". Parece poco probable que exista alguna interpretación de estas expresiones que resulte unificadora y consistente.

En segundo lugar, Popper asigna al principio de racionalidad un estatuto especial, ya que -más allá de la pluralidad de calificaciones precedentes- pone un énfasis especial en considerarlo infalsable. Esto representa un cambio drástico respecto de su postura tradicional, según la cual todos aquellos enunciados componentes de las teorías y que no pertenecen a la lógica o la matemática, son hipótesis susceptibles de testeo empírico. Popper se ha distinguido por exigir a las teorías científicas que sean falsables y a los científicos que no empleen estrategias inmunizantes para conservar teorías que han sido halladas falsas. El "juego crítico" de la ciencia requiere de esa propiedad objetiva de las teorías y de esa conducta de parte de los científicos. Pero el principio de racionalidad no cumple con la primera condición (y, por ello debería ser desechado, según sus propios criterios). Empeorando las cosas, Popper ha declarado en ese mismo artículo que dicha conjetura, es en rigor falsa y, por ende, debería ser desechada. Sin embargo, recomienda que se lo conserve en cualquier circunstancia, lo que alienta un tipo de conducta que ha sido expresamente prohibida por él mismo. En consecuencia, no todas las hipótesis de las ciencias sociales son consideradas en pie de igualdad: una de ellas es merecedora de un trato especial. Sus criterios de cientificidad (falsabilidad) y rechazo (las teorías falsadas deben ser abandonadas) no se aplican en este (único) caso.

¿Qué decir de estas críticas? Algunas de ellas son certeras o contienen algún grano de verdad. Es cierto que Popper se muestra confuso respecto del estatus del Principio de Racionalidad y que su decisión de considerarlo infalsable es incompatible con su concepción falsacionista de la ciencia. Sin embargo, no parecen ser críticas decisivas, al punto de poner en peligro su defensa de la objetividad de los modelos sociales. En primer lugar, aunque Popper no puede negar la inconsistencia entre su concepción general de la ciencia y el principio de racionalidad, puede defender su postura del cargo de "incoherencia" de dos maneras: a) minimizando su significación, con el argumento de que el conflicto se halla extremadamente acotado en torno a un único enunciado; b) defendiendo la conveniencia del régimen de excepción que beneficia al principio de racionalidad alegando razones estratégicas de mayor alcance. El segundo argumento es sin duda el más importante y respecto a él Popper ofrece una respuesta más articulada. En efecto, sostiene que "es una buena política, un buen artificio metodológico, abstenernos de culpar al principio de racionalidad por el derrumbe de nuestra teoría" (Popper 1996:177). Popper expone tres razones de peso en apoyo de este comportamiento, las cuales son independientes pero se hallan vinculadas entre sí:

a) En ciencias sociales, todos los modelos incluyen el principio de racionalidad, por lo cual si uno de ellos ha de ser abandonado por este motivo, lo mismo ha de hacerse con el resto. El principio de racionalidad no permite discriminar entre ellos.

b) La adopción del principio de racionalidad "reduce considerablemente la arbitrariedad de nuestros modelos; una arbitrariedad que se convierte en verdadero capricho si tratamos de proceder sin este principio" (Popper 1996:178). Popper se refiere a que en caso de evidencia desfavorable, el principio de racionalidad proporciona una guía para la modificación del modelo.

c) Pero, sin duda, el argumento más importante es que en caso de que la evidencia resulte adversa "aprendemos más si [en vez de abandonar el principio] culpamos a nuestro modelo situacional" (Popper 1996:177). Esta decisión permite ampliar en mayor medida nuestro conocimiento, ya que "nuestro modelo es mucho más interesante e informativo, y mucho más testeable que el principio de la adecuación de nuestras acciones" (Popper 1996:178). Considerar inimputable al principio de racionalidad permite maximizar el contenido informativo y la testeabilidad de nuestras teorías. Si se tiene preferencia por la testabilidad, como promueve la visión popperiana del conocimiento, se debe aplicar un régimen de excepción al principio de racionalidad y exculparlo de todo fallo adverso de la evidencia.

A decir verdad, Popper está tan convencido de la validez de estas razones que no parece advertir incompatibilidad alguna entre la lógica de la situación y su defensa del monismo metodológico. Por el contrario, como él mismo señala, las hipótesis que forman parte de la situación deben ser debidamente corroboradas, al igual que cualquier otra hipótesis. Y, naturalmente, en este tratamiento están comprendidas las hipótesis acerca de los fines y el conocimiento de los agentes incorporados al modelo. Esto explica que Popper crea que ha desarrollado un método objetivo para la explicación del comportamiento subjetivo. Y por ello señala que "la diferencia principal entre el método de re-creación [del ‘pensamiento’ del agente] de Collingwood y mi método del análisis situacional es que el de Collingwood es un método subjetivista, mientras que el que yo defiendo es objetivista" (Popper 1996:147; destacado por Popper). La objetividad de la investigación social debe ser preservada (y perseguida) con los mismos procedimientos que se aplican en otros ámbitos del conocimiento (26).

Conclusiones

Estamos ahora en condiciones de extraer algunas consecuencias generales de nuestra exposición. Popper considera que en el ámbito social resulta imposible abordar científicamente problemas concernientes a acontecimientos (eventos singulares). Las ciencias sociales podrían, en cambio, explicar o predecir lo que denomina tipos de eventos. Para ello no es necesario disponer de leyes sociales (basta con el principio de racionalidad) y tampoco se requiere la especificación de condiciones iniciales singulares (sólo se necesitan las "típicas"). Si se dispusiera de leyes sociales o económicas genuinas y se pudieran describir las condiciones iniciales pertinentes, podrían sin duda obtenerse predicciones singulares del tipo de las obtenibles en las ciencias duras. Pero Popper parece creer que ello no es posible. De esta manera, todo un ámbito de problemas (y fenómenos) sociales quedan fuera de la consideración científica. Ello no significa que sea imposible hablar acerca de ellos, pero no puede hacérselo con los procedimientos típicos de la ciencia. De hecho, los historicistas profetizan estados futuros, pero como carecen de leyes históricas (por que no las hay) emplean tendencias, y en vez de deducir predicciones obtienen sus resultados mediante simple extrapolación o inducción. La Miseria del Historicismo está dedicada a mostrar que este procedimiento no es el de la ciencia.

Lo trágico es que el ámbito de problemas sociales que Popper sustrae al tratamiento científico no atrae sólo a historicistas, futurólogos y vendedores de horóscopos, sino a los propios economistas -algunos de ellos, como hemos visto, popperianos "de fierro"- con orientación aplicada o tecnológica, que reivindican la necesidad de obtener ciertas predicciones singulares, tales como la magnitud en que se incrementará el desempleo si se aplican determinadas políticas y en qué momento se sentirán sus efectos con mayor intensidad. Los economistas quieren poder anticipar en cuánto exactamente se habrá de incrementar el producto nacional o cuál será la tasa inflacionaria en los próximos seis meses. Para resolver estos problemas deben apelar a tendencias construidas estadísticamente y a proyecciones. Igual que los historicistas (con la salvedad, no relevante en este contexto, de alcance y plazos).

El desacuerdo manifestado por Hutchison respecto a la aplicabilidad del método hipotético deductivo en economía, puede ser considerado -si se me permite una pizca de neopositivismo- más un desacuerdo en las emociones que en los hechos. Porque Popper sin duda acordaría en que el método de la ciencia no es aplicable a la clase de problemas en que se interesa Hutchison (cuya importancia práctica es innegable), y también en que si uno insiste en abordarlos debe recurrir al empleo de enunciados tendenciales e inferencias inductivas. La diferencia parece estribar en que Hutchison no se resigna a sustraer tales problemas a la consideración científica, en tanto que Popper parece haber asumido la contrariedad con entereza.

Sin embargo, Popper no deja a los economistas con las manos vacías: cree que aunque no pueda asignarse a las ciencias sociales o a la economía la tarea de predecir o explicar eventos singulares, ello no implica que sea incapaz de predecir en absoluto; y mucho menos que no pueda desempeñar una función práctica, como guía en el diseño de políticas económicas. La tarea de las ciencias sociales es averiguar las consecuencias inesperadas (y no deseadas) de nuestras acciones. Y para ello considera suficiente contar con predicciones de tipos de eventos, tarea que la economía puede realizar perfectamente con sus modelos. Sin duda, no es todo lo que los economistas quisieran, pero es lo único que puede hacerse si se insiste en utilizar en las ciencias sociales procedimientos estrictamente deductivos.

Como resultará evidente a esta altura de la exposición, Popper comparte en buena medida el pensamiento y el espíritu de la escuela austriaca de economía (27). Es realmente curioso que en tanto Mises se oponía al desembarco del método popperiano en las ciencias humanas (por creer que era el mismo que el propuesto para las ciencias naturales) (28) y Hayek, en una actitud opuesta, se esforzaba por mostrar que la teoría económica podía conformarse en lo esencial a la prescripción popperiana para la ciencia (aun manteniendo importantes diferencias con ella), Popper realizaba un movimiento en sentido exactamente contrario, de acercamiento al subjetivismo. El principio de racionalidad, como principio de animación de los modelos sociales, se parece mucho al axioma de la acción humana de Mises, salvo en su naturaleza epistémica. Por otra parte, Popper acepta que la explicación social (la explicación de la conducta humana en cuanto ser social) debe permitir comprender dicha conducta. Y en esta función deben desempeñar un papel central el conocimiento y los fines de los individuos. Por ello, aunque rechazó la visión estrictamente subjetivista de la acción, Popper mantuvo el espíritu de esta postura y procuró edificar en su lugar una teoría del comportamiento individual que fuera controlable empíricamente. Dicho más sucintamente, intento construir una teoría objetiva de la subjetividad.

Existe, sin embargo, una diferencia importante entre Popper y los austriacos -especialmente con Hayek- acerca de cómo conciben el subjetivismo; o, más precisamente, respecto al contenido y al estatuto epistemológico de los estados mentales imputados a los agentes en la explicación o predicción de sus comportamientos. Aunque las creencias y deseos que el observador (el teórico) atribuye a los agentes son para ambos imputaciones, la imputación parece ser entendida de diferente manera por uno y otro: en tanto que Hayek piensa que para explicar el comportamiento humano se debe atribuir al agente sus propias creencias y fines, Popper, considera que el contenido de las hipótesis referentes a fines y conocimiento no intenta describir los estados de conciencia que el agente realmente tiene, sino lo que es razonable atribuirle dada la situación en que se encuentra. En su visión, el teórico imputa al agente el conocimiento apropiado a la situación que ha decidido reconstruir, y esta propiedad es completamente independiente de que el agente posea o no esos estados de conciencia. Por ello puede afirmar que los estados mentales del propio agente son irrelevantes.

Por otra parte, también diferían en el estatuto epistemológico del componente "subjetivo" (Popper jamás hubiera aceptado este término) de la situación. Hayek creía que la imputación se fundaba en algún tipo de conocimiento de parte del observador, que precedía a la experiencia y, en tal sentido, era a-priori. Popper nunca aceptó esta alternativa, ni siquiera con respecto al principio de racionalidad, del que enfatiza su carácter de hipótesis empírica. En Mises, en cambio, al igual que en misianos posteriores, como Rothbard y Hoppe, el Principio de la acción humana es válido a-priori.

La propuesta popperiana, sin embargo, no es suficientemente clara y afronta al menos dos dificultades serias. La primera tiene que ver con el tema favorito de Popper: la testabilidad. Si, como sostiene Popper, se trata de genuinas hipótesis empíricas, deben ser testadas. Es necesario pues determinar cuál es su contenido. Popper descarta que se trate de hipótesis psicológicas y ello parece darle algún rédito inmediato, ya que de este modo se elude la necesidad de averiguar si el agente tiene efectivamente esos fines y creencias, lo que podría ser extremadamente dificultoso dada la escasa testabilidad de las hipótesis psicológicas. Pero, entonces, ¿Qué es exactamente lo que afirman? Si, por ejemplo, no afirman cosas tales como que Richard cree que un auto se le viene encima, ¿qué es lo que afirman? Si, como parece plausible, fueran un mero artilugio del observador para mostrar que atribuyéndole al agente esos estados mentales puede hacer inteligible para sí mismo la conducta del agente, esta interpretación lo aproxima a la visión instrumentalista que Popper rechazó para las ciencias naturales. Y, además, presupone un sentido de inteligir y comprender muy devaluado; sería mejor si se dijera simplemente que postulando cierta configuración de estados mentales en el agente uno puede, hasta cierto punto, anticipar su comportamiento, o, a lo sumo, lograr que bajo dicha imputación sus acciones se vuelvan familiares para nosotros. Es lo que hacen aquellos historiadores de la economía que aplican retrospectivamente y sin limitaciones la noción moderna de racionalidad desde finales de la Edad Media en adelante (Véase North y Thomas 1991). O, para tomar una actividad diferente, lo que hacen las reconstrucciones racionales de la historia de la ciencia de cuño lakatosiano: en la medida en que en la secuencia narrada emerja un patrón aceptable para nosotros, los episodios enumerados se consideran explicados (29).

Una segunda dificultad, que permite visualizar mejor las diferencias entre Popper y Hayek, se plantea por la necesidad de elegir el contexto de significaciones que se considera apropiado para explicar y comprender el comportamiento de los agentes. Esta dificultad no se presenta en la explicación de fenómenos físicos, en los cuales hay un único contexto explicativo relevante: el de quien explica. En la explicación de acciones sociales, en cambio, hay dos contextos relevantes: el de quien explica y aquel en que se desempeña el agente cuya acción debe ser explicada. Los historiadores han optado generalmente por el del propio agente. En esto consiste la historia de las mentalidades de la escuela de los Annales. Pero hay un sentido diferente al indicado, en que comprender lo que hace X es expresarlo de modo que resulte comprensible para nosotros. Dicho de otra manera, quien explica el comportamiento de X, lo hace para una audiencia Z. Como X y la audiencia pueden emplear diferentes significaciones (pertenecer a culturas diferentes), explicar el comportamiento de X puede consistir en expresar las significaciones de X en términos de las de la audiencia.

Decidir qué contexto seleccionar es un serio problema, porque la idea intuitiva de explicar una acción, involucra ambos contextos, y no es fácil concebir cómo conciliarlos. El propio Kuhn, en cuanto historiador de la ciencia, ha sufrido el problema en carne propia, y su tesis de la inconmensurabilidad de los paradigmas refleja esta dificultad para "habitar" dos mundos de significaciones diferentes. Hayek y Popper parecen haber efectuado elecciones diferentes al respecto: en tanto que aquél -en un espíritu más cercano al del humanista y el historiador- privilegia en la explicación el contexto del propio agente, Popper -en un espíritu más afín al del físico y el científico natural- privilegia el del teórico. Este es otro aspecto de su intento de construir una teoría objetiva de la subjetividad.

Notas

(1) El estudio clásico de este problema se encuentra en Hausman, D. (1992).

(2) "Desde las pretensiones de los 'Clásicos' Ingleses respecto de las 'Leyes de la Economía Política', ha sido crecientemente reconocido por los economistas, especialmente desde mediados de este siglo (se refiere al XX, GM), que hay muy pocas; y seguramente ningún enunciado en economía o en las ciencias sociales deba ser dignificado con el título de 'ley' -y, ciertamente, no en el sentido en que el término es usado en física" (Hutchison 1994:30).

(3) "...la economía es una ciencia aspecto: describe un aspecto de los eventos y cuando es usada debe ser suplementada por otro conocimiento (que es igualmente inadecuado). En la medida en que hay disponibles hipótesis económicas suplementarias, carecen de parámetros numéricos con que puedan ser calculados los resultados" (Klant 1994:32). Por otra parte, en un señalamiento que es relevante para la apreciación del carácter de las condiciones iniciales e hipótesis auxiliares empleadas en economía, Hands (1993:63) ha indicado que algunos de los supuestos de la teoría microeconómica son reconocidamente falsos (infinita divisibilidad de los bienes), otros lógicamente infalsables (retornos decrecientes) o prácticamente infalsables (completitud de las preferencias). Este es un aspecto del problema más general conocido en la literatura como el referente al realismo de los supuestos.

(4) "lo que se usa y tiene que usarse para propósitos de predicción son los rumbos, tendencias o patrones, expresados en generalizaciones empíricas o históricas de validez menos que universal, restringidas por límites locales y temporales" (Hutchison 1979:26).

(5) "Mis concepciones acerca de la metodología de las ciencias sociales son el resultado de mi admiración por la teoría económica: comencé a desarrollarlas, hace unos veinticinco años [es decir, hacia principios de los ’40; G.M.], tratando de generalizar el método de la economía teórica" (Popper 1996:154).

(6) Popper sostiene que, junto a la existencia de "uniformidades de nuestra vida social" -es decir, normas y reglas-, "existen también importantes leyes naturales de la vida social; para éstas, parece apropiada la designación de leyes sociológicas". Por ello, existe "una semejanza realmente fundamental entre las ciencias sociales y las naturales. Me refiero a la existencia de leyes o hipótesis sociológicas, que son análogas a las leyes o hipótesis de las ciencias naturales". Tales leyes son del tipo de "no se puede introducir aranceles sobre productos agrícolas y al mismo tiempo reducir el costo de vida", o "no puede haber pleno empleo sin inflación" (Popper 1981:75 y 76).

(7) Desde luego, el fracaso el elucidar la existencia y naturaleza de las (supuestas) leyes sociales no es imputable exclusivamente a Popper, ya que se trata de un auténtico problema de difícil solución.

(8) "Mientras que las explicaciones o predicciones de la primera clase –esto es, explicaciones o predicciones de eventos singulares- operan con leyes universales y condiciones iniciales, las explicaciones y predicciones de la segunda clase –es decir, aquellas que explican y predicen eventos típicos- operan con modelos, los cuales representan algo similar a condiciones iniciales típicas" (Popper 1996:164).

(9) "así como el físico nos enseña que en determinadas condiciones físicas una caldera estalla, así también podemos aprender del economista que en ciertas condiciones sociales -tales como la escasez de mercadería, el control de precios y, digamos, la ausencia de un efectivo sistema punitivo- surgirá un mercado negro" (Popper 1967:390).

(10) "Por predicciones genéricas entiendo predicciones de la existencia de un fenómeno, proceso o entidad, en cuanto opuesto a predicciones específicas acerca de su carácter detallado" (Rosenberg 1992:69).

(11) En realidad, Latsis lo llama "determinismo situacional" y carga las tintas sobre la aplicación que del mismo hace Lakatos.

(12) Algunos de los trabajos leídos en esa oportunidad fueron publicados en Philosophy of the Social Sciences, volume 28, No. 3, September 1998.

(13) Resulta significativo para las conclusiones a que arribaremos más adelante, que este argumento fue anticipado por Hayek: "si, por ejemplo, vemos a una persona cruzar una calle llena de tráfico, eludiendo algunos autos y deteniéndose para dejar pasar a otros, sabemos (o creemos que sabemos) mucho más de lo que percibimos realmente con nuestros ojos" (Hayek 1996a:63-64). Hayek expone luego su tesis de que imputamos a los agentes conocimiento y fines usando nuestra mente como una analogía. El texto original fue leído el 19 de noviembre de 1942 en el Cambridge University Moral Science Club. La Sociedad Abierta y sus Enemigos, en la que aparecen reflexiones semejantes acerca del peatón, fue publicada recién en 1945 y el artículo extenso en el que se expone este argumento fue leído por primera vez en febrero de 1963.

(14) "una vez que hemos construido nuestro modelo de la situación, asumimos no más que los actores actúan dentro de los términos del modelo, o que ellos 'realizan' (work out) lo que estaba implícito en la situación. Incidentalmente, esto es a lo que intenta aludir el término 'lógica situacional'" (Popper 1996:169).

(15) (a) está exigido por su adhesión al individualismo metodológico. No serán aceptables, pues, la mención de agentes supraindividuales, como los pueblos, las clases sociales, las razas o los espíritus de época. Es importante resaltar ahora algo que será evidente más adelante y es que el individualismo metodológico, tal como lo entiende Popper, no es incompatible con la existencia de instituciones (o incluso la preeminencia de lo social). Por el contrario, "el individualismo metodológico es el punto de vista que sólo permite a los individuos ser quienes toman las decisiones en toda explicación de fenómenos sociales. Es decir, el individualismo metodológico no acepta explicaciones que involucren tomadores de decisiones no individualistas, como ser instituciones, el clima o el destino histórico" (Boland 1997:169).

(16) Esto es lo que Popper denomina "la tesis principal del psicologismo", es decir "la teoría de que siendo la sociedad el producto de las mentes interactuantes, las leyes sociales deben ser reducibles, en última instancia, a leyes psicológicas, puesto que los sucesos de la vida social, incluyendo sus convenciones, deben ser el producto de causas provenientes de las mentes de los hombres individuales" (Popper 1992:276).

(17) Considera inaceptable a esta tesis porque es falsa desde el punto de vista histórico y metodológico. Es históricamente falsa porque "existen todas las razones para creer que los hombres, o mejor dicho, sus antepasados, fueron sociales antes de ser humanos (teniendo en cuenta, por ejemplo, que el idioma presupone una sociedad). Pero esto significa que las instituciones sociales y, con ellas, las uniformidades sociales típicas o leyes sociológicas deben haber existido con anterioridad a lo que alguna gente parece complacerse en llamar ‘naturaleza humana’ y a la psicología humana" (Popper 1992:278). Esto explica también que el psicologismo sea un "mito metodológico": "Si hemos de intentar reducción alguna, será más conveniente, por lo tanto, tratar de efectuar la reducción o interpretación de la psicología en función de la sociología, que a la inversa" (Popper 1992:278). Aunque cabe señalar que Popper no propone un reduccionismo de signo inverso.

(18) Esta postura se mantiene en escritos posteriores, que son más explícitos al respecto: "En mi opinión la idea de una situación social es la categoría fundamental de la metodología de las ciencias sociales. Estaría incluso inclinado a decir que casi todo problema de explicación en las ciencias sociales requiere un análisis de una situación social" (Popper 1996:166). Sostiene, en consecuencia, "el postulado metodológico de que debemos concentrar todo nuestro esfuerzo teórico, toda nuestra teoría explicativa, en un análisis de la situación -en el modelo" (Popper 1996:169). Haber enfatizado la prioridad histórica y metodológica de lo social sobre lo psicológico, instaurando de esta manera las bases de una concepción autónoma de la sociología como ciencia, es probablemente lo que Popper más aprecia de Marx, y la tesis de éste que en mayor medida ha influenciado su concepción de las ciencias sociales. Debe advertirse que Popper no ve incompatibilidad alguna entre esta postura y el individualismo metodológico: para ello distingue cuidadosamente entre el "método individualista" y el "método psicológico". Mill ha tenido razón al defender el primero, pero se ha equivocado al creer, erróneamente, que ello implicaba la defensa del segundo. Marx, en cambio, ha rechazado correctamente el segundo, pero se ha equivocado al desprenderse también del primero (creyendo quizás, como Mill, que ambos "métodos" se hallaban ligados). Popper sostiene, contra ambos, que los dos métodos son independientes y que el primero, pero no el segundo, es el requerido para las ciencias sociales.

(19) "Cabe agregar aquí una observación con respecto al tan repetido aserto de que las ciencias sociales operan con un método diferente del de las ciencias naturales, en la medida en que conocemos los ‘átomos sociales’ -es decir, nosotros mismos- por vía directa, en tanto que nuestro conocimiento de los átomos físicos sólo es hipotético. Se concluye de aquí frecuentemente (...) que el método de la ciencia social, puesto que hace uso del conocimiento que tenemos de nosotros mismos, debe ser psicológico o quizás ‘subjetivo’ a diferencia de los métodos ‘objetivos’ de las ciencias naturales. A esto podría contestarse del siguiente modo: no hay ninguna razón por cierto para que no utilicemos todo el conocimiento ‘directo’ que podamos tener de nosotros mismos; pero este conocimiento sólo es útil a las ciencias sociales si lo generalizamos, vale decir, si suponemos que lo que sabemos por nosotros mismos vale también para los demás. Sin embargo, esta generalización es de carácter hipotético y debe verificarse y corregirse por medio de una experiencia de tipo ‘objetivo’" (Popper 1992:617).

Este texto pone en claro su rechazo de un componente epistémico asociado de hecho al psicologismo, pero independiente del mismo: el pretendido carácter inmediato del conocimiento de ciertos estados mentales (o hipótesis psicológicas). Sobre esta base puede cuestionarse la convicción dogmática de Mill y otros economistas acerca de la verdad casi evidente de los principios económicos -del tipo de la propensión a preferir más a menos bienes, y su pretensión de que éstas se hallaban legitimadas por un tipo particular de experiencia de carácter no empírico.

(20) Popper asigna una gran importancia a esta interpretación "objetiva" de los fines y creencias de los individuos, y en ella percibe la diferencia fundamental entre su propio método y el sugerido por Collingwood para la interpretación de la historia (Popper 1996:147).

(21) "el punto central del análisis situacional es que necesitamos, para ‘animarlo’, no más que el supuesto de que las diferentes personas o agentes involucrados actúan adecuadamente, o apropiadamente; es decir, de acuerdo a la situación" (Popper 1996:169).

(22) La misma interpretación puede darse al siguiente párrafo, en el que no se mención a leyes en la descripción de los elementos del modelo. "Mientras que las explicaciones o predicciones de la primera clase -esto es, explicaciones o predicciones de eventos singulares- operan con leyes universales y condiciones iniciales, las explicaciones y predicciones de la segunda clase -es decir, aquellas que explican y predicen eventos típicos- operan con modelos, los cuales representan algo similar a condiciones iniciales típicas" (Popper 1996:164).

(23) Dicho con mayor contundencia: "parece claro que el principio de racionalidad juega en las explicaciones de la ciencia social el mismo papel que juegan las leyes universales en las explicaciones de la ciencia natural" (Caldwell 1991:19).

(24) Con un argumento semejante, Favereau (1997:124) sostiene que el modelo nomológico deductivo de explicación no es utilizable en economía y debe ser modificado incluyendo "condiciones iniciales típicas" y "en vez de leyes universales, un 'principio de racionalidad'".

(25) "Mis opiniones acerca del principio de racionalidad han sido cuestionadas severamente. Se me ha preguntado si no hay una cierta confusión en lo que digo" acerca del estatuto del principio. "Se me ha dicho, correctamente, que debería decidirme acerca de si quiero que sea un principio metodológico o una conjetura empírica. [...] Este segundo caso es el que mejor corresponde a mi propio punto de vista..." (Popper 1996:177).

(26) "El método objetivista del análisis situacional .... permite la discusión crítica de nuestras soluciones tentativas –de nuestros intentos por reconstruir la situación. Y en esta medida se encuentra, realmente, mucho más cercano al verdadero método de las ciencias naturales" (Popper 1996:148; destacado por Popper).

(27) "Una segunda manera en que Popper apoyó a los Austríacos fue su defensa del análisis situacional y del principio de racionalidad para la explicación de eventos en las ciencias sociales. Esto es prácticamente idéntico al enfoque Austríaco, por medio de la praxeología, la lógica de la acción humana, con el principio básico de que los seres humanos actúan propositivamente. Popper siguió a los Austríacos en otros asuntos, en el individualismo metodológico, en la teoría de que la mayoría de las instituciones surgen como consecuencias no intencionales de nuestras acciones, en la incertidumbre del conocimiento". En sus conclusiones, el autor considera que "el revival del programa Austríaco también requiere que los propios Austríacos adopten otra visión de Popper, en lugar de seguir el ejemplo de Mises y desechar sus ideas como irrelevantes para sus preocupaciones" (Champion, óp. cit.).

(28) Mises no cuestiona el "método experimental" de Popper para las ciencias naturales: "debemos enfatizar que el error del positivismo no reside en lo que enseña acerca de los métodos de las ciencias naturales empíricas ... El principio positivista de verificabilidad, tal como ha sido rectificado por Popper, es incuestionable en cuanto principio epistemológico de las ciencias naturales" (Mises 1962, cap.7,3, subrayado por Mises). Pero señala que "es obvio que todo esto no puede concernir de ninguna manera a los problemas de las ciencias de la acción humana. No hay en esta esfera tal cosa como hechos establecidos experimentalmente. Debe repetirse una y otra vez que toda experiencia en este campo es experiencia histórica, es decir, experiencia de fenómenos complejos. Semejante experiencia nunca puede producir algo que tenga el carácter lógico de lo que las ciencias naturales llaman 'hechos de experiencia'" (Mises 1962, cap.4, 8).

(29) Como los historiadores han protestado porque la historia real no se parece en nada a su reconstrucción, Lakatos ha defendido las reconstrucciones racionales, pero ha recomendado escribir los eventos reales a pie de página.

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Cinta de Moebio
Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X