Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Cadenas, H. 2012. El sistema de la estructura. Estructuralismo y teoría de sistemas sociales. Cinta moebio 45: 204-214. doi: 10.4067/S0717-554X2012000300002

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El sistema de la estructura. Estructuralismo y teoría de sistemas sociales

The system of the structure. Structuralism and social systems theory

Mg. Hugo Cadenas (hcadenas@uchile.cl) Departamento de Antropología, Universidad de Chile (Santiago, Chile)

Abstract

This article addresses the relationship between the structuralism, especially the anthropological version of the latter in Levi-Strauss and Luhmann’s theory of social systems. The analysis is done through two guiding hypotheses. It reviews the historical background relating structuralism with systems theory and discusses the fundamental concepts that appear in this relationship. Luhmann's systems thinking are contrasted in some of its central concepts with Lévi-Strauss’s structuralist perspective. The paper concludes with a review of the hypotheses presented and some proposals about the perspective of the social systems.

Key words: Luhmann, Lévi-Strauss, structuralism, cybernetics, theory of social systems

Resumen

El presente artículo aborda las relaciones entre el pensamiento estructuralista, especialmente la variante antropológica de éste en Lévi-Strauss y la teoría de sistemas sociales de Luhmann. El análisis se hace a través de dos hipótesis que guían el desarrollo del texto. Se revisan los antecedentes históricos que relacionan al estructuralismo con la teoría de sistemas y se analizan los conceptos fundamentales que aparecen en esta relación. Posteriormente el pensamiento sistémico de Luhmann se contrasta a partir de algunos de sus conceptos centrales con la perspectiva estructuralista de Lévi-Strauss. El trabajo concluye con una revisión de las hipótesis presentadas y con reflexiones globales acerca de la perspectiva de los sistemas sociales.

Palabras clave: Luhmann, Lévi-Strauss, estructuralismo, cibernética, teoría de sistemas sociales

Introducción

Hacia fines de los años 40 tanto la naciente cibernética (en EEUU) y el estructuralismo (en Francia) compartían ­-de diferentes maneras- visiones relativas al contexto histórico de su época. La crisis del humanismo devenida luego de la segunda guerra mundial marcó profundamente el pensamiento científico de la época. No sólo el nazismo, sino los totalitarismos de izquierda en Europa habían demostrado que el ideal humanista como proyecto político era, cuando menos, desalentador. En este escenario, la cibernética y el estructuralismo señalaban perspectivas con las cuales las ciencias sociales podían abrirse caminos novedosos sin echar mano de aquello que limitaba drásticamente su desarrollo.

En este artículo analizaremos las relaciones entre la teoría de sistemas y el estructuralismo de Claude Lévi-Strauss y, a su vez, las relaciones y contradicciones con el pensamiento sistémico de Niklas Luhmann. Para ello, trataremos con dos hipótesis, la primera de ellas señala que el  pensamiento sistémico-cibernético no sólo juega un papel muy importante en la teoría de sistemas sociales de Luhmann, sino que además fue muy influyente en la formación del estructuralismo antropológico. Para abordar esta hipótesis buscaremos los antecedentes históricos y teóricos que la apoyan. Nuestra segunda hipótesis señala que la teoría de sistemas sociales de Luhmann y el estructuralismo poseen diferencias fundamentales y la teoría de sistemas sociales de Luhmann no es en ningún caso un tipo especial de pensamiento estructuralista, pero tampoco post-estructuralista. Para dar cuenta de esta hipótesis analizaremos la relevancia del concepto de estructura en la teoría luhmanniana y a su vez el cambio de perspectiva que se atestigua en sus formulaciones.

El trabajo está organizado en cuatro secciones. En el apartado I abordaremos las relaciones históricas que ligaron a Lévi-Strauss con el pensamiento sistémico (fundamentalmente la cibernética). En el apartado II analizaremos cómo esta relación histórica se plasma en las formulaciones de dicho pensador francés. En el apartado III expondremos algunas aclaraciones necesarias en torno a la concepción de estructura en la teoría de sistemas sociales de Niklas Luhmann y sus diferencias con las concepciones estructuralistas. Finalmente en el apartado IV presentaremos algunas conclusiones respecto de las reflexiones precedentes.

I. La influencia cibernética en el estructuralismo

Ha sido escasamente estudiada la relación entre el estructuralismo y la cibernética, aun cuando dicha relación sea fundamental para comprender uno de los proyectos teóricos en las ciencias sociales más influyentes del siglo XX. Para entender esta relación es necesario examinar algunos antecedentes históricos que luego son clave para el desarrollo de la teoría estructuralista.

En 1948 Claude Lévi-Strauss, padre del estructuralismo antropológico, regresaba a Francia luego de haber residido los últimos ocho años en los Estados Unidos (residencia interrumpida brevemente entre 1944-1945) y de haber trabajado en la New School for Social Research en Nueva York. Durante esos años Lévi-Strauss había ganado ya su experiencia etnográfica en Brasil y desarrollaba las ideas teóricas centrales que luego expondría a su llegada a Francia en su tesis doctoral acerca de las estructuras elementales del parentesco. Durante su estadía en Nueva York, Lévi-Strauss trabó amistad con Roman Jakobson, profesor de lingüística de la School for Social Research quien llevaba más de diez años desarrollando las bases de la fonología. Entre ambos se desarrollarán los fundamentos del pensamiento estructuralista para la lingüística y la etnología respectivamente.

Jakobson tenía la convicción que dentro del espectro de perspectivas teóricas para el desarrollo de la fonología, aparte de las lecciones de lingüística del maestro suizo Ferdinand de Saussure y de la semiótica de Peirce (Jakobson 1977), se encontraba la cibernética como ciencia de la comunicación (en sus inicios Jakobson se había interesado en la perspectiva lingüística que la antropología norteamericana había desarrollado, especialmente con Boas, sin embargo esa influencia no fue decisiva a posteriori). En 1948 –mismo año en que Lévi-Strauss regresaba a Francia a presentar su tesis doctoral en torno a las estructuras elementales del parentesco- Jakobson fue el invitado de honor a la quinta Conferencia Macy para discutir en torno a las posibilidades explicativas de los modelos informacionales desarrollados en paralelo por Norbert Wiener, por una parte, y Claude Shannon, por otra. En dicha ocasión, Jakobson afirmó que: “Los conceptos de código y mensaje introducidos por la teoría de la comunicación son mucho más claros, mucho menos ambiguos, y mucho más operativos que cualquiera que pueda ofrecer la tradicional teoría lingüística” (Jakobson 1963:32).

La cibernética, en efecto, desarrollaba una teoría de sistemas de comunicación puramente formal y centrada en las relaciones y flujos existentes dentro de un sistema. Las formalizaciones cibernéticas apuntaban en esos años a determinar cómo se podían desarrollar mecanismos de control y organización en sistemas vivos y artificiales. Este concepto de sistema desarrollado por la cibernética calará hondo en las concepciones estructuralistas, pues tanto para el programa de la fonología de Jakobson, como también para el de su colega Trubetzkoy, del Círculo de Praga, este concepto será ineludible. No sólo el concepto de sistema será central para el estructuralismo, sino también el concepto de comunicación. En efecto, para estos autores el lenguaje será entendido fundamentalmente como un código comunicativo (Lévi-Strauss 1995:77).

Dentro de las herramientas teóricas de Lévi-Strauss, la fonología y la cibernética tenían un papel central. Lévi-Strauss consideraba que la fonología se constituiría “como la física nuclear” (1995:77) para las ciencias sociales, mientras que la cibernética representaba una fuente directa para comprender el funcionamiento del lenguaje. La obra de Norbert Wiener Cybernetics, or control and communication in the animal and the machine de 1948 era para Lévi-Strauss “un libro cuya importancia no podría ser subestimada desde el punto de vista del porvenir de las ciencias sociales” (1995:97) aunque discrepaba con Wiener respecto de que un estudio matemático del lenguaje fuese impracticable. Para Lévi-Strauss, por el contrario, se cumplían todas las exigencias que el propio Wiener planteaba como argumentos en contra (1995:98).

El parentesco entre ambas fuentes de pensamiento, la estructuralista y la cibernética, era muy cercano.  Lévi-Strauss consideraba a la teoría de sistemas y la cibernética dentro del campo de las “investigaciones estructurales”, entre las cuales aparece el estructuralismo: “Las investigaciones estructurales han aparecido en las ciencias sociales como una consecuencia indirecta de ciertos desarrollos de la matemática moderna, que han otorgado creciente importancia al punto de vista cualitativo, alejándose así de la perspectiva cuantitativa de la matemática tradicional. En distintos campos: lógica matemática, teoría de los conjuntos, teoría de los grupos y topología, se ha comprendido cómo problemas que no comportaban solución métrica podían igualmente ser sometidos a un tratamiento riguroso. Recordemos aquí los títulos de las obras de mayor importancia para las ciencias sociales: Theory of Games and Economic Behavior, de J. von Neumann y O. Morgenstern (1940); Cybernetics, etc., de N. Wiener (1948); The Mathematical Theory of Communication, de C. Shannon y W. Weaver (1950)” (1995:305).

Esta relación no es casual. Lévi-Strauss había desarrollado las ideas centrales del estructuralismo durante el apogeo de la cibernética en Estados Unidos y tanto para él como para Jakobson esta disciplina ejemplificaba de mejor manera las ansias de construir una ciencia orientada a observar relaciones, en vez de objetos. En este contexto general estaba depositada la idea de Lévi-Strauss respecto de que “la antropología social, la ciencia económica y la lingüística se asocien un día para fundar una disciplina común que será la ciencia de la comunicación” (1995:319). Se percibe aquí también el programa de unificación de las ciencias señalado por Ludwig Von Bertalanffy, padre de la teoría general de sistemas.

En 1965, cuando el estructuralismo ya era el paradigma dominante en las ciencias sociales no solamente francesas, la cibernética había adquirido un status filosófico tal, que los famosos Coloquios de Rouyamont se celebraban en Paris ese año en torno a la cibernética y los conceptos de información y comunicación, analizados desde la biología hasta la historia. Paralelamente, en la sociología norteamericana se desarrollaba el pensamiento sistémico de la mano de Talcott Parsons, quien incluso habría planificado entre los años 60 y 62 escribir un libro acerca de los alcances estructuralistas en la teoría de sistemas sociales junto a Roman Jakobson, el cual sin embargo nunca se completó.

En definitiva, tanto Jakobson como Lévi-Strauss estuvieron profundamente influenciados por el desarrollo de la teoría de sistemas y especialmente la cibernética para sus formulaciones teóricas. Tanto para Jakobson como para Lévi-Strauss la clave que ofrecía la cibernética era un conocimiento matemático profundo acerca de la naturaleza de la comunicación y la oportunidad de desarrollar un conocimiento unificado acerca del funcionamiento de la comunicación en los fenómenos lingüísticos y sociales. Sin embargo, a pesar de todas las relaciones previamente expuestas, surgen importantes interrogantes: ¿hasta qué punto el estructuralismo se relacionó con el pensamiento sistémico y cibernético?, ¿se puede hablar de una mera proyección en el caso de Lévi-Strauss de la cibernética hacia la antropología?, ¿fue Lévi-Strauss un pensador en la corriente cibernética? Trataremos de responder a estas interrogantes en los siguientes apartados.

El breve examen histórico expuesto sobre las condiciones en las cuales emerge el pensamiento estructuralista puede conducir a la errónea apreciación de que el estructuralismo fue una especie de cybernétique à la française. Si bien Lévi-Strauss, como hemos mencionado, estuvo influenciado profundamente por esta corriente científica, el estructuralismo estuvo sólo parcialmente interesado en cuestiones clave para la cibernética, como por ejemplo, el problema del control y la estabilidad de los sistemas, el problema de la retroalimentación (feedback), las relaciones de complejidad entre sistema/entorno o en el desarrollo de una teoría de sistemas similar a la que se desarrollaba en los Estados Unidos por esas décadas. La influencia de la cibernética para el estructuralismo estuvo más bien dada en el nivel de la motivación para fundar una perspectiva científica de interés universalista a partir de los conceptos de sistema y comunicación. No hubo, en ningún caso, una retroalimentación entre perspectivas ni tampoco un campo teórico interdisciplinario o algo similar.

II. El concepto de sistema del estructuralismo

El empleo usual que hace Lévi-Strauss del concepto de sistema no es extraño, pues este concepto, así como también el concepto de estructura, permeaba a las ciencias sociales de la época. Si bien la consolidación de ambos es obra de Parsons, estos conceptos se empleaban desde hacía más de medio siglo en la antropología con diferentes usos, quizás los más antiguos están referidos a los sistemas de parentesco (Morgan) y al problema de la diferenciación social (Spencer). Probablemente el empleo de los conceptos de sistema y estructura en antropología, de manera análoga al desarrollo de la teoría general de sistemas, se deba a las ideas de Radcliffe-Brown en primer lugar y posteriormente a Bateson. La teoría general de sistemas y la cibernética no hicieron otra cosa que dar un nuevo impulso a esta antigua tradición. Entre las influencias más directas se encuentran los trabajos de Leslie A. White, quien emplea el concepto de “sistema cultural” como concepto clave de una formulación teórica neo-evolucionista, basándose en la idea de los símbolos como unidad constitutiva (White 1949:17), aunque White ya había empleado dicho concepto seis años antes, al mencionar los diferentes sistemas en los cuales opera la evolución cultural, entendida ésta como un proceso de progresiva organización (White 1943). Más tarde materialistas como Service, Sahlins y Harris también adoptarán enfoques sistémicos y estructurales. Bateson y Mead se referirán también especialmente a enfoques cibernéticos. En suma, en la teoría antropológica estas ideas se discuten, aplican y critican. 

Para Lévi-Strauss el concepto de sistema aparece ligado intrínsecamente a la disciplina, no sólo como objeto de estudio relativo a los sistemas de parentesco, sino como parte de una formación global de la antropología: “Nos representamos la antropología social no ya sobre el modelo de las ciencias inductivas tal como se las concebía en el siglo XIX, sino más bien a la manera de una sistemática, cuya finalidad es identificar e inventariar tipos, analizar sus partes constitutivas, establecer entre ellos correlaciones” (Lévi-Strauss 1995:29, cursivas mías). La antropología como “sistemática” debe también escudriñar, como objetos de estudio, en todos aquellos sistemas de signos y símbolos dentro de los cuales sea posible buscar regularidades y reglas con las cuales dichos sistemas se nos presentan en su estado más puro.

Ahora bien, ¿qué es en definitiva un sistema para el estructuralismo? El concepto de sistema señalado por Lévi-Strauss dice relación básicamente con un conjunto de reglas que median las permutaciones entre signos dentro de estructuras conscientes e inconscientes que no son necesariamente correspondientes entre sí ni requieren serlo (1995:34). El concepto aparece aplicado con claridad en el caso de los sistemas de parentesco. En ellos se hace patente una dualidad de sistemas entre los llamados “sistemas de denominaciones” y “sistemas de actitudes” (1995:81). Esta distinción entre dos tipos de sistemas hace referencia a un sistema de comunicación y a un sistema de acción, respectivamente. En ambos casos se trata de dos tipos de organización, los cuales si bien se hallan interrelacionados, no son interdependientes. El sistema de las denominaciones, como sistema de comunicación, define un conjunto de reglas con las cuales se nombran a los parientes y se les asigna un lugar dentro de la comunicación del parentesco. El sistema de las actitudes, por su parte, es un sistema de acción, de manera análoga a la estructura social basada en personalidades en Radcliffe-Brown o roles en Parsons. Ambos sistemas operan en el plano social pero de manera independiente, de modo que la alteración del sistema de denominaciones no tiene un efecto directo en el sistema de las actitudes y viceversa. Cabe señalar que respecto de Radcliffe-Brown, Lévi-Strauss señaló sus discrepancias respecto de su noción de estructura social, pues para él las estructuras sociales no son empíricas sino modelos construidos de acuerdo a la realidad.

Al denominar las propiedades específicas de la estructura, Lévi-Strauss señala: “En primer lugar, una estructura presenta un carácter de sistema. Consiste en elementos tales que una modificación cualquiera en uno de ellos entraña una modificación en todos los demás” (1995:301, cursivas mías). A esta definición le siguen las famosas tres reglas relativas a las transformaciones dentro de estos sistemas y las limitaciones para su construcción, predicción y generalización. En esta formulación se puede ver la influencia de la teoría de sistemas de primera generación, es decir, aquella preocupada del problema del todo y las partes, donde la pregunta central radica en cómo se producen las relaciones entre las partes de un sistema dentro de un todo que las contiene.

La manera en cómo se relacionan las partes dentro del sistema es definida mediante relaciones finitas, a decir de Lévi-Strauss, estructurales. Para cada juego de transformaciones concurren reglas que los hacen posibles al interior de dicho sistema. De todas las reglas, la más relevante dice relación con la transformación de valores (signos) dentro de una disposición interna al sistema, en la cual la orientación de la distribución de dichos valores tiende a formar oposiciones. En suma, la noción de sistema dice relación con la propiedad de establecer relaciones y recombinaciones de elementos.

Como es bien sabido, la fuente de este ordenamiento es de carácter mental. La representación, digamos, empírica de la estructura se halla en diversos fenómenos pero corresponde a una manifestación del espíritu a nivel inconsciente. Para Lévi-Strauss, siguiendo una clásica distinción antropológica, la estructura se encuentra en el nivel emic: “the nature of things is ‘emic’, not ‘etic’, and that the ‘emic’ approach is the one which brings us closer to it” (1973:21).

El modelo más puro de este carácter inconsciente lo encuentra Lévi-Strauss en la lingüística y en los fenómenos sociales se encuentra representado fundamentalmente en los sistemas de parentesco y en los mitos. Acerca de éstos, Lévi-Strauss ofrece un conjunto de explicaciones acerca de cuán limitadas son las reglas inherentes a los sistemas en términos de la disposición de los elementos y sus relaciones posibles.

Esta noción de sistema se encuentra, por lo tanto, relacionada con la cibernética en tres aspectos.

En primer lugar, la construcción de una teoría de sistemas de comunicación, en la cual se pueden definir ciertas reglas “matemáticas” para los flujos de información al interior del sistema.

En segundo lugar, una teoría de la complejidad interna del sistema, entendida ésta como una relación de complejidad entre todo/partes.

Finalmente un intento de introducir en la relación de complejidad del sistema y sus partes un elemento temporal, con el cual demostrar propiedades de transformación al interior del sistema. Esto vale específicamente para la distinción entre modelos “mecánicos” y “estadísticos” (1995:305).

En cierta medida, podríamos decir que la noción sistémica de Lévi-Strauss se asemeja a una teoría de sistemas cerrados muy común en la época de la cibernética de primera generación, aunque esto vale únicamente para ciertas reglas operativas dentro de los sistemas, a saber, las reglas de transformación, pues respecto de sus elementos constitutivos los sistemas, en la visión de Lévi-Strauss, se encuentran abiertos a flujos de input/output. La originalidad del planteamiento estructuralista radica en gran medida en cómo se problematizan los posibles estados dentro de los sistemas elaborados por el espíritu de manera inconsciente y cómo en ellos se plasman reglas elementales las cuales ordenan la disposición y valor de los elementos de una estructura, la cual emerge, a su vez, dentro de dichas permutaciones y transacciones.

La homología entre el lenguaje y el parentesco le parece a Lévi-Strauss plausible porque en ambos se trata de sistemas que, como tales, constituyen información cuyo orden se dispone según reglas predecibles. La complejidad del sistema dependerá, entonces, de cómo se relacionen los elementos dentro del conjunto global y el tipo de relación y transformación que pueda aceptar el sistema.

En esta perspectiva, la comunicación juega un rol clave. El estructuralismo compartía con la cibernética la preocupación por la comunicación, aunque se hallaba distante de las pretensiones y alcances de ésta respecto de hasta qué punto llevar el concepto. 

Más allá de la evidente preferencia de Lévi-Strauss por la noción de estructura por sobre la noción de sistema, en su análisis el sistema juega un importante papel en la concepción de las posibles relaciones dentro de dicha estructura y una cierta noción de totalidad estructuralista, referente a las todas las relaciones posibles.

Finalmente, si bien esta noción de estructura del estructuralismo encontró eco parcialmente en los planteamientos funcional-estructuralistas de Parsons y sus discípulos, este tipo de concepción no se ha prolongado hasta la teoría de sistemas contemporánea. Las razones las expondremos a continuación.

III. Estructuralismo y la teoría de sistemas de Niklas Luhmann

Hay diversas y profundas razones por las cuales no resulta plausible teóricamente buscar una influencia, transposición o prolongación del pensamiento estructuralista hacia la teoría de sistemas contemporánea acuñada por Niklas Luhmann.

Si bien tanto para el estructuralismo como para la teoría de sistemas sociales la cibernética constituyó una importante influencia, especialmente a partir del proyecto de constituir las ciencias sociales como ciencias de la comunicación, lo que para el estructuralismo constituyó una inspiración, para la teoría de sistemas sociales fue un obstáculo. Para Luhmann el estructuralismo (y la versión norteamericana estructural-funcionalista) constituyen enfoques que deben ser superados en una teoría de sistemas sociales que –paradojalmente- emerge como una teoría de la comunicación.

Probablemente lo que más asemeja el planteamiento de Luhmann al de Lévi-Strauss es más bien un remanente de la teoría social post segunda guerra mundial (y aún vigente), específicamente la exclusión del sujeto como punto central en la construcción de la teoría. Respecto del cuestionamiento del concepto de sujeto, sin embargo, son tan diversos los enfoques que comparten este diagnóstico, que habría que buscar las semejanzas entre Luhmann, Lévi-Strauss e incluso Foucault. Respecto del sujeto, lo que para Luhmann es considerado un obstáculo epistemológico y un prejuicio humanista (Luhmann 1997:24) para Lévi-Strauss era una tradición a superar: “Lo que me parece insoportable es esa querella del ‘sujeto’, es la intolerancia de los fieles de una tradición filosófica que se remonta a Descartes. Todo empieza por el sujeto, no hay otra cosa más que el sujeto, etc.” (Lévi-Strauss y Caruso 1969:42).

Más fructífero resulta, en cambio, señalar aquellos puntos que marcan una diferenciación entre el pensamiento estructuralista y la teoría de sistemas sociales. Sobre ellos nos ocuparemos de modo de destacar, ahora, qué es lo que distancia al estructuralismo de la teoría de sistemas sociales.

Quizás lo más apropiado sea señalar de antemano que para Luhmann “una opción teórica estructuralista es inaceptable para una teoría de sistemas sociales autorreferenciales” (Luhmann 1991:377). Las razones del rechazo hacia el estructuralismo dicen relación con motivos similares a los que apartaron a la teoría luhmanniana de su ancestro norteamericano y de la pesada tradición que lo acompañaba.

En primer lugar, Luhmann no descartará el concepto de estructura, mientras que la comunicación, por su parte, jugará un rol central. Sin embargo, la influencia del concepto de estructura en la arquitectura teórica será limitada y, asimismo, el concepto será reformulado en el contexto de una teoría de sistemas de carácter autorreferencial y autopoiética. Dicha reformulación del concepto de estructura tiene que ver con despojarlo de su referencia hacia la estabilidad y reenfocado hacia la autopoiesis de los sistemas sociales. En este nuevo escenario se deben de examinar sus rendimientos explicativos puntuales: “Limitamos el concepto de estructura, por lo tanto, de otra forma: no como un tipo particular de estabilidad, sino por su función de hacer posible la reproducción autopoiética del sistema de acontecimiento en acontecimiento” (Luhmann 1991:384).

El sentido de este cambio de perspectiva ya había sido señalado por Luhmann a propósito de la relación entre función y estructura, central en Parsons. Las estructuras, señala Luhmann, han de ser entendidas dentro de un horizonte temporal en el cual éstas emergen como consecuencia de la operación selectiva de sistemas sociales que, fruto de la operación de equivalencia funcional, concatenan selecciones como eventos con expectativa a futuro. Las estructuras siguen siendo relevantes para el análisis sistémico en tanto los sistemas generan de todos modos estructuras. Sin embargo la estructura es una posibilidad de conexión en el momento en que la operación se orienta hacia el futuro. Su posibilidad de orden radica en que éstas condicionan la conectividad de las operaciones del sistema (Luhmann 2009:384) y se constituyen como expectativas que posibilitan la reproducción de un sistema que pone en juego su viabilidad en cada momento, en cada acontecimiento (2009:392). Las estructuras sociales, finalmente señala Luhmann, “no son otra cosa que estructuras de expectativas” (2009:397).

La temporalización de la estructura, es decir, que la estructura no consta de un modelo invariable sino que se pone en juego en cada acontecimiento del sistema como expectativa (2009a:398), se distancia el modelo de la complejidad interna todo/partes levistraussiano. Las fórmulas de orden estructuralistas, con las cuales se organizan transacciones entre partes de un sistema, son reemplazadas en otro nivel por fórmulas de contingencia (Luhmann 1997:469) con las cuales los sistemas sociales operan selectivamente y observan estructuras que son únicamente fruto de las selecciones y a su vez no indican, como las fórmulas de orden, ni un orden matemático ni una coherencia específica o teleológica.

En segundo lugar, también en las fuentes de inspiración cibernética ambos enfoques se distancian profundamente. Para el estructuralismo era la cibernética de primera generación quien, como teoría de la comunicación, ofrecía el mejor lugar para una teoría social de suficiente complejidad. Luhmann, en cambio se influencia más próximamente por la llamada cibernética de segundo orden (Von Foerster) cuyo foco de interés está en la percepción y el conocimiento y no en el control, el orden ni la estabilidad, conceptos tan característicos de la primera cibernética. La cibernética de segundo orden, en cambio, se orienta hacia la comprensión de cómo los sistemas se autorganizan y -en la formulación de Maturana y Varela- se autoproducen.

En tercer lugar, los sistemas sociales, a diferencia de los sistemas de parentesco en la perspectiva de Lévi-Strauss, no constituyen proyecciones conscientes o inconscientes del espíritu humano. El nivel de emergencia de los sistemas sociales se ubica en el nivel de la comunicación y si bien éstos están acoplados a la conciencia (Luhmann 1997:103) por medio del lenguaje, es la presencia de dicho acoplamiento lo que hace inviable considerar que el sistema de conciencia es homólogo al sistema social. En ambos sistemas las operaciones son selectivas y operan en el medio sentido (Luhmann 1997:44) mas sólo la comunicación es social, aunque irrite en la conciencia. Los sistemas sociales no se originan en la conciencia (o inconciencia) sino que aparecen como distinciones en la comunicación.

En cuarto lugar, la propia noción de estructura del estructuralismo carece de un aspecto fundamental para la teoría de sistemas sociales, esto es, un valor reflexivo. Las estructuras (sistemas a decir del propio Lévi-Strauss) se presentan al etnólogo quien descifra sus valores subyacentes expresados inconscientemente. En la estrategia metodológica levistraussiana, el modelo de oposiciones y permutaciones simbólicas que el etnólogo desarrolla posee reglas finitas de transformación, dado que el pool mental del cual éstas se nutren posee una estructura, un límite. En este punto resulta cuestionable la renuncia al sujeto, al menos el estructuralista parece ser un sujeto (frente a un objeto). El problema subyacente radica en la falta de un concepto de estructura de la estructura, o en términos sistémicos una expectativa de expectativas (Luhmann 1991:414) pues si es que el modelo (la estructura) que subyace en los sistemas simbólicos de los observados es posible de describir a partir de un observador (pues es universal), entonces el observador posee un modelo propio, posee estructuras y limitaciones las cuales han de estar presentes como reglas en la producción de dicho modelo y podrían eventualmente ser reveladas por otro estructuralista (u otro observado). Es decir, el estructuralista “cuando se encuentra con estructuras, ve como necesario no atribuírselas a sí mismo, sino a la realidad” (Luhmann 1991:380). No existe salida a esta paradoja estructuralista, pues o habría que suponer que la estructura mental del estructuralista está, o mejor equipada (es más compleja, admite más relaciones, etc.) o es en definitiva un sujeto cognoscente de las estructuras de otros.

Finalmente, las nociones de comunicación y lenguaje en la teoría de sistemas sociales poseen un papel muy distante del que tienen en la concepción estructuralista. Por una parte la comunicación, constitutiva de sistemas sociales, es para Luhmann síntesis de tres distinciones que operan en el sentido: información, acto de comunicar y comprensión (Luhmann 2008) y sirve para la reproducción del sistema de evento en evento. Para Lévi-Strauss la comunicación remite al lenguaje y se presenta como un sistema de símbolos que varían según cambian sus posiciones dentro de un sistema que no admite incoherencias y es descriptible como un modelo en un momento dado. Es decir para Lévi-Strauss el lenguaje (=comunicación) es un juego de suma cero, pues lo que es relevante es cómo se organizan las oposiciones del lenguaje en un sistema cuyo orden se encuentra limitado por probabilidades finitas. El lenguaje para Luhmann, en cambio, posee una función diferenciada en la comunicación. El lenguaje es un medio que probabiliza la comprensión de la comunicación (Luhmann 1981) en tanto hace posible el acoplamiento entre sistemas de comunicación y sistemas psíquicos, pues ambos operan en el sentido. La comunicación es la operación propia de los sistemas sociales, mediante la cual el sistema de manera autopoiética enlaza sus operaciones de momento a momento. Para Lévi-Strauss, por su parte, el lenguaje es fin en sí mismo de la investigación. Su interés en el lenguaje se comprende pues el propósito estructuralista es develar cómo el inconsciente posee reglas y otorga estructura a la realidad en función de ellas. A la teoría de sistemas sociales, por su parte, le interesa cómo producen realidad observadores que en la comunicación actualizan comunicaciones que son posibles de observar, a su vez, por otros observadores. En este contexto el lenguaje puede resultar interesante para observar distinciones disponibles a nivel de observaciones en la operación de la comunicación. Finalmente -y de manera concluyente- la idea levistraussiana de lenguaje como sistema de signos y símbolos encriptados en mensajes sólo contempla en sus funciones dos selecciones: información y transmisión, a decir de Lévi-Strauss: en los sistemas de parentesco cabe conocer cuáles son las mujeres y cómo se las intercambia. No se presenta la cuestión de la comprensión, esto es, qué sucede con conciencias que pueden o no comprender ofertas de información de sus entornos relevantes y que pueden o no continuar con la comunicación, en tanto suceso contingente y temporal.

IV. Conclusión. Ni estructuralismo ni postestructuralismo

Nuestras reflexiones precedentes tendieron a poner a prueba dos hipótesis, la primera de ellas sostenía que la teoría de sistemas -especialmente la cibernética- jugó un papel central tanto en la teoría de sistemas sociales como en la formulación del pensamiento estructuralista. Hemos visto la influencia de la cibernética en el estructuralismo aunque hemos señalado que sus alcances para esta última postura fueron más bien limitados. Nuestra segunda hipótesis señalaba que la teoría de sistemas sociales y el estructuralismo poseen profundas diferencias y que el pensamiento sistémico de Luhmann no puede ser entendido ni como un pensamiento estructuralista ni tampoco post-estructuralista. En efecto, la teoría de sistemas -a pesar de tener ancestros comunes con el estructuralismo- es en ningún caso una teoría estructuralista, ni tampoco una teoría post-estructuralista. La centralidad del concepto de estructura en la teoría de sistemas de Luhmann es palmaria, aunque su concepción de estructura dista mucho de las formulaciones de Lévi-Strauss. En ningún caso se formula una primacía de la estructura pero tampoco una negación de ésta.

Lo anteriormente expuesto debiera de servir también para diferenciar el estructuralismo de la teoría de sistemas no a partir de sus “objetos”, es decir que el estructuralismo tuvo como objeto a las sociedades ágrafas mientras que la teoría de sistemas sociales se centra en las sociedades modernas, sino a partir de sus observaciones y distinciones. Conceptos como estructura, comunicación, lenguaje o sistema, en efecto, aparecen en ambas descripciones y sus diferencias no radican en su aplicación social (ágrafo/moderno) sino en sus rendimientos teóricos y su orientación teórica particular.

Como vimos anteriormente el estructuralismo y la teoría de sistemas comparten un trasfondo en común, el cual ­-huelga señalar- es común a diversas perspectivas teóricas. El concepto de estructura posee en las ciencias sociales una historia tan antigua como el concepto de sistema y se encuentra entre diversas y a veces divergentes teorías sociales. La construcción teórica que aparece en Luhmann y Lévi-Strauss es llamativa por la centralidad que dan a estos dos conceptos, aunque como hemos insistido sus variaciones teóricas derivan en planteamientos de diversa amplitud y profundidad.

La teoría sistémica es una perspectiva de observación que considera la observación de observadores u observación de segundo orden como punto de partida para la descripción de la sociedad. En la formulación teórica estructuralista o post-estructuralista no se presta atención a que la teoría misma es un observador que puede ser observado y por tanto sus aplicaciones adolecen de reflexividad. Lo que ha quedado entretanto del estructuralismo hoy en día es ciertamente escaso. No solamente los embates post-estructuralistas desgastaron al estructuralismo sino también su motivación ilustrada se agotó. Las prometedoras nociones de sistema y estructura nunca encontraron aplicación hacia el propio estructuralismo y con ello se desvaneció también su universalidad. Las teorías contemporáneas, dedicadas a la complejidad, parecen sobrevivir hoy en día solamente si no se escenifican, ni como teorías estructuralistas ni como teorías postestructuralistas.

Referencias

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Recibido el 15 Jul 2012
Aceptado el 26 Sep 2012

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Cinta de Moebio
Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X